CAP 50

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POV JENNIE

Llegué a casa sintiéndome completamente confundida. ¿Qué es lo que realmente quiero con Leo? Una parte de mí quería correr a sus brazos, llamarlo, escuchar su voz y arreglar todo lo que estaba mal entre nosotros. Pero otra parte, una más racional, me decía que antes de pensar siquiera en volver, tenía que enfocarme en mí. Tal vez lo mejor sería hablar con un psicólogo primero, ordenar mi mente, entender qué es lo que me estaba ocurriendo y por qué me sentía tan perdida.

Suspiré, agotada. Cada paso hacia la puerta me pesaba, como si arrastrara conmigo toda la confusión que había acumulado en mi cabeza. Al abrir la puerta, el olor familiar de la cocina de mi madre me envolvió, pero no tuve tiempo ni de asimilarlo antes de escucharla corriendo hacia la entrada.

-¡Jennie! -dijo mi madre, casi gritando mientras se acercaba rápidamente desde la cocina-. ¿Dónde está Leo? Dijiste que lo traerías a cenar.

Sabía que esto venía. Mi madre siempre había sido muy cercana a Leo, lo adoraba casi tanto como yo lo hacía. O, bueno, como lo hacía antes. Tragué saliva y forcé una sonrisa, tratando de mantener la calma.

-No vino conmigo -le dije, intentando sonar despreocupada, aunque mi estómago se revolvía al tener que mentir. No quería contarle la verdad, al menos no todavía.

Mi madre frunció el ceño, claramente confundida.

-¿Por qué no? -preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad- ¿Qué tenía que hacer Leo que no pudo venir?

El nudo en mi garganta creció. No quería hablar de esto, no con ella, no con nadie. Pero sus preguntas me estaban empujando al borde del precipicio.

-¡Porque tenía cosas que hacer! -dije más alto de lo que pretendía, ya sintiendo el estrés acumulándose en mi pecho.

Mi madre me miró con más confusión. ¿Por qué no podía simplemente dejarlo? Pero no, mi madre nunca dejaba las cosas a medias.

-¿Qué cosas podría tener tan importantes como para no venir? -insistió, acercándose un poco más.

Sentí cómo una ola de frustración y tristeza se apoderaba de mí, como si todo el control que intentaba mantener se desmoronara en un segundo.

-¡No va a venir porque me terminó! -grité, antes de darme cuenta de lo que estaba diciendo.

El silencio que siguió fue ensordecedor. La cara de mi madre se transformó de inmediato, pasando de la sorpresa a la preocupación en cuestión de segundos.

-¿Cómo que te terminó? -me preguntó en voz baja, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

Yo ya no podía soportarlo más. Aventé mi mochila al suelo con fuerza y me dirigí a la sala. Me dejé caer en el sofá, incapaz de contener las lágrimas que había estado reteniendo desde ayer. Todo era un desastre.

Mi madre, por supuesto, me siguió. Se sentó a mi lado, en silencio por un momento, mientras yo me ahogaba en mi propio llanto.

-Jennie, por favor, dime qué pasó -dijo suavemente, colocando una mano en mi espalda, dándome el espacio para hablar cuando estuviera lista.

Respiré hondo, intentando calmarme lo suficiente para hablar.

-Leo me terminó -repetí, esta vez más tranquila, aunque el dolor en mi pecho no disminuía- Fue ayer... me dejó por una estupidez.

-¿Una estupidez? -preguntó mi madre, claramente confundida-. ¿Qué pasó?

Luché por encontrar las palabras. Sabía que había cometido errores, que lo había empujado demasiado, que había sido injusta al reclamarle tantas cosas.

Tóxica -Jenlim - Jenlisa -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora