Los días en Sumeru pasaron lentamente después de la reconciliación entre TN, Aether, y Paimon. La tensión que antes colgaba sobre sus cabezas como una nube oscura finalmente se había disipado, permitiendo que la amistad entre ellos floreciera de nuevo. El tiempo que pasaron juntos, curando las heridas del pasado, había fortalecido el vínculo que compartían. Ahora, con las cosas aclaradas, se preparaban para lo que venía.
Aether y Paimon estaban listos para continuar su viaje, en busca de la hermana perdida de Aether. Con TN ahora como su aliado y amigo, el trío se sentía más fuerte que nunca. En la tranquila mañana de su partida, se reunieron frente a las puertas de Sumeru, donde se despidieron de sus amigos y aliados. Tighnari, Collei, y otros se habían acercado para desearles suerte, mientras Nahida los observaba desde las sombras del templo, su rostro sereno pero lleno de sabiduría.
Paimon: ¡Vamos! ¡Nos espera una nueva aventura! —exclamó emocionada mientras flotaba alrededor de Aether, girando en pequeños círculos de emoción— ¡Fontaine será nuestro siguiente destino! ¡Estoy segura de que habrá algo delicioso allí también!
Aether sonrió ante el entusiasmo de Paimon, pero su mirada se dirigió hacia TN, quien permanecía algo pensativo a su lado. El viento del desierto comenzaba a levantarse, y con un último adiós a la paz de Sumeru, el trío emprendió su camino hacia el vasto desierto que conectaba la nación del conocimiento con el territorio de Fontaine.
Mientras caminaban, el silencio entre ellos se hacía más pesado. Paimon, aunque normalmente habladora, parecía notar la tensión en el aire y decidió flotar en silencio, disfrutando del paisaje. Finalmente, después de horas bajo el sol abrasador, Aether rompió el silencio, dirigiendo su mirada hacia TN.
Aether: Oye, TN... —comenzó con voz calmada, pero cargada de curiosidad—. Sé que has dicho que quieres redención, pero... ¿por qué realmente nos estás ayudando? ¿Por qué nos acompañas en este viaje?
TN se detuvo por un momento, mirando el horizonte dorado del desierto que se extendía infinitamente. El calor hacía que el aire vibrara, creando ilusiones distantes de oasis que no existían. Aether lo miró de lado, esperando una respuesta sincera, mientras Paimon se detenía también, flotando cerca de ellos, curiosa por la respuesta.
TN suspiró profundamente, consciente de que esa pregunta había estado rondando en la mente de Aether desde que lo conoció. Decidió que ya no era momento de ocultar sus verdaderos pensamientos.
TN: Te lo dije desde el principio, Aether... —respondió con voz grave— Estoy aquí porque busco redención. Mi pasado como Fatui dejó muchas cicatrices, no solo en los demás, sino también en mí. He causado mucho daño, he tomado decisiones que me persiguen incluso ahora. Al principio, pensé que podía ignorarlo, que podía dejar ese pasado atrás, pero no es tan fácil...
TN se detuvo un momento, mirando a Aether directamente a los ojos, como si buscara asegurarse de que comprendiera la gravedad de sus palabras.
TN: Cuando te conocí, vi una oportunidad. Una oportunidad para cambiar, para hacer algo bueno, algo que pudiera aliviar el peso de lo que he hecho. No puedo cambiar lo que pasó, pero sí puedo intentar mejorar las cosas de ahora en adelante. Acompañarte en tu búsqueda... es mi forma de hacer las paces conmigo mismo.
Aether lo escuchó en silencio, asintiendo lentamente mientras procesaba las palabras de TN. Había sentido el conflicto interno de su amigo, pero nunca había comprendido completamente la profundidad de su arrepentimiento. Ahora, más que nunca, Aether entendía que TN no solo buscaba redención para los demás, sino para sí mismo.
Aether: Lo entiendo, TN. Y creo que... todos merecemos una segunda oportunidad, incluso tú. No importa lo que hayas hecho en el pasado, lo importante es lo que haces ahora. —Aether sonrió suavemente— Estoy agradecido de que estés con nosotros.