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Sonance mantenía la sonrisa, aunque por dentro sentía que se hundía en arenas movedizas. Cada palabra de Hannibal era un fino hilo de seda enredándose a su alrededor, y lo peor era que sabía que él lo disfrutaba. “Claro, porque lo único que le falta a este hombre es un sombrero de copa y un bastón, dirigiendo su propio espectáculo de "Destruye psicológicamente a tu vecina en tres simples pasos".”

A pesar de que el aire en la habitación se sentía más denso, Sonance decidió que no podía quedarse callada por mucho tiempo. Si se quedaba en silencio, Hannibal llenaría ese espacio con algo que ella prefería no escuchar. “Bien, Sonance. Piensa rápido. Necesitas desviar esto hacia algo que no acabe en una disertación sobre la naturaleza humana o en ti como el platillo principal.”

—Perspicaz, ¿eh? —rió suavemente, jugando con los mechones rojos de su cabello, enrollándolos entre sus dedos—. No sé si eso es bueno o malo viniendo de ti. —Le lanzó una mirada astuta, como quien comparte una broma secreta—. Pero si alguna vez necesito consejos sobre acertijos o... cómo hacer que mis amigos sean menos predecibles, sabré a quién preguntar.—

Bien, bien, mantén la ligereza. No es que "ser menos predecible" haya sido un buen movimiento. Al menos, aún no ha sugerido que juguemos al ajedrez. Porque todos sabemos cómo termina eso: con él sabiendo exactamente cuántos movimientos me queda antes de... bueno, tú sabes.

Hannibal entrecerró los ojos, observándola con una mezcla de diversión e interés genuino, como si intentara decidir si el giro cómico de la conversación era una estrategia deliberada o simplemente parte de su personalidad. Por supuesto, Sonance sabía que él ya había llegado a la conclusión de que todo lo que decía era parte de algún patrón más profundo. Pero, ¿quién se atrevería a contradecir al hombre que veía la vida como una serie de acertijos por resolver?.

—La predictibilidad, después de todo, es la muerte de la innovación —dijo él, su tono suave pero cargado de significado—. Las mentes más... fascinantes son aquellas que constantemente desafían nuestras expectativas. Aunque, claro, no todos los desafíos tienen buenos resultados. Algunas innovaciones terminan en... desastre.—

Oh, wow. ¡Qué optimista! Así que, básicamente, si decido ser "menos predecible", hay un 50% de posibilidades de que termine siendo algo realmente trágico. Fantástico. Ahora estoy más segura que nunca de seguir mis instintos” Sonance se rió por dentro, pero dejó que su expresión permaneciera relajada, como si la conversación fuera algo normal, como hablar del clima.

—Bueno, me esfuerzo por mantenerme fuera de la categoría de desastres, aunque no siempre lo logro. —Su sonrisa se amplió, acompañada de un guiño rápido—. Pero oye, todos necesitamos nuestros pequeños momentos de caos, ¿no? De lo contrario, la vida sería un poco... aburrida.—

Eso es, chica. Sigue hablando de caos. Como si este tipo no fuera el rey del caos controlado. Claro, "pequeños momentos", Sonance. Como cuando él decide convertir una cena en una obra maestra macabra. Aunque, pensándolo bien, seguro Hannibal diría que esos son solo "actos de arte".

Hannibal pareció encontrar cierta gracia en sus palabras, inclinándose ligeramente hacia adelante con una calma casi palpable, pero sus ojos... sus ojos seguían siendo un enigma. Sonance sabía que lo estaba entreteniendo, pero también sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, y cualquier desliz, cualquier palabra mal elegida, podría provocar una reacción completamente distinta.

—El caos bien manejado puede ser una herramienta poderosa —respondió él, con la misma suavidad perturbadora que siempre usaba—. Aunque, claro, la clave está en cómo lo manejamos. Algunas personas son... naturales en eso. Otros... —hizo una pausa, observándola detenidamente— tienden a tropezar con sus propios deslices.—

Beauty and the beast's.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora