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Ouh, love, leave me

Warning: Au/Drama

Izana 17 años. Kakucho 17 años.

Lleva más de un año sintiéndose de aquella manera, recuerda las lluvias de agosto y el clima fresco de aquella muy particular noche, el buen ambiente y la buena música de la fiesta de Mitsuya, uno de los mejores amigos de su hermano

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Lleva más de un año sintiéndose de aquella manera, recuerda las lluvias de agosto y el clima fresco de aquella muy particular noche, el buen ambiente y la buena música de la fiesta de Mitsuya, uno de los mejores amigos de su hermano.

Recuerda con detalle cada hecho, el como se sentó en la mesa junto a Manjiro y bebieron un par de tragos después de comer algo ligero. Luego, como Manjiro se fue a tomar la foto del recuerdo de la fiesta y en la mesa de a lado la mirada de un chico pelinegro de cicatriz seguía con detenimiento cada uno de sus movimientos.

Sera su imperio romano recordar como Manjiro llamó al chico, que al final descubrió se llamaba Kakucho y eran de la misma edad, para al final terminar sentado con él. Si, lo recuerda también que se siente estúpido de tenerlo como un gran recuerdo.

La fiesta toda una odisea; termino en la acera de la calle frente a su casa junto a un poste, triste, empapado, abatido, con ocho vasos de alcohol en el sistema, con un llanto incesante porque el chico le había llamado mucho la atención y sintiéndose culpable porque aquellas primeras vacaciones fuera de Filipinas se estaba planteando más de la mitad de las decisiones de su vida, completamente flechado con un chico al que acababa de conocer aún teniendo un novio esperando por el.

Mierda, si tan solo no hubiera ido a esa fiesta no habría llegado a más.

Tan solo un día después, la vida le dio una bofetada para recordarle que es un idiota.

Y es que si no hubiera sido tan débil no tendría tantos problemas.

Manjiro le pidió que salieran a beber como un evento post-fiesta, nuevamente, Kakucho estaba ahí luciendo jodidamente guapo vestido de negro y con un litro de perfume encima. No era su tipo, el prefería los chicos buenos, con porte tranquilo, típicos chicos inteligentes e intensos z románticos y amables. Pero, había algo en el que magneticamente lo llamaba y rentaba. Como no iba a estar ahí, si ahora compartían amigos en común. Se sentaron a la par, compartieron un cigarro y tal vez un par de miradas qué le hicieron creer que podían ser algo más que amigos. Se ríe al recordar que estúpidamente le tiro el cigarro y el se quedo la mano y Kakucho la pierna. Esa noche salieron a dar la vuelta en la moto del pelinegro, se besaron en el campo de fútbol y al volver, se miraron como nunca.

Izana creyó que ahí había algo más.

Lo creyó.

Le da tanto pesar aceptar que se equivoco.

Esa misma semana, un día antes de volver a Filipinas, acepto la salida propuesta por el pelinegro. Llevaban más de cuatro días hablando, le gustaba hablar con el, parecía ta atento por el y era tan satisfactorio aquel enredo entre amor y peligro, disfruto de la compañía, de conocer lugares en la moto ajena, de verle sonreír y recibir besos en la mejilla, frente y cuello. Se sintió como con la manera en que le abrazaba por la cintura y le decía esos tan íntimos te quiero Iza. Y, por un instante, se enamoro de su toque sobre su piel, la sensación de plenitud de compartir algo tan íntimo, le entrego su cuerpo y se sintió tan bien, en un video lleno de nubes se había sentido en el lecho de la alegría.

Love | KakuIzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora