Capítulo 9: ¿Puedo ir a verlo?

39 7 0
                                    

Checo llegó a su casa esa noche con el corazón en un torbellino de emociones. Sabía que su papá lo estaría esperando, y no se equivocó. Apenas cruzó la puerta, su padre estaba sentado en el sofá, con los brazos cruzados y una expresión seria en el rostro.

—¿Dónde estabas? —le preguntó su padre, sin levantar la voz, pero con ese tono frío y desaprobador que Checo conocía tan bien.

Con un amigo... sólo estábamos cenando, no hice nada malo —respondió Checo, sintiendo el nudo en su estómago apretarse. Después de todo, a su papá no le caía muy bien Max.

Siempre estás fuera. Siempre con excusas. ¿Cuándo vas a empezar a tomarte las cosas en serio? A tu edad, deberías estar más enfocado en tu futuro, no en vagar por ahí con amigos. —Las palabras de su padre golpearon a Checo como un martillo, cada una cargada de un juicio que le dolía profundamente.

Sin decir nada más, Checo subió las escaleras apresuradamente y se encerró en su cuarto. Se dejó caer sobre la cama, mirando el techo, y dejó que las lágrimas que había estado conteniendo finalmente cayeran. Parecía que nunca era suficiente, nunca importaba lo que hiciera, su padre siempre encontraba algo de qué quejarse.

Un par de horas más tarde, su teléfono vibró sobre la mesita de noche. Al mirar, vio que era un mensaje de Max:

"Oye, estaba pensando que tal vez mejor mañana podríamos hacer una cena más tranquila. Si quieres, puedes quedarte a dormir también."

Checo sonrió levemente, pero la duda lo invadió. Sabía que su papá no estaría de acuerdo, pero quizás su mamá lo dejaría. Decidió preguntarle solo a ella.

Mamá, ¿puedo ir mañana a cenar a casa de Max? Dice que también me puedo quedar a dormir... —dijo tímidamente cuando la encontró en la cocina.

Su madre lo miró, evaluando la situación con una sonrisa ligera.

Claro, cariño. Si te hace bien estar con Max, entonces ve. Solo cuídate.

Al día siguiente, Checo despertó aún sintiendo el peso del malestar de la noche anterior. Su padre lo ignoró por completo durante el desayuno y tampoco le dirigió la palabra durante la comida, algo que solo hacía que su corazón se sintiera más pesado. Aún así, sabía que tenía algo especial esperando por él.

Cuando llegó a la casa de Max, tocó la puerta con una mezcla de emoción y nervios. Max abrió casi al instante, su nerviosismo evidente en sus ojos y en la sonrisa nerviosa que le dedicó.

—¡Checo! Hola, pasa... —dijo Max, haciendo un gesto para que entrara.

Después de caminar por la casa, Max lo llevó hasta el patio, donde una sorpresa lo aguardaba. El lugar estaba decorado con luces suaves, la mesa adornada con detalles sencillos pero elegantes, y todo el ambiente era acogedor, cálido, como si Max hubiera puesto su corazón en cada pequeño detalle.

Checo miró a su alrededor, asombrado.

Max... esto es increíble. No tenías que hacer todo esto —dijo, su voz suave, pero llena de agradecimiento.

Quería que fuera especial —respondió Max, aún nervioso—. Para nosotros.

Se sentaron a cenar y la conversación fue fluida y ligera, aunque Checo podía notar que Max parecía inquieto. A pesar de los momentos divertidos y las sonrisas compartidas, había algo en los ojos de Max que le decía que aún no había dicho lo que realmente quería.

Después de terminar de comer y pasar un rato charlando, Max finalmente se puso de pie, respirando hondo.

Checo, hay algo que... quiero decirte desde hace tiempo —comenzó, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y nervios—. Eres alguien muy importante para mí. Cada vez que estoy contigo, siento que todo tiene sentido, que todo lo malo desaparece. No sé cómo explicarlo, pero... me haces sentir mejor, completo.

You love me? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora