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El día en el acantilado transcurre con tranquilidad, entre charlas y risas. La brisa lleva el aroma del lago y la emoción es palpable entre nosotros. Jeremy y Lucy son los primeros en acercarse al borde.

— ¡Vamos! —grita Jeremy, dándole un pequeño empujón a Lucy. Ella ríe, pero antes de que pueda pensar dos veces, Jeremy la toma en sus brazos y ambos saltan al agua con un gran chapuzón.

El sonido del impacto se mezcla con nuestras risas y gritos de emoción. Nos asomamos al lago para observar la situación y después de unos momentos, emerge la cabeza de Lucy del agua, sus ojos brillan con alegría.

— ¡Esto es increíble! —grita hacia arriba mientras se sacude el agua del cabello.

Uno a uno, todos comenzamos a saltar. El agua está fresca, pero es refrescante bajo el sol brillante. Nadamos, jugamos y reímos mientras el tiempo parece desvanecerse. Jeremy desafía a todos a ver quién puede aguantar más tiempo bajo el agua, y rápidamente se convierte en una competencia amigable.

Más tarde, tras varias horas de diversión, decidimos descansar en las rocas que bordean el lago. Nos tumbamos bajo el sol, disfrutando de la calidez que se siente en nuestra piel. La tarde avanza y la conversación fluye de forma natural, llena de risas y planes para los días venideros.

— Este verano está siendo épico —dice Sophie, estirándose y disfrutando del sol.

Me incorporo y miro a mi alrededor, sintiendo una sensación de felicidad que no había experimentado en mucho tiempo. Sin embargo, noto que Evan se ha alejado del grupo. Lo encuentro sentado en una roca grande, al borde de una pequeña cascada que se derrama suavemente en el lago. Está inmóvil, con la mirada perdida en el horizonte, como si estuviera en su propio mundo.

Un rayo de sol atraviesa las ramas de los árboles y cae directamente sobre su rostro, iluminando sus rasgos y haciéndolo parecer casi etéreo. Hay algo en su expresión, una mezcla de tranquilidad y melancolía, que me atrapa. En ese instante, un sentimiento profundo se apodera de mí.

No sé cuánto tiempo llevo observándolo, pero de repente todo cobra sentido. Mi corazón late con fuerza en mi pecho y una verdad se asienta en mi mente: estoy enamorada de él.

Me quedo ahí, quieta, sintiendo cómo el atardecer a nuestro alrededor se desdibuja en el resplandor de ese momento.

Mierda.

SERAPHIM | #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora