Capitulo veinte: voces del pasado I

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Jeongin abrió los ojos, pero la oscuridad lo envolvía. Una venda ajustada sobre sus párpados le impedía ver, y un escalofrío de inquietud recorrió su cuerpo. Intentó moverse, pero sus muñecas estaban atadas. La sensación de impotencia lo invadió, y en ese momento, una voz grave resonó en la penumbra.

—No lo intentes.

La voz le resultaba familiar, como un eco de un pasado que preferiría olvidar. Con esfuerzo, Jeongin logró articular una pregunta.

—¿Quién eres?

—Soy uno de los muertos que has asesinado.

Una risa amarga brotó de los labios de Jeongin, mientras su mente intentaba procesar la absurdidad de la situación.

—Los muertos no hablan.

El silencio se prolongó por un instante, y luego la voz respondió con una sonrisa que podía casi sentir.

—Entonces, tu tampoco debería estar hablando.

Jeongin esbozó una sonrisa desafiante.

—Eres alguien muy pasado.

La risa del sujeto resonó en el aire, como un eco macabro que reverberaba en su mente.

—¿No tienes miedo? —preguntó el extraño.

Jeongin soltó una risa nerviosa, intentando ocultar su inquietud.

—No le tengo miedo a los muertos.

—¿Y a los vivos? —la pregunta llegó como un susurro helado.

El uso de su nombre completo, "Yang Jeongin", hizo que un escalofrío recorriera su espalda. Era una forma de recordar quién era, pero también de recordarle su vulnerabilidad.

—No —respondió con firmeza, aunque su voz tembló ligeramente.

En ese momento, sintió cómo la mano del sujeto se posaba sobre su muslo, recorriendo su cuerpo con una lentitud inquietante. El contacto hizo que su corazón acelerara y la respiración se le hiciera pesada. Cuando la mano llegó a su cuello y apretó un poco, Jeongin sintió un torrente de emociones: miedo, rabia y una extraña sensación de desafío.

—Deberías —dijo el sujeto, su voz impregnada de una calma perturbadora—. Pero no te preocupes; volveré más tarde. Ahora tengo algunas cosas que hacer.

La presión en su cuello se desvaneció, y con ella, el extraño se alejó, dejando a Jeongin solo en la oscuridad. La venda seguía cubriendo sus ojos, pero no podía evitar que su mente comenzara a divagar. ¿Qué significaba todo esto? ¿Era una broma cruel del destino o algo más siniestro?

Mientras la soledad lo abrazaba, Jeongin se dio cuenta de que la batalla no había hecho más que comenzar. Tenía que encontrar una manera de liberarse, no solo de las ataduras físicas, sino también de los demonios que lo acechaban. Y en el fondo de su ser, sabía que la verdad sobre su pasado estaba a punto de revelarse...

(...)

La música sonaba suavemente en el bar, un lugar de luces tenues y sombras danzantes. Félix, con su cabello rubio brillando bajo la tenue luz, se movía detrás de la barra, sirviendo tragos y escuchando las conversaciones que se entrelazaban en el aire. Su misión encubierta lo había llevado a este rincón del mundo, y aunque el ambiente era relajado, su mente estaba alerta.

Fue entonces cuando entró un sujeto de cabello negro azabache, con un porte que llamaba la atención. Se acercó a la barra con una sonrisa deslumbrante que iluminó su rostro.

—Una botella de "Cognac de la Reine", por favor —pidió, su voz suave y seductora.

Félix asintió, reconociendo la bebida: una exquisita mezcla de sabores que costaba una fortuna. Mientras comenzaba a prepararla, no pudo evitar robarle una mirada al pelinegro. Tenía una presencia magnética; su mirada intensa parecía atravesar la superficie.

Acaba conmigo | hyunin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora