Capítulo 6. El Rey Triste

11 3 0
                                    

El eco de sus pasos resonaba en los pasillos oscuros, donde retratos antiguos colgaban de las paredes como testigos silenciosos del tiempo.

Finalmente, llegó a una sala iluminada tenuemente, donde la luz acariciaba las hileras de libros que llenaban las estanterías. Una suave luz revelaba un espacio cubierto de libros desordenados, como si alguien hubiera pasado días en una búsqueda frenética. Allí, bajo esa luz tenue, la vio: la pelirroja estaba sentada tras una mesa, rodeada de textos antiguos. Al sentir la presencia de Veronika, levantó la vista lentamente.

—Creí que nunca te volvería a ver— dijo con voz suave—

Veronika se cruzó de brazos, sin bajar la guardia. Ella no esperaba volver a encontrarse con la bruja, y menos en este lugar.

—¿Que haces aquí?—preguntó—

La bruja cerró el libro con delicadeza.

—Este es mi hogar—contestó mientras se levantaba y dejaba el libro en los estantes—. Y por lo que parece, también será el tuyo.

Veronika la miró con incredulidad, sus labios torciéndose en una mueca de burla.

—¿Hogar?, ¿En este lugar lleno de vampiros?— dijo con un toque de ironía en su voz.

—Las cosas son diferentes. Hay paz entre las especies. Los reyes han logrado eso —Su tono era tranquilo, casi didáctico—. Aunque no a todos les agrada, especialmente vampiros y lobos, ya sabes, son enemigos por naturaleza. Pero quienes lo aceptan son bienvenidos.

Veronika arqueó una ceja, escéptica.

—Claro, siempre y cuando les seas útil, ¿verdad? — dijo incredula—

La bruja la miró con mayor intensidad, pero no respondió al sarcasmo.

—¿Tú que haces aquí?—preguntó, su voz más baja ahora, cargada de curiosidad—. No pareces el tipo de persona que se somete fácilmente.

—No tenía muchas opciones. Unirme no era exactamente una invitación que pudiera rechazar.

—Tú si tienes opción. Eres alguien con mucho poder— dijo tratado de entender porque acepto quedarse— Lo que eres, nadie lo sabe. Te lo advierto, si se llegan a enterar-

Veronika frunció el ceño, confundida y a la vez intrigada.

—¿Por qué te importa?

—No solo te afecta a ti, a mi también. Porque yo lose y no dije nada—dijo la joven bruja—

—¿Porque no?—preguntó aún más confundida— Si es un riesgo para ti ocultarlo, ¿Porque no decirles?

—Digamos que veo algo en ti, algo que estos vampiros ni ninguna otra especie podrían o querrían, comprender, solo serás una amenaza, algo que deben eliminar—la pelirroja hizo una pausa, acercándose un poco más— Ten cuidado. Este lugar tiene reglas estrictas, y castigos para quienes las rompen. El hecho de que te hayan aceptado no te hace inmune. Debes ser discreta.

—Lo tendré en cuenta —respondió en voz baja, sin apartar los ojos de los de la pelirroja.

La tensión en la sala era palpable. Por un instante, ambas quedaron atrapadas en un duelo silencioso de miradas, como si supieran que este encuentro era solo el comienzo de algo más grande.








































Veronika se estaba adaptando poco a poco. Fingir le resultaba sencillo, y en realidad le divertía observar cómo los demás vampiros intentaban intimidarla sin éxito. La mayoría no se daba cuenta de que su aparente fragilidad era solo una fachada.

Veronika se cruzaba muy pocas veces con los reyes, algo por lo que se sentía aliviada. Sin embargo, no podía sacar de su mente lo que sucedió con el Rey Roderik, su mirada vacía, y su rostro mostrando una tristeza profunda, casi insondable, como si algo lo persiguiera desde hacía siglos.

Un día lo observó desde las sombras de uno de los corredores del castillo, en silencio. En el gran salón, el rey se encontraba sentado en su trono, inmóvil como una estatua de mármol. Su rostro, pálido y majestuoso, no mostraba ninguna emoción, pero había algo en su mirada que lo delataba. Siempre estaba solo, siempre parecía perdido en pensamientos oscuros.

Lo veía cada cierto tiempo y siempre que lo veía, su rostro mostraba una tristeza inquebrantable, una melancolía profunda que parecía envolverlo en una soledad perpetua.

—Triste no— Veronika quien estaba en el balcón viendo al rey se giró viendo a Alyssa—

—¿Que le paso?—preguntó la vampira poniendo su vista de vuelta en el rey mientras sentía como la bruja se acercaba hasta ponerse a su lado. —

—El rey no siempre fue así. Antes de que tú o yo llegáramos aquí, el rey se enamoró de una humana. Nadie lo hubiera imaginado, pero ella lo transformó. Él, un ser de la noche, encontró luz en esa mujer, una luz que nunca había conocido. Su corazón latía, aunque fuera de manera simbólica.

Alyssa hizo una pausa, como si las palabras tuvieran el poder de evocar esos recuerdos. Veronika la miró con atención, esperando.

—Aunque sabían que no podían estar juntos —continuó Alyssa—, se amaban con una pasión que desafiaba todo. Ella sabía lo que él era, sabía los riesgos. Pero aun así, eligió estar con él. El rey estaba dispuesto a desafiar las leyes de nuestro mundo por ella. Pero el destino...—miro a Veronika—... fue cruel.

—¿Que sucedió?— preguntó, aunque ya sabía la respuesta—

Alyssa suspiró, sus ojos reflejando una tristeza que parecía compartir con el rey.

—Fueron descubiertos. —Su voz se volvió más sombría—. Los enemigos del rey lo atacaron donde más le dolía. Ella fue asesinada de manera brutal, delante de él.

El semblante de Veronika se ensombreció al escuchar esas palabras. Los recuerdos la asaltaron con una fuerza inesperada, sumiéndola en un torbellino de imágenes.

¡No, por favor!

¡Por favor, no lo hagas!

¡ETHAN!

》Sin que él pudiera hacer nada para salvarla. Desde entonces, lleva esa tristeza a cuestas, como si su corazón hubiera sido arrancado junto con ella. Aunque él siga siendo un rey poderoso, una parte de él murió esa noche con su amada.《

El silencio que siguió fue profundo, lleno de ecos de recuerdos y emociones.

Veronika observó al rey una vez más desde la distancia. Era un ser roto, un alma inmortal atrapada en un luto eterno.

Igual que ella.

Ahora entendía, el porqué no lucho con esos vampiros y se sentía culpable.

—¿Crees que alguna vez podrá encontrar la paz? —preguntó Alyssa, rompiendo el silencio con una suavidad que contrastaba con la crudeza de la historia— Es lo que siempre me pregunto.

—No la encontrará —respondió Veronika sin titubeos, su voz un susurro— El dolor y los recuerdos nunca se irán.

Alyssa la observó y comprendió, no hablaba solo del rey.


































































𝑬𝑳 𝑫𝑬𝑺𝑷𝑬𝑹𝑻𝑨𝑹 𝑫𝑬 𝑳𝑨 𝑺𝑨𝑵𝑮𝑹𝑬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora