A sus 19 años, Nico debería estar apoyando a su banda favorita, yendo a centros comerciales a mirar la ropa de temporada que ha llegado, o estar juntando dinero para su graduación de preparatoria. Pero no, a sus cortos -o largos- 19 inviernos, Nico...
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La casa de Nico es hogareña, es lo primero que piensa y siente Lewis cuando llegan a dicho lugar. Dentro está decorada con finos adornos y muebles de madera y en las paredes hay fotos familiares colgadas. Cuando entras por la puerta, lo primero que ves son las escaleras que te llevan arriba, a las habitaciones. Lewis inspecciona el lugar con la vista mientras olfatea disimuladamente en busca de algún olor extraño, su Alfa le ordena hacerlo, en modo de protección, pero sólo siente el de Nico.
-¡Mamá, ya llegué!- Nico grita por sobre la música que está puesta en todo el hogar.
El Omega le indica al pelinegro que deje las cosas sobre el sillón. Una señora de cabello corto y rubio oscuro sale de la cocina, no es muy delgada pero luce bien. Su cara es de delicadas facciones y el Alfa nota que tiene las mismas cejas que Nico. Lewis la recuerda, ha visto antes a la madre del Omega, sólo que nunca se fijó con detalle como era realmente.
-¡Oh, Nico!, llegas algo tarde, ¿no crees?- la mujer se acerca a los jóvenes sonriente, sosteniendo una espátula en la mano y un delantal floreado se ajusta en su cintura.
-Síp, fui con Lewis a hacer unas cosas- el Omega se acerca a su madre para darle un abrazo. Lewis se queda en su lugar sin moverse hasta que la Beta le dirige una mirada y le sonrie.
-Hola, Lewis. ¿Te quedarás a comer?, si es así, es un placer para nosotros tenerte aquí.-
-Buenas tardes, señora Rosberg- asiente, . -Sí, sería un gusto. Muchas gracias.-
-Bien, si quieren comer tendrán que esperar un poco, porque todavía estoy preparando las cosas.-
-Esperamos entonces- Nico dice, contrayendo sus hombros.
-¿Por qué no van arriba a esperar?- sin poder usar sus manos, la Beta empuja con sus caderas a su hijo en dirección hacia las escaleras. - Total, embarazado ya estás.-
-¡Mamá!- el Omega le reprocha con una mirada de sorpresa pero su madre sólo se ríe divertida, caminando a la cocina -Ven Lewis, te llevaré a conocer mi habitación.-
Con las mejillas rojas y calientes, ambos suben calmadamente cada escalón. Nico se dirige a una puerta pintada de color roja y la abre. En las paredes hay posters de super héroes o de alguna caricatura animada.
-Tu habitación es...- Lewis frunce el ceño, buscando alguna palabra -amable- que decir.
-¿Infantil?, lo sé- asiente, pasando su mano por un poster de Cars y sonríe, recordaba que aquella caricatura que le gustaba mucho cuando era niño. -La última "remodelación" que hice fue cuando tenía 12 años.-
-Eso explica... todo, prácticamente.-
-Pero, ¿no te gusta?-
-Sí, digo, es lindo, creo.-
-Yo mismo pegué cada póster en la pared- mira alrededor con detalle, y el contrario puede notar el brillo nostálgico que se presenta en los ojos del rubio. -Mamá creía que era obsesivo y que algún día-