El día de la cita finalmente ha llegado, y mientras me miro en el espejo, no puedo evitar sentir una mezcla de emoción y nerviosismo. Madison, se ofreció a cuidar a Theo, lo que me da un respiro al saber que él está en buenas manos. La idea de salir, de tener un momento solo para mí, me hace sentir como si estuviera volviendo a ser yo misma, aunque sea por unas horas.
Me visto con un vestido que he tenido guardado en el armario durante meses. Es un vestido de un tono azul profundo, que resalta mis ojos y mi piel. La tela es ligera y suave, cayendo con elegancia hasta justo por encima de las rodillas. Tiene un escote en forma de corazón que añade un toque de feminidad, pero sin ser demasiado atrevido. Las mangas son cortas y ligeramente acampanadas, dándole un aire romántico.
A medida que me miro en el espejo, no puedo evitar sentirme un poco más segura. El vestido abraza suavemente mi figura, y aunque no me siento como antes de ser madre, hay algo en la manera en que se ajusta que me hace sentir atractiva. Decido añadir unos pendientes sencillos de plata que brillan suavemente, junto con un poco de maquillaje que realza mis rasgos sin cubrirlos por completo.
Mis labios se tiñen de un suave tono nude, y una ligera capa de rímel resalta mis pestañas. Me suelto el cabello, dejándolo caer en suaves ondas que enmarcan mi rostro. Me miro una vez más y sonrío.
Hoy, por un momento, soy solo Lía. La emoción y el nerviosismo se entrelazan en mi estómago mientras recuerdo que esta noche tengo una cita con Maxwell.
Cuando llega Madison, estoy lista, y su expresión de complicidad me anima.
—Te ves increíble, Lía —dice, sonriendo mientras se acerca a mí—. ¡No puedo esperar a escuchar todo sobre tu cita!
Le devuelvo la sonrisa, y aunque la ansiedad aún persiste, sé que esta es una oportunidad para disfrutar y dejar atrás un poco el caos de mi vida cotidiana. Con un último vistazo al espejo, estoy lista para salir y ver a dónde nos lleva esta noche.
Maxwell llega puntual, y puedo escuchar el sonido de su coche detenerse en la entrada. Un cosquilleo de emoción recorre mi cuerpo mientras me acerco a la puerta, sintiendo que este momento es significativo. Abro la puerta, y ahí está, con una sonrisa que ilumina su rostro. Lleva una camisa blanca ajustada que resalta sus brazos y un pantalón oscuro que le da un aire elegante pero casual.
—¡Hola, Lia! —dice, y su voz tiene un tono alegre que me hace sentir aún más nerviosa.
—¡Hola! —respondo, intentando ocultar mi emoción tras una sonrisa. Pero antes de que pueda decir más, Madison aparece detrás de mí.
—¡Maxwell! —saluda ella con entusiasmo, extendiendo la mano para un apretón firme. —Gracias por llevar a mi hermana a salir esta noche.
—El placer es mío, Madison. Es un honor —responde él con cortesía, y me alegra ver que ambos se llevan bien. Hay algo reconfortante en eso.
Maxwell entra en casa, y aunque el ambiente está lleno de risas y alegría, mis pensamientos se centran en la cita. Él se inclina para saludar a Theo, que está jugando en su pequeño rincón, y me detengo un momento para observar.
—Hola, campeón —dice Maxwell, agachándose a la altura de Theo, su voz suave y llena de calidez. Theo levanta la mirada, sus ojos brillando de curiosidad.
—¡Hola! —responde Theo, y mi corazón se llena de ternura al ver cómo Maxwell logra conectar con él tan fácilmente.
—¿Qué estás haciendo, pequeño? —pregunta Maxwell, sonriendo mientras juega con los bloques que Theo ha dejado esparcidos por el suelo.
—¡Construyendo un castillo! —exclama Theo, emocionado.
Maxwell asiente, interesado, y le pregunta sobre los colores y las formas. La interacción es natural y dulce, y me siento un poco más tranquila al ver que se lleva tan bien con él.
—Eso suena genial. ¡Cuando termine, podríamos hacer uno juntos, ¿te parece? —le dice, y la expresión de Theo brilla de felicidad.
Después de unos minutos de charla, Madison se acerca y le dice a Theo que tiene que irse a la cama.
Maxwell se despide de Theo, prometiéndole que pronto volverá para jugar con él.
Maxwell se vuelve hacia mí y sonríe, y en ese momento siento que, independientemente de lo que pase esta noche, todo estará bien.
—¿Lista para salir, Lía? —pregunta, su voz llena de una energía que me anima.
—¡Sí! —respondo, sintiendo que la mezcla de emoción y nervios se intensifica.
Con un último vistazo a la puerta que lleva a donde está Theo, salimos juntos, listos para enfrentar lo que esta noche nos depara.
Mientras caminamos hacia el coche, la emoción se mezcla con un ligero nerviosismo. La noche es fresca y clara, y las luces de la calle brillan suavemente, creando un ambiente casi mágico. Maxwell abre la puerta del pasajero para mí, y me siento un poco halagada por su gesto.
—Gracias, caballero —digo, sonriendo mientras me acomodo en el asiento.
—Siempre —responde él con una sonrisa, y noto cómo sus ojos brillan con un entusiasmo contagioso. En el momento en que se sienta al volante, el aire parece cargarse de promesas.
A medida que avanzamos por las calles, la conversación fluye naturalmente. Hablamos sobre trivialidades, sobre el trabajo, y poco a poco, la tensión inicial se disipa. Hay algo reconfortante en estar juntos, como si fuéramos amigos de mucho tiempo. Pero también hay una chispa que no puedo ignorar, una energía que crece con cada palabra que intercambiamos.
—¿Tienes un lugar en mente para nuestra cita? —pregunto, mirándolo con curiosidad.
—Sí, pensé que podríamos ir a ese nuevo restaurante que abrieron en el centro. He oído que la comida es increíble y el ambiente es muy agradable —responde, su tono lleno de entusiasmo.
—Suena perfecto —digo, sintiéndome cada vez más emocionada por lo que nos espera.
Mientras llegamos, la luz de la luna ilumina el camino, y la ciudad se siente viva. Maxwell me cuenta anécdotas divertidas sobre su trabajo, y no puedo evitar reírme. Es fácil, y me doy cuenta de cuánto he estado esperando un momento así, lejos de las responsabilidades y preocupaciones.
Finalmente, llegamos al restaurante. Al entrar, el ambiente es acogedor, con luces tenues y música suave que envuelven el espacio. Nos conducen a una mesa junto a la ventana, y el menú está lleno de opciones deliciosas.
Mientras hojeamos las cartas, Maxwell me lanza una mirada divertida.
—No te preocupes, si te decides por algo raro, estaré aquí para probarlo —dice, y la risa se escapa de mis labios.
—Es un trato —respondo, sintiéndome ligera y feliz.
A medida que la cena avanza, la conversación se vuelve más profunda. Hablamos sobre sueños, esperanzas y, aunque toco la superficie de mi vida como madre, no puedo evitar compartir parte de mi mundo con él. Su interés y respeto me hacen sentir escuchada y valorada.
El tiempo parece volar, y cuando llegamos al postre, me doy cuenta de lo mucho que he disfrutado la velada. En este momento, lejos de las preocupaciones y el caos, me siento como una mujer completa, no solo como madre, sino como alguien que puede vivir y disfrutar de la vida.
Maxwell me mira con una intensidad que me hace palpitar el corazón.
—Lía, estoy realmente feliz de que hayamos hecho esto —dice, su voz suave y sincera—. Me gustaría que esto no fuera solo una noche.
Me sorprendo, pero al mismo tiempo, la idea me hace sonreír.
—Yo también —le respondo, sintiendo que, tal vez, esta noche es solo el comienzo de algo especial.
NOTA
Espero disfruten esta pequeña maratón!!!
Muchas gracias por leerme, nos vemos en el siguiente capítulo
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Alguien Como Tú
Любовные романыPara Lía Lowell nunca fue fácil creer en el amor, pues el ver las malas experiencias de su madre y vivir una experiencia traumática sirvió para ser un claro ejemplo de que el amor no está hecho para todos y que a veces debes dar todo de ti para lleg...