Capítulo 12: Yo amo a Checo.

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Max y Checo se quedaron hablando un rato más, disfrutando de la tranquilidad de estar juntos. Max ya se sentía mejor, y la compañía de Checo le daba una paz que necesitaba después de todo lo que había pasado. Checo lo miró y, con una sonrisa suave, le dijo:

Emi, ¿por qué no damos un paseo? Te hará bien salir del hospital un rato. Lo podemos hacer cuando te den de alta.

Max lo miró, un poco inseguro, pero al ver la ternura en los ojos de Checo, no pudo negarse.

Está bien, Pecas —dijo Max, intentando bromear para disimular su nerviosismo—. Pero solo si no me haces correr maratones.

Checo soltó una pequeña risa. Después de que dieran a Max de alta, Checo y lo ayudó a ponerse de pie. Después de cambiarse, Max salió del hospital con Checo a su lado, sintiendo el aire frío que llenaba sus pulmones. Era un alivio estar fuera, lejos de las paredes grises del hospital, pero algo en el ambiente los inquietaba.

Mientras caminaban por las calles. Checo volteo discretamente hacia atrás y se dio cuenta de que un carro negro los seguía a cierta distancia.

Emi... —susurró Checo, sin querer alarmarlo de inmediato—. Creo que nos están siguiendo.

Max giró la cabeza, su cuerpo tensándose al reconocer el coche. Su corazón latió más rápido, y el miedo se instaló en su pecho.

Es mi padre —murmuró, su voz llena de pánico.

Tenemos que correr —dijo Checo, y sin pensarlo dos veces, tiró de Max.

Ambos comenzaron a correr por las calles nevadas, sus pies resbalando un poco en el hielo. Pero Max no podía mantener el ritmo. Sus heridas todavía dolían y, con cada paso, el dolor en su cuerpo se intensificaba.

¡No puedo, Pecas! —gimió Max, tropezando un poco, aunque intentaba mantener el paso.

—¡Solo un poco más, Emi! —dijo Checo, su voz preocupada, pero también decidida. —. ¡Vamos a llegar a casa!

Checo paso el brazo de Max por su espalda para poder ayudarle a correr. El miedo los impulsaba, pero cuando llegaron a la puerta de la casa de Checo, el coche de Jos ya estaba detrás de ellos. Marilú, la madre de Checo, abrió la puerta justo cuando ellos llegaron, pero Jos no les dio tiempo de entrar tranquilamente.

—¡Emilian! —gritó Jos, furioso, empujando a Marilú a un lado sin consideración alguna.

No le haga nada a él.—Checo intentó interponerse entre Jos y Max, pero su padre, Antonio, apareció rápidamente desde el interior de la casa, bloqueando el paso de Jos con una fuerza imponente.

—¡No te atrevas a tocar a mi hijo ni a Max! —gritó Antonio, enfrentándose a Jos con una mirada desafiante.

—¡Quítate, Antonio! —gritó Jos, tratando de empujar a Antonio, pero él no cedía terreno.

No voy a dejar que te lleves a Max, ni que lastimes a nadie aquí —dijo Antonio con firmeza—. Lo que tú sientas o pienses no tiene lugar en esta casa.

—¡Max es mi hijo, y no voy a permitir que lo arruines! —gritó Jos, sus ojos llenos de ira—. ¡No voy a dejar que siga con Checo!

Fue en ese momento que Max, con todo el coraje que había guardado durante tanto tiempo, se adelantó un paso, mirando directamente a su padre.

Padre —dijo, su voz temblando pero firme—. Checo y yo somos pareja. Somos novios, y eso no va a cambiar.

Jos lo miró como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. Sus ojos se llenaron de rabia, y dio un paso hacia Max, intentando agarrarlo. Pero Antonio fue más rápido, colocando su brazo frente a Max y deteniendo a Jos con firmeza.

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