Capítulo 10: Días de olvido.

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Francia, junio 1955

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Francia, junio 1955

Eric

Hoy conoceré a mi futura esposa, mi familia y la suya tienen posiciones sociales similares, así que cuando ella nació se arregló el compromiso, se acordó que cuando ella cumpliera 18 años la promesa de matrimonio se concretaría, a pesar de eso nunca la he visto.

Es su cumpleaños número 18 y se hará oficial la fecha de la boda. Está todo arreglado, nada de esto ha sido mi elección, pero me gusta dejarme llevar por la corriente.

A mis 23 años nunca conocí a una mujer que me interesara lo suficiente, por eso no tengo razón para oponerme al compromiso. Mi hermano por su parte rechazó a su prometida y justo ahora está viajando por el mundo, él es tan libre como quiere serlo, aunque es el primogénito de la familia, renunció a su deber para ir a disfrutar de su alocada juventud, es solo un par de años mayor que yo, a veces quisiera ser como él, libre. Él dice que hay que disfrutar la vida al máximo antes de que estalle otra guerra.

Estoy listo para conocer a mi futura esposa, su nombre es Elizabeth, en más de una ocasión he tenido el honor de tener conversaciones con su padre, su madre murió cuando aún era una bebé y su padre no se volvió a casar por lo que ella es su única hija, en cierta forma me sorprende que la de en matrimonio tan fácilmente y me pregunto si la señorita estará de acuerdo.

El chófer me llevará hasta el salón de la gran mansión donde se llevará a cabo la fiesta, está un poco alejada nos tomará una hora y media llegar allí, pero Francesco el padre de la señorita Elizabeth dice que es una propiedad con una belleza sublime, me temo que me ha hablado tanto sobre la propiedad que me causa integra que la misma señorita.

Después de una hora nos hemos alejado un poco de la ciudad, a nuestro alrededor solo hay árboles de un cálido verde que atenúan la luz del sol.

A lo lejos en la calle veo que hay algo tirado que no logro distinguir hasta que el auto se acerca lo suficiente. Hago que el chófer pare de inmediato y bajo del auto, a un lado de la calle está el cuerpo de una mujer o mejor dicho una jovencita que a simple vista tal vez no supere los 15 años, compruebo que esté respirando, está muy pálida y su ropa algo sucia. El chófer me ayuda a llevarla al auto.

Ahora que veo a la chica más detenidamente, más bien parece dormida y por su ropa tal vez fuese una criada, aunque eso no explica qué hace tan lejos de cualquier casa en medio de una carretera tan poco concurrida. Me asusto cuando la señorita recostada en mis piernas de pronto despierta y tal fue su sorpresa que pego un brinco para después crear distancia entre nosotros.

La joven de unos ojos grises y brillantes me observaba algo extrañada y muy desorientada, alternaba su vista entre el chófer y yo. Hasta que por fin respira profundo y habla.

—¿Disculpe, señor me podría decir quién es usted? —cuestiona la joven de cabello negro mirándome directamente a los ojos, tiene una linda voz, dulce y cantarina.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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