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Al atardecer ya había limpiado el ático en su totalidad, es increíble que en un lugar tan pequeño pueda haber tanto polvo, pero en cuanto terminé pude apreciar lo bonito que había quedado, solo puedo esperar que Evan le guste, durante las fiestas suele estar silencioso, realmente lo comprendo.

—Debe ser tan difícil no tener a tu familia cerca en días importantes, digo, si supiera lo que es tener una familia...— divagué en el silencio del ático.

La verdad, muchas veces se me complicaba comprender a Evan.

Yo no había conocido a nadie de mi familia, jamás tuve una, no tuve una madre que me abrazara, o un padre que bailara junto a mí. Evan lo tuvo, sus padres... ellos simplemente lo adoraban.

De repente sentí celos del amor que le tenían, desearía haber tenido eso, desearía con cada parte de mi tener una madre a quien hablarle de amores y desamores; pero no puedo decirlo.

Marie se ha encargado durante años de arrullarme por las noches, de protegerme, supongo que eso es lo que hace una madre.

No importa, no debería estar pensando en esto en el día especial de Evan. Debo terminar de decorar. Ir a buscar los bocadillos. Mucho que hacer y poco tiempo para terminar.

Dejando atrás mis pensamientos, bajé por la desgastada escalera y corrí a la cocina, ahí, Marie me esperaba con una bandeja con galletas de chispas de chocolate, jugo de manzana y helado de vainilla. Esa explosiva y empalagosa combinación extra azucarada que con Evan comemos desde que somos amigos.

Corrí escaleras arriba con la bandeja y la dejé en la destartalada mesa del ático, para rápidamente buscar una venda e ir a buscar a mi amigo.

Sosteniendo la venda en una mano. La fría mañana de diciembre se podía sentir en el viento que se colaba por las viejas ventanas del orfanato, estaba bastante silencioso en la sala, supongo que ya todos se encontraban en el comedor disfrutando del rico desayuno navideño.

—¿Todo listo, Claire? —preguntó Marie al verme entrar al salón principal. Su voz siempre tenía ese tono suave y melodioso, como si temiera romper algo frágil en los demás.

—Sí, ya está todo listo —respondí mientras escondía la venda detrás de mi espalda—. ¿Sabes dónde está Evan?

—Está en el jardín —dijo con una sonrisa, mientras limpiaba las migajas de galleta de la mesa.

Salí rápidamente, el viento frío me golpeó el rostro cuando abrí la puerta trasera. Ahí estaba Evan, sentado en el columpio bajo el viejo árbol de manzanas. Parecía perdido en sus pensamientos, como si el mundo a su alrededor no existiera, con su típico gesto de concentración mientras miraba la maleza moviéndose lentamente bajo sus pies.

—¡Evan! —grité, lo suficiente como para sacarlo de su ensueño.

Levantó la cabeza y me miró con esa sonrisa ladina que intentaba mantener para disimular sus verdaderos sentimientos.

Corrí hacia él y antes de que pudiera decir algo, le coloqué la venda sobre los ojos.

—¿Qué pretendes? —protestó entre risas.

—Confía en mí, será rápido. Además, soy tu mejor amiga, ¿no?

Lo guie de vuelta al ático. Sus pasos eran torpes, pero sabía que se estaba dejando llevar. Cuando llegamos, lo hice detenerse a los pies de la escalera del ático.

—Ahora, quédate quieto —le ordené mientras subía para asegurarme de que todo estuviera perfecto: los cálidos rayos del sol de invierno se filtraban por las grietas en la pared que hace años habíamos dejado de cubrir. la mesa destartalada lucía más acogedora que nunca.

—Listo —grité desde arriba esperando que subiera. Cuando llegó arriba, lo abracé rápidamente —. ¡Sorpresa! — dije entusiasmada — Feliz Cumpleaños, Evan — susurré

Evan abrió los ojos y su expresión cambió de confusión a sorpresa real. Había algo en su mirada que me hizo pensar que tal vez, solo tal vez, había logrado transmitirle cuánto significaba para mí.

Estaba sonriendo cuando escuché los pasos de Marie subir las escaleras. Traía su radio vieja en las manos.

—Pensé que esto le daría un toque especial —dijo Marie, colocándola sobre la mesa. — Feliz cumpleaños, Cariño— lo abrazó suavemente y besó su mejilla.

—¡Oh! ¡Una radio! —exclamó Evan, sonrojado de tanto sonreir—. ¿Tienes una cinta?

Marie sonrió con una mirada cómplice, y puso una cinta de casette en el reproductor, tardó unos segundos cuando el claro sonido de "Friends Will be friends " de Queen llenó el ambiente.

—Tengo algo más para ti, cumpleañero —dijo mientras sacaba de su bolsillo un pequeño paquete envuelto en papel simple. Lo puso en manos de Evan, quien lo abrió con curiosidad. Cuando vio lo que había dentro, sus ojos se agrandaron. Era una foto de nosotros dos, sentados en la banca del parque, con las caras manchadas de helado mientras sonreíamos a la cámara.

—¡Esto es hermoso! Se los agradezco mucho, de verdad, ustedes son las mejores... ¡No me lo esperaba! —dijo Evan, su voz tembló mientras una lágrima se deslizaba por su mejilla.

Sin decir más, nos envolvió en un abrazo, apretándonos con fuerza.

—Sí, sí, yo también te quiero, pero oye, me estás llenando de mocos y me ahogas —murmuró Marie dramáticamente, como si no pudiera respirar.

—Mataste el momento, Marie —dije y no pude evitar reírme.

—¡Oh, vamos! Cállate mocosa, no es tu momento —respondió mientras se apartaba del abrazo y nos daba a todos una mirada teatral—. Pero bueno, tenemos algo que celebrar y vamos a hacerlo como se debe. Ven aquí, cumpleañero —le tendió la mano a Evan, quien aún con lágrimas en los ojos, la tomó entre risas.

La música seguía sonando, y pronto Marie comenzó a cantar, más bien gritar, la canción. Nos hizo girar y bailar, obligándonos a seguirle el ritmo;

"It's not easy love, but you've got friends you can trust."

Evan no podía parar de reír, y yo, contagiada por la energía de Marie, me uní a ellos, bailando con los dos, sintiendo el momento como algo nuestro, algo puro, como algo que los tres necesitábamos.

"Friends will be friends."

Cualquiera que nos viera desde fuera pensaría que estábamos locos, una adulta y dos adolescentes bailando una canción vieja en un ático polvoriento. Pero para nosotros, era perfecto. Era un momento que ninguno de los tres olvidaría.

"When you're in need of love they give you care and attention."

Solo éramos Evan, Marie y yo, siendo nosotros mismos, siendo esos niños que, de alguna manera, todavía éramos. Manteniendo nuestra inocencia en ese pequeño refugio que habíamos construido juntos.

"Friends will be friends."

En ese momento supe que, aunque el mundo fuera incierto y a veces cruel, mientras nos tuviéramos los unos a los otros, estaríamos bien. Evan era mi hogar, y yo el suyo.

Marie era nuestro hogar.

"When you're through with life and all hope is lost..."

La canción continuó mientras seguíamos bailando, riendo y disfrutando de esa pequeña fiesta improvisada. El ático era nuestro refugio, nuestro lugar sagrado, donde por esa noche, todo era perfecto.

"Hold out your hand 'cause friends will be friends. Right till the end."

Y así fue como terminamos lo que restaba del día, celebrando a Evan, riendo, bailando y charlando hasta que la noche nos envolvió con su oscuridad, pero de alguna forma, este día siempre quedaría grabado en nosotros.

SERAPHIM | #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora