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Los días posteriores al malentendido entre Hanni y Haerin fueron un borrón de confusión y dolor. Hanni intentó mantener su rutina normal, asistiendo a clases y cumpliendo con sus deberes como Spider-Woman, pero nada se sentía bien. Era como si una parte de ella hubiera sido arrancada, dejándola con un caparazón vacío que no podía llenar, sin importar cuánto lo intentara.

En sus clases, Hanni encontró casi imposible concentrarse. Las conferencias parecían extenderse sin fin, las palabras se mezclaban en un zumbido incomprensible. Miraba sus notas, pero su mente estaba en otro lugar, reproduciendo el momento en que Haerin se había alejado de ella. El dolor en los ojos de Haerin la atormentaba, un recordatorio constante de lo mal que había salido todo. No podía sacarse la imagen de la cabeza, sin importar cuánto intentara concentrarse en cualquier otra cosa.

Sus profesores notaron el cambio en ella. Hanni siempre había sido una estudiante diligente, pero ahora estaba distante, distraída y sorprendentemente callada. Sabía que debía concentrarse en sus estudios; después de todo, ser estudiante era una parte crucial de su cobertura como superheroína, pero simplemente no podía reunir la energía o la voluntad.

Su desempeño como Spider-Woman también sufrió. Hanni se encontró dudando durante las patrullas, sus reflejos más lentos, sus instintos apagados. No podía concentrarse en las tareas en mano, su mente siempre regresando a aquel día, a la expresión en el rostro de Haerin cuando se dio la vuelta y se alejó. Se perdió señales cruciales durante las peleas, apenas esquivando ataques que normalmente habría visto venir a millas de distancia. La culpa y la duda la carcomían, haciéndola cuestionar todo lo que hacía.

Una noche, después de una patrulla particularmente difícil en la que apenas logró defenderse de un grupo de criminales, Hanni regresó a su apartamento, exhausta tanto física como emocionalmente. Se desplomó en su cama, aún en su traje de Spider-Woman, sin siquiera molestarse en quitarlo por completo, solo se quitó la máscara. Todo lo que podía pensar era en Haerin.

Alcanzó su teléfono, sus dedos temblando mientras se detenía sobre el contacto de Haerin. Había escrito una docena de mensajes, intentando explicar, intentando disculparse, pero no había enviado ninguno de ellos. ¿Cuál era el sentido? Haerin había dejado claro que no quería nada con ella.

Las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, nublando su visión mientras miraba la pantalla. Nunca se había sentido tan sola, tan impotente. En ese momento, Hanni se dio cuenta de cuánto significaba Haerin para ella. No se trataba solo de la atracción o la emoción de estar con alguien que le importaba. Era más profundo que eso. Haerin se había convertido en parte de su vida, parte de su corazón, y perderla se sentía como perder un pedazo de sí misma.

Hanni se acurrucó en su cama, las lágrimas finalmente desbordándose mientras hundía su rostro en su almohada. Lloró durante lo que pareció horas, el peso de todo aplastándola.

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"Nuevo mensaje de culto interceptado. El culto parece estar reuniéndose en un almacén abandonado", dijo la IA.

Para cuando las dos heroínas llegaron a la escena, algo estaba mal. El silencio inquietante que las recibió era desconcertante. Al entrar en el almacén débilmente iluminado, se encontraron con una visión espantosa. Los cuerpos de los cultistas yacían esparcidos por el suelo, muertos o gravemente heridos. Algunos estaban carbonizados con quemaduras, otros tenían heridas profundas como si hubieran sido desgarrados por una fuerza invisible. El olor a carne quemada persistía en el aire, y toda la escena estaba empapada en una energía ominosa y perturbadora.

"¿Qué demonios...?" murmuró Minji, su voz apenas por encima de un susurro mientras asimilaba la carnicería. "¿Es esto parte de sus rituales o...?"

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