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El sol se filtra en la habitación. Me despierto con una sensación de pesadez en la cabeza que nunca había sentido. Un profundo suspiro se escapa de mis labios. Recuerdo fragmentos de la noche anterior: risas, historias compartidas, y la botella de whiskey que pasó de mano en mano.

Me estiro en la cama y noto que la luz del día me golpea con fuerza. Primera resaca.

Me levanto lentamente, tratando de evitar movimientos bruscos que puedan intensificar el dolor.

Al salir de la habitación, me encuentro con el salón en un estado de caos alegre: vasos vacíos, bolsas de bocadillos esparcidas por el suelo, y el aroma persistente de la fogata que aún se siente en el aire. En la cocina, Jeremy y Evan están ya en pie, peleándose con la cocina, tratando de preparar algo para desayunar.

— ¿Cómo te sientes, Claire? —pregunta Jeremy con una sonrisa traviesa, notando mi expresión de malestar.

— Como si un camión me hubiera pasado por encima —respondo, llevando la mano a mi frente.

Evan suelta una risa. — Eso es lo que pasa cuando brindas por un verano único con una botella de whiskey.

Lucy entra en la cocina, su cabello desordenado y una expresión de sorpresa al vernos. — ¿Quién fue el genio que decidió tener una fiesta anoche? —murmura, frotándose los ojos.

— Creo que todos somos culpables —bromeo, tratando de restarle importancia a la situación. — Pero ¿dónde está Sophie?

Justo en ese momento, Sophie aparece, con una expresión de confusión y los ojos entrecerrados. — ¿Qué día es? —pregunta, y la risa se desata en la cocina.

— Es sábado, querida —le dice Evan, sirviendo un poco de café en una taza. — ¡Bienvenida a la realidad!

Sophie toma un sorbo de café y hace una mueca. — Creo que necesito más que café para recuperarme.

Las conversaciones fluyen mientras intentamos superar nuestra resaca. Cada uno comparte detalles vagos de la noche anterior, risas y alguna que otra vergüenza, y pronto el dolor de cabeza se siente un poco más soportable.

Mientras el sol se eleva, iluminando el paisaje, decidimos que no hay mejor remedio para la resaca que un poco de aire fresco y una caminata. Tras desayunar, nos vestimos rápidamente y nos dirigimos hacia el acantilado que se asoma al lago.

— ¿Listos para la aventura? —pregunta Sophie, su energía regresando poco a poco.

Evan y Jeremy asienten con entusiasmo, y Lucy, aunque aún un poco adormilada, se une al grupo. Caminamos juntos por el sendero que serpentea a través de los árboles, el aire fresco llena nuestros pulmones, y la risa comienza a rebotar entre nosotros nuevamente.

El sonido del agua del lago rompiendo suavemente contra las rocas resuena a lo lejos, y a medida que nos acercamos al acantilado, la vista se vuelve cada vez más impresionante. Al llegar, el espectáculo nos deja sin aliento: el lago brilla bajo el sol, reflejando tonos azules y verdes que parecen sacados de un sueño.

Nos sentamos al borde del acantilado, las piernas colgando sobre el vacío. La brisa es refrescante y rejuvenecedora, llevándose con ella el peso de la noche anterior.

— Este lugar es increíble —comento, mirando a mis amigos, todos con sonrisas en sus rostros.

— Lo mejor de las vacaciones es disfrutar de momentos como este —responde Evan, mientras lanza una piedra al lago, observando cómo se hunde en el agua.

— ¡Salud por eso! —grita Jeremy, levantando su mano como si estuviera haciendo un brindis.

Nos unimos, riendo y disfrutando del momento, sintiendo que, a pesar de las resacas y los problemas, estamos aquí, juntos, creando recuerdos que quedarán grabados en nuestras memorias.

A lo lejos, el sonido del agua y el canto de los pájaros nos rodean, y en este instante, todo parece perfecto. Con la promesa de un verano lleno de aventuras aún por vivir, el horizonte se presenta ante nosotros, abierto y lleno de posibilidades.

SERAPHIM | #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora