My little Izuku (Katsudeku)

Día de abuelos

La sala donde me encontraba era familiar, las cortinas beige ambientaba la zona junto a las paredes similares en color. Las luces calidas eran, junto a las manos que me acariciaban la espalda, una de las cosas que me daban tranquilidad.

—Zuku, zuku— Bakugo hablaba bajo, casi susurrando—Conejito, hay que cambiarte— las palabras aún no terminaban de esclarecer mi despertar.

Luego sentí un cambio en el ambiente, de repente senti una brisa fría contra mí. Era lo que necesitaba para no cerrar nuevamente los ojos.

Ahí vi a Kacchan, sus ojos rubíes parecían estar concentrados en la tarea que llevaba a cabo. En cuanto subio la mirada, me sonrío.
Su sonrisa era lo que terminaba de dar el ambiente de calidez, y por si fuera poco, era una sonrisa que era solo para mí.

Le devolví la sonrisa pero aún tenía el chupete puesto, al parecer, estaba tan acostumbrado a tenerlo últimamente que era casi natural.

—Zuku, ya terminamos el cambio— El rubio hizo un par de palmaditas en mi pañal recién cambiado y luego un par de cosquillas para terminar de despertarme.

—Conejito, ¿Cómo dormiste?— Kacchan me ayudo a sentarme en el respaldo del sillón, si hubiera un lugar más cómodo que la cama de Bakugo, probablemente, sería este lugar.

—Bien Papi— Mis palabras salieron solas, era casi inevitable decirle de esa manera después de lo que sucedio.

—Me alegro Conejito, ¿Estamos para merendar?— Kacchan me subió para estar a upa.

Negue un poco, aún no quería salir de la manta suave que tenía ni del aroma que tenía él.

—Mmm, ¿Estaras nuevamente con fiebre?— Kacchan tocó un poco mi frente, mi temperatura era normal.

—Tal vez, hijo, solo quiera estar con vos— Una voz conocida se sumó a la conversación. Masaru, el padre de Katsuki, estaba en los pies de la escalera acercándose al sillón.

—Es normal, a la edad de Izuku, que quieran estar con la persona que más confort le dan— Masaru acarició la cabeza de Kacchan.

Kacchan estaba un poco rojo, pero el lo sabe disimular.

—En tu caso, fuí yo, no parabas de querer estar conmigo— Masaru se rio. —Tu madre en esa época estaba celosa de que me prefieras a mí, sin embargo, luego tuviste tu época a los cuatro con ella— Masaru miraba a Mitsuki, que se encontraba bajando las escaleras con su bata puesta.

—Si, luego no parabas de seguirme por la casa que tuve que ponerte un cascabel. En ese momento, no eras tan ruidoso como ahora— Mitsuki guiñó un ojo.

—Eh, vieja bruja, yo no soy ningun ruidoso— Kacchan elevó un poco el tono de voz. Me tape los oídos rápidamente y este me miraba con culpabilidad.

—Lo siento Conejito— Kacchan me dio un beso en la frente y me abrazó.
Los padres de Bakugo comenzaron a reir y Kacchan les mandó su típica mirada enojada.

—Aun tengo el toque— Dijo Mitsuki abrazando a su esposo.

—Nosotros tenemos que arreglarnos para ir a comprar cosas que nos olvidamos esta mañana— Mitsuki volvio a subir las escaleras.

—Nos olvidamos de comprar leche para Izuku, pasaron muchos años desde que tuvimos un pequeño— Masaru ahora acaricio mi pelo y subio junto a Mitsuki las escaleras a arreglarse.

—Bruja, vamos con ustedes— Kacchan se  apresuró a contestar para que lo escucharan.

—Esta bien pero abríguense— Mitsuki respondió rápidamente, Kacchan rodó los ojos.