Ella es Guerra © [✓]

33. Termina aquí

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Después de pensarlo demasiado y discutirlo, acepté la petición de Caio y Wendy. A duras penas, pero lo hice. Mañana será el día. Por fin todo se acabará y no veo la hora de ver sus caras.

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Narrador omnisciente

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Ha llegado el día; definitivamente es el día, y todos lo saben. Caio está ansioso ante la inminente destrucción de su familia, y tiene buenas razones para estarlo. Wendy se encuentra al tanto de todo, asegurándose de que todos estén listos para partir y que no falte nada. Luana, por su parte, está nerviosa, inquieta por el tiempo que ha tenido que esperar para lograr lo que desea.

«Es el día. Por fin», piensa Luana mientras baja las escaleras, lista para la acción.

Algunos soldados la animan, conocedores del procedimiento y del objetivo que se debe llevar a cabo. Ella les sonríe, aunque teme que alguno de ellos nunca vuelva a ver a sus familias tras esta misión. Ya han muerto compañeros; ha sido terrible. Sin embargo, ha tenido que ser fuerte para continuar con la cabeza en alto y dar el ejemplo.

Todos la siguen, la respetan, y eso es digno de admirar.

Pronto da la orden de partir hacia la mansión de los Andrade, siguiendo la ruta de los rastreadores. Sin embargo, hay un inconveniente: el de Oto está en la ciudad. El plan es enviar un grupo a capturarlo y llevarlo a la mansión de los Andrade. Mientras tanto, el otro grupo debe continuar su camino, ocultándose hasta que todos estén reunidos.

Por las calles buscan pasar desapercibidos, conduciendo camionetas, jeeps y un Mercedes, todos negros, intercalados entre otros autos en la carretera.

Caio solo puede pensar en que todo finalmente terminará, que por fin tendrá paz en su vida y podrá cuidar de su inesperado hijo junto al amor de su vida. Se encuentra en un remolino de emociones contradictorias: miedo, ansiedad, alivio y nerviosismo. Sin embargo, es capaz de controlarse y mantener la calma.

Quien conduce es Rosie, la compañera que tuvieron en RedGHot, aquella que aún se encuentra atormentada por la situación vivida con aquel hombre en una habitación. En el copiloto está Wendy, revisando el exterior con escrutinio y observando la pantalla que muestra la ubicación del destino. Parece ser la que guarda más calma de los cinco en el Mercedes.

Junto a Caio y Luana, en los asientos traseros, se encuentra aquel chico de cabello blanco que siempre causó intriga en Luana, aunque ahora ya conoce la razón. Él no muestra ningún tipo de nervios, ya que está acostumbrado a enfrentamientos más peligrosos desde muy joven. Una vez participó en una de las misiones más largas y arriesgadas de WKM, todo por un imbécil que no quería que arruinara sus planes.