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Te mire, cosa que nunca hacía; no te conozco ni un poquito, pero de lo poco que se de vos, ahora te desconocía.

El chico tímido, sensible y antisocial no estaba agarrándote la mano esta vez, ahora sos lo contrario, estas con el diablillo en el hombro.
Y aunque no me corresponde meterme, tu situación es tan deplorable qué más que gracia me causa tristeza, lastima.

La musica resonaba, todos bailaban al vaivén de esta. Pedro, el mismísimo Pedro con el que ambos compartimos lazos, no parece que fuera tu amigo, o al menos no parece que piense en vos.
Vi todas las pastillas que te dio, como para que te atragantaras con ellas, los armados de prensado, y incluso vi a mi primo Sebas recibiendo una bolsita de cocaina, y no voy a decir que no me asustada, porque si, me asuste.

Estaban tan cerca pero llegar se me estaba haciendo demasiado imposible. Los codazos, los jalones del brazos, mujeres tanto como hombres con otras intenciones, pero como pude, llegue.

— ¿Por qué les das todo eso? — No formule ni un saludo, no me interesa viendo la situación; Pedro me miro, amenazante, y no es que quisiera causarle miedo, pero se ve que ni le importa lo que opine alguien más, soy un número mas del montón.
— Lo vendí, ellos son conscientes de lo qué hacen — Mentía, lo conozco.
— No te pagaron Pedro — Le respondí con asco, notando el nerviosismo que ya cargaba, y por impulso me respondió.
— Deja de ser tan aguafiestas — Y al frente mio ya tenía una bolsita, cuyo contenido no me hace falta nombrar. Le pegue en la mano como respuesta, rechazando la oferta, y este rápidamente la tomo antes de que cayera al suelo.

Sebas y Manuel miraban la situación, era obvio que no estaban en todas sus casillas, pero Sebas se rescataba aunque sea un poco.
Por dios. 
— Tranquilo vo', que estamos "rre" bien — Esa extensión en la "R" me causo rechazo. Soy consciente de que mi primo a veces consumía, pero no tiene porque arrastrar a otros a su miseria. 
— Cortala — Escuche ese chasqueo de lengua como respuesta junto sus ojos ahora blancos, mientras que Manuel como respuesta sin entender nada, solo reía.

Pobre pibe.

— Manu ¿estás bien? — Dije, pero este parecía no oírme. — Wey esta bien, déjalo — Y Sebas asintió ante esa oferta. Que hijos de puta.

— Manu ¿estas bien? — Repetí nuevamente, con más cercanía, vos solo asentiste, pero no soltaste ninguna palabra, te juro que eso me achicó el corazón, temía que algo te pudiese pasar.

Después de eso no supe de vos en toda la noche.
Me volví a mi casa con un cargo de consciencia terrible.

Cartas anónimas - ARGCHI. [ 🇦🇷X🇨🇱 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora