Introducción

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14 de noviembre de 1998, New Hedgestone

Perdí la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo llevo corriendo en la misma dirección. Miro a mi alrededor y el medio me invade, las pocas luces que iluminan la ciudad durante la noche me mantienen como un foco constante, sé que podrían verme. Pero no puedo detenerme, tengo que protegerla, llevarla a un lugar seguro, ellos no deben saber de su existencia. Alex tenía razón, no debí haber confiado en ellos, no después de lo que pasó la última vez.

La gente me mira extraña al llegar a la estación, y a decir verdad, no me sorprende, mis ropas están sucias, se asoma la sangre seca entre algunos de los agujeros de mi blusa y mi bebé llora inconsolablemente en mis brazos, pero se que no puedo detenerme. El miedo vuelve a invadirme. Siento las miradas de la gente clavándose en mí, juzgándome, pero no importa. El tren está por salir, y lo único que tengo claro es que ya no hay vuelta atrás.

14 de noviembre de 1998, Hillmore

Marie

La noche es tranquila, el único sonido es el chisporroteo del fuego en la chimenea y el suave ronquido de Alex, cuando de repente un golpeteo sordo e insistente en la puerta rompe el silencio. Me sobresalto. Alex despierta con mi movimiento y nos miramos confundidos, puedo sentir el miedo corriendo bajo mi piel. El golpe vuelve a sonar, cada vez mas desesperado. Me levanto suavemente y me acerco a puerta, asustada espero a que el golpeteo suene nuevamente para enfrentar a quien se encuentra en el pórtico, pero nada suena. Temblorosa, me acerco a la perilla y la giro lentamente, al abrir, mis ojos se encuentran con un pequeño bulto en el suelo. Lo reconozco de inmediato, es una pequeña bebé. La tomo con rapidez, y miro a Alex quien se encuentra detrás de mi con preocupación. En seguida busco alguna señal, alguna sombra, algún sonido, pero solo hay oscuridad y silencio. Miro el rostro de la bebé sus manos, busco algo, algo que me diga quién es y por qué fue dejada aquí.

En el fondo, lo sé, esos brillantes ojos color musgo solo podrían pertenecer a una persona, una punzada de preocupación se asienta dentro de mí, y lo reconozco, mis ojos se detienen en el brazalete que envuelve la muñeca de la pequeña, el mismo que ella y yo compartimos en algún momento.

Lo entiendo todo, ella ha venido, ella ha dejado a su pequeña acá, ha confiado en mi y en Alex, pero por alguna razón se siente como algo personal, algo me dice que es mi responsabilidad ahora. Siento un nudo en el estómago. Es mi responsabilidad ahora. Tengo que protegerla, debo mantenerla alejada de su pasado.

En ese momento en mi mente se sumerge un pensamiento, ellos podrían venir a buscarla y no puedo permitir que la encuentren.

Tomo rápidamente el teléfono, sintiendo la preocupada mirada de Alex, quien se ha mantenido en silencio observando la situación. Llamo a la única persona que se que podría ayudarme, la directora del orfanato Hillmore, mi tía Adaline. Le ruego que acepte a la bebé, que la oculte, que oculte su identidad, y le pido desesperadamente un puesto de trabajo, no puedo abandonarla, debo estar cerca de ella. No le doy mas explicaciones. Solo le pido que confíe en mí. Claire Ámbar Smythe será su nombre de ahora en adelante.

Me acerco a Alex y le entrego a la pequeña, lo veo en su rostro. La reconoce, sabe quien es, y no lo soporta, sus ojos se llenan de lágrimas y suavemente la vuelve a dejar en mis brazos. Mira hacia la puerta, y vuelve su mirada a mí, me besa suavemente, pero se siente diferente, se que es una despedida, besa la frente de la pequeña Claire, y me susurra un suave te amo al oído antes de acercarse suavemente a la puerta, me observa una última vez antes de salir y cerrar la puerta tras de sí, sin mirar atrás. Lo entiendo, lo acepto, no por eso duele menos, pero lo sé, Claire ahora es mi prioridad, esta es mi nueva realidad.

SERAPHIM | #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora