Aclaraciones al final del capítulo:
No era normal.
No era normal pasarse todas las horas de luz solar buscando al joven de cabellos jengibre.
Sus días se convirtieron en una rutina de salir del inframundo y buscar esa mata de hebras rojizas, esconderse entre los árboles con tal de no ser visto y buscar a aquel hermoso espécimen que se vió una única vez en ese mismo lugar.
Su corazón latía con añoranza por volver a verlo, una sola mirada sería suficiente para calmar el desespero de su alma y dejarlo descansar por unos instantes de esa molesta ansiedad.
Sin embargo, desde la primera —y última— vez que lo vio, aquel pelirrojo no ha dado pista alguna por aparecer. Y eso comenzaba a preocuparle.
¿Se trataba de algún espejismo creado por las insuficientes horas que duerme?, ¿su mala alimentación comenzaba a cobrar factura?, ¿o simplemente se trataba de una burda (e hipnotizante) ilusión creada por algún dios para volverlo loco?
Cualquiera de esas interrogantes hacían una bola de estambre su mente, haciendo nudos en las conexiones que creía que lo llevarían al paradero del pelirrojo. Y cuando creía tener una respuesta; esta se volvía ilógica, haciéndolo paracer un idiota, y no quien diseño las mejores estrategias para terminar con Fyodor.
Suspiro cansado, quito su casco de invisibilidad de su cabeza, dejando al aire sus alborotados risos en terminaciones chocolate, su piel morena estaba algo pálida y las leves gotas del calor de la superficie eran la reacción de su cuerpo al no estar muy acostumbrado a ese tipo de clima. Observó con asco como sus vendaje estaban sucios de tierra y algunas diminutas hojas, tendría que cambiarlos apenas regresará a casa.
Se sentó en el pasto, con los rayos del sol pegando en su cabeza; elevó su rodilla izquierda para dejar su codo en ella, seguido de eso, recargar su mejilla en la palma de la misma mano. Su túnica negra dejaba ver parte de su pecho lleno de vendas, con solo poca piel expuesta de este mismo.
El calor le dio comezón en esa parte, llevando sus manos a rascar dicha zona. Cuando la yema de sus dedos tocó una parte abultada de la misma se detuvo. Su rostro se formó en un frío y fuerte; comenzó a delinear la cicatriz bajo la venda sin ser consiente.
Prefería guardarse para si mismo los secretos que le dejó la guerra con Fyodor, y tratar de olvidar los amargos recuerdos de su niñez en un lugar tan oscuro como lo era esa prisión. Los recuerdos de ese lugar sin luz, con espacio reducido y la compañía —algo— antipática de sus hermanos era su pan de cada noche.
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𝐒𝐞𝐢̄𝐬 𝐒𝐞𝐦𝐢𝐥𝐥𝐚𝐬
FanfictionChūya, dios de la primavera y las flores; hijo de la diosa Kōyō y el dios Verlaine. El joven de extraordinaria belleza hará crecer sentimientos en ese rey de los muertos y del inframundo. Seis semillas de granadas. Seis meses pasaría a su lado. Sei...