Regreso de Tomás

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Cuatro años más tarde.

Altagracia regresaba feliz a casa. Tomás había llamado en la tarde para decirle que viajaba en la noche a México, así que su idea era preparar una bienvenida en casa de Helena ya que también le iban a celebrar el cunpleaños número setenta. Lo hablaría con José Luis llegando.

Pero antes, estacionó el coche en un aparcamiento de una tienda, debía llevar artículos personales que faltaban en casa y consentir a su bebé mayor. Había demorado en llegar pero esta mañana Laura dejó atrás la niñez y se convirtió en una adolescente hermosa. Le llevaría chocolates y golosinas, además de una bolsa térmica para los cólicos.

Cuando llegó a casa, la pequeña del hogar la recibió con besos y abrazos. Mikaela pronto iba a cumplir cuatro años, era una niña muy adorable.

-Hola amor mío, que preciosa estás Mika. ¿Papá dónde está?-la dejó sobre sus pies mientras buscaba con la mirada a su esposo.

-Papá fue a pasear a Sami, ven mami.-tomó su mano y la llevaba con fuerza hacia la cocina.-¡Galletas para Lau!

-Hola señora, la niña quiso hacerle galletas a Lau.

-Está bien, gracias Marita. ¿Cómo se ha sentido?

-Dijo que bien, no ha salido de la habitación y solamente bajo por un té.

Altagracia subió a ver a su hija, quería pasar un momento con ella sin la presencia de Mikaela. La pequeña a veces abrumaba a la adolescente con su alegría excesiva.

-Hola hija, ¿cómo te sientes?-indagó, sentándose a la orilla de la cama.

-Bien.

-¿Te has cambiado la compresa?

-Sí, mamá.

-Te traje chocolates, amor.

-No me digas así y sabes que me salen granos con el chocolate, no quiero.

-Está bien, oye, mañana llega tu hermano de Chile. Será doble celebración.

-Uju. Qué alegría.-respondió de mala gana.-Mamá, no quiero ser antipática, pero quiero estar sola. No cenaré, no quiero visitas tontas. No quiero que Mikaela entre a mi habitación, por favor.

-Tu hermana está haciendo galletas para ti, galletas de limón.

-No quiero, seguro le echó un kilo de azúcar.

-Que genio, eh. Si necesitas algo me llamas, te amo.

La dejó que siguiera viendo su serie en el iPad. Iba a ser una semana difícil con la adolescente de trece años. José Luis llegó poco después con Sami desesperada por descansar. Había corrido demasiado.
Buscó a su esposa luego de saludar a su bebé. Marita le dijo que estaba con Laura, pero la escuchó hablar por teléfono en su habitación.

Cerró la puerta tras de sí, queriendo un poco de privacidad. Esperó pacientemente a que terminara con la llamada para besarla como correspondía. Cuando lo hizo, se sintió tan bien.

-Amor, tenemos que hablar.-le dijo él, asustandola.

-¿De qué?

-Próximo martes debo viajar a Dubai, será por dos meses más o menos.

El alma se le cayó al suelo.

-¿Dos meses? Es demasiado tiempo José Luis. Entiendo que sea por trabajo, pero últimamente estas viajando cada un mes y no sé...

José Luis frunció el ceño.

-No quiero que pienses en cosas que no son, te amo, eres mi esposa, pero la ingeniera a cargo dejó todo mal en su gestión y debo ir a poner orden y ver que tanto desmadre hay.

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