Hazel

766 70 7
                                    

No sé cuántas veces he repasado ese momento en mi cabeza, cómo ocurrió todo, cómo se rompió el aire entre nosotras cuando Margot lo supo. Me he repetido las mismas preguntas una y otra vez, como si con eso pudiera encontrar una respuesta que me salve, que me permita retroceder en el tiempo y evitar lo inevitable. Así que, hice lo mejor que podía hacer en ese momento, escribirle un mensaje, sabía que no me escucharía

H

azel

No era así como quería que lo supieras. No de esa manera.

Cuando me dijiste que lo sabías, la sonrisa se me congeló en el rostro, como si de repente el suelo se hubiera abierto bajo mis pies. ¿Cómo había pasado? ¿Cómo había salido a la luz algo que intenté mantener tan lejos de nuestra historia? Quizá porque, en el fondo, sabía que no podía ocultarlo para siempre, pero no estaba preparada. No estaba lista para que todo lo que sentía por ti se viera enturbiado por una verdad que me daba miedo compartir.

Lo peor de todo es que nunca mentí, no directamente. Pero callar es otra forma de mentir, y ahora lo veo claro. Evité el tema, esquivé las preguntas difíciles, me escudé en el silencio porque tenía miedo de lo que significaría que lo supieras. No quería perder lo que había encontrado en ti: esa conexión, esa libertad que sentía cuando estábamos juntas, como si el mundo fuera más brillante, más ligero, más nuestro.

Pero Margot, tú lo descubriste. Y no fue en mis términos, no fue en un momento en el que yo pudiera sentarme frente a ti y explicarlo con calma, confesarte que tengo una hija, que hay una parte de mi vida que no conoces, pero que no quería que te alejara de mí.

Te lo merecías de una manera diferente.

Me siento culpable, porque tú no solo me gustas, Margot. Me haces sentir como si pudiera respirar de nuevo, como si cada día a tu lado fuera un pequeño pedazo de algo más grande, más puro. Y ahora temo que, por no haber sido honesta, he manchado eso, lo he vuelto opaco cuando siempre fue claro.

Desde el principio sentí algo por ti. Algo que creció tan rápido que ni siquiera me di cuenta de que estaba cambiando. Al principio era solo atracción, un juego, una pequeña chispa en la rutina de mi vida. Pero luego, cada palabra tuya, cada mirada, cada instante en el que me hacías reír, fue moldeando algo más profundo. Contigo, me siento bien. No en un sentido superficial, sino en una paz que no sabía que me hacía tanta falta.

Y entonces me pregunto si eso se arruinó. Si me juzgas por lo que no dije, si ahora hay una distancia entre nosotras que antes no existía. Porque cuando vi tu expresión, cuando entendí que lo sabías, sentí como si una pared se levantara entre nuestros mundos.

Quizá no lo entiendes aún, y es culpa mía. Tengo miedo de que pienses que escondí a mi hija por vergüenza, pero no es eso. No estoy avergonzada de ser madre, estoy orgullosa de ella, de lo que significa en mi vida. Pero a veces, no sé cómo unir las dos partes de mí: la Hazel que es madre, y la Hazel que soy contigo. Y supongo que me asusté de lo que eso podría significar para nosotras.

Lo siento tanto, Margot. Lo siento porque en cada momento que hemos compartido, en cada palabra que ha pasado entre nosotras, tú has sido sincera. Y yo no.

Te quiero en mi vida. No solo porque me haces sentir viva, sino porque contigo veo un futuro diferente, uno en el que no tengo que esconderme, donde puedo ser completamente yo misma. Pero para eso, tengo que dejarte entrar en cada parte de mí, incluso en aquellas que me aterran.

Espero que puedas perdonarme, que puedas entender que mi silencio no fue por falta de confianza en ti, sino por miedo a perder lo que hemos construido.

PROHIBIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora