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Nico revuelve la sopa dentro de la olla para que no se pegara

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Nico revuelve la sopa dentro de la olla para que no se pegara. Suelta un suspiro alto, tocando la parte baja de su espalda. Apenas tiene 4 meses de embarazo pero no es eso lo que le lastima la espalda. Hoy, después de clases, tuvo que volver a pie desde la preparatoria, que está en el centro y él vive en su pequeña casa del norte.

Niega con la cabeza, echándole un poquito de agua a la mezcla. Recuerda como era su vida hace 3 semanas, antes de venirse a vivir con un alfa que gracias y sabe su nombre. Cuando vivia con sus progenitores, todo era diferente. No eran ricos, vivían bien, y al ser hijo único, todos los reducidos gastos iban para él. Cuando le dijo a su madre, una hermosa mujer beta, que estaba en espera, ella dijo que estaba bien, que él tenía la última decisión sobre quedarse o irse con el alfa responsable.

En Inglaterra era así, como una costumbre. Cuando un alfa dejaba en cinta a un omega, el debía llevárselo y arreglárselas solas. Nico estaba decidido a quedarse con sus padres y disfrutar de las comodidades que ellos le darían a él y su bebé. Pero no, Lewis llegó una noche diciendo que el omega (ni siquiera se acordaba de su nombre) se iría con él, porque el cachorro que llevaba dentro era suyo. Los padres de Nico lo vieron confiable y dejaron a su hijo ir con él. El omega nunca se quejó.

Ahora se arrepentía de sobre manera de no haberse quejado en aquel momento, había estado tan aturdido que nada salió de sus labios, sólo empacó su ropa en una pequeña maleta y con la misma, partió.

Nico sabe que Lewis se lo trajo a su casa por una razón. Y no era por el bebé o porque él sea su omega, no. La simple razón por la que estaba aquí, ahora, era porque si el alfa no lo hubiese hecho, su ego de dominante hubiese sido dañado, y se hubiera sentido humillado.

Vuelve a negar, no pudiendo creer que tan tonto fue. O sea, el cortejo de Lewis fue el más vergonzoso.

Un día, la puerta de la casa de sus padres fue tocada, Nico la abrió, encontrándose con cierto alfa ahí parado, con la cara seria y mirada sin titubear.

-¿Puedo ayudarte en algo?- Nico había preguntado, con medio cuerpo escondido detrás de la puerta, sólo viendo como el pelinegro asentia.

-Quiero que me ayudes en mi próximo celo- dijo, tendiendo una caja de chicles sabor a menta. Los ojos color gris de Nico brillaron. Eran sus favoritos. Él amaba los chicles.

-Está bien, creo. ¿Cuándo es?- preguntó, tomando la caja entre sus manos.

-El próximo sábado- y con eso dicho, se dio la vuelta, caminando lejos de la casa.

Lewis era un alfa que estudiaba en la misma escuela que él. Compartían clases pero Nico nunca creyó que supiera de su existencia porque, bueno, nunca volteaba a verlo. Sólo hablaba con sus dos amigos, Kimi Raikkonen y Jenson Button, el primero siendo un alfa y el segundo un beta.

Él era un alfa muy cerrado, sólo con sus cercanos podía entenderse bien. Ellos duermen en la misma cama, porque en realidad no hay otra. Hay noches en las que Lewis se va a la sala o simplemente se queda lo más alejado de Nico.

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