La mañana era fría, pronto sería final de mes, solamente faltaban un par de meses y días para Navidad y Harry pensaba seriamente en trabajar turnos dobles antes de las fiestas libres y pasarlas con sus hermanos.
Despreciaba mucho aquellas fechas, pero sus hermanos las adoraban y él no sería estorbo para que pasen algunos momentos agradables.
Gracias a la luna el ambiente en el hospital estaba siendo tranquilo.
Harry es un lindo y amoroso enfermero.
Hace un año aproximadamen te pudo culminar sus estudios con mucho esfuerzo y dedicación, en la etapa práctica tuvo algunos turnos en el hospital donde ahora trabaja, por su buen desempeño y carisma con los pacientes se ganó un puesto como enfermero de turno.
Al ser omega siempre estaba a prueba, si algo salía mal sería despedido, es por eso que siempre se esforzaba para que todo estuviera bien.
En ese preciso momento trabajaba ordenando los historiales de los pacientes para llevarlos a las salas y así los médicos podían ver la evolución de los pacientes.
El teléfono suena y una de sus compañeras responde dejando al personal en completo silencio, al parecer una ambulancia se acercaba, pues hubo un accidente en la autopista. Uno de los médicos de planta corría por el pasillo seguido de algunos de sus compañeros.
Se apresura a ir para apoyar; sin embargo, a medio camino la doctora Jules, quien era su encargada, lo detuvo.
—Harry, ¿podrías ir a la sala tres? —pregunta entregando un informe—. Tengo un paciente en espera y debo entrar a cirugía, son personas del accidente.
—¿No es necesaria mi ayuda aquí? —inquiere profesional despejando el área mientras toma los papeles.
—El reporte habla de heridas superficiales como raspones, algunas costillas y huesos rotos, al parecer la cirugía es porque uno de los tripulantes tiene algunos vidrios incrustados. Según los de la ambulancia todo está controlado, así que por ahora supongo que estaremos bien. —sonríe tranquila.
—Perfecto, si necesita algo estaré listo.
—Gracias, Harry.
—Está bien… —responde a lo lejos, se escuchó el ruido del automóvil, los demás compañeros estuvieron alerta para dar inicio—. Suerte, que todo salga bien. —termina de decir.
—Solamente tenle paciencia. —La doctora dice antes de irse detrás de la camilla de la persona que iba a cirugía.
—Bien. —Harry se da la vuelta para dirigirse a la sala correspondiente.
De camino tomó un par de vasos con café y llevó uno con un alfa de avanzada que estaba fuera de una de las habitaciones, su esposa había sido operada y aún no despertaba.
—Podría ir a descansar, yo estaré pendiente de ella. —sonríe cálido.
El alfa aceptó el vaso. —Gracias, pero no quiero dejarla sola, quiero estar con ella cuando despierte.
—Bien, si necesita algo estaré rondando por aquí. —Se despide con un saludo antes de ir a donde le corresponde.
Ya no recordaba cuantos vasos había ingerido, Harry tenía una adicción a la cafeína, amaba sentir lo caliente y amargo de la bebida pasar por su garganta, si no tomaba su café mañanero no funcionaba del todo bien.
Le recordaba tanto a su abuela, cada día a eso de las cinco de la tarde, su casa se inundaba de ese delicioso aroma. Entonces aquella linda omega aparecía una pequeña taza llena de café, ella siempre llevaba zapatillas de tela con fondo acolchado. Tenía algunas cuantas del mismo color, con la diferencia en los detalles que lo adornaban. Su abuela era una mujer elegante, fina y alegre.
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Saturdays
RandomHarry es un lindo omega. Trabaja como enfermero para poder cuidar a sus hermanos, su vida es algo complicada hasta que un día atiende a un guapo alfa con miedo a las inyecciones.