La Corte del ZarcilloRoto (#3)

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Una palabra contigo

Cuando Losada regresó al lado de Doña Lidia, su expresión no había cambiado, pero los rumores empezaron a correr entre los invitados más atentos. Algo estaba sucediendo bajo la superficie de la velada.

Vestida con elegancia discreta, la señora Zembrano se destacaba por su presencia imponente sin necesidad de alzar la voz; su simple mirada o un leve asentimiento de cabeza eran suficientes para dominar cualquier conversación a su alrededor.

En el aire flotaba la promesa de conspiraciones ocultas, alianzas forjadas en las sombras, y decisiones que cambiarían para siempre el destino de los presentes.

Luego de pasar por la pista de baile y de disfrutar de comentarios superficiales algunas conversaciones se tornaron mas acalladas y podían dar cuenta del estertor de los secretos ocultos.

Diego, siempre consciente de su lugar como el mayor de los hermanos, inclinó la cabeza con respeto ante su abuelo, manteniendo su mirada firme pero modesta, antes de retirarse hacia la sala contigua junto a sus hermanas.

La princesa, Millie, ofreció una sonrisa contenida, casi ensayada, mientras saludaba al Rey Consorte. Sabía que la modestia era su mejor carta en una familia tan rigurosa con las apariencias.

En la sala adornada con terciopelos y brocados antiguos, Carmille, Diego y Antonia se reunían en un rincón apartado, lejos de las miradas de la familia y las expectativas sofocantes de la aristocracia. Las luces del salón principal apenas iluminaban el ambiente donde se encontraban, creando sombras que danzaban entre ellos, casi como si fueran parte de su conspiración.

Diego fue el primero en levantarse, su silueta recortada contra la luz exterior. Sus ojos, clavados en el jardín, reflejaban una mezcla de determinación y preocupación. Algo en la actitud de Losada durante la fiesta había encendido sus alarmas. La relación de Losada con Evelyn, su tía enigmática, era mucho más profunda de lo que cualquiera se había atrevido a suponer.

Antonia, más inquisitiva y rebelde, rompió el silencio con una chispa en su voz que no podía ocultar.

—Algo no encaja —murmuró, su tono cargado de sospecha, pero aún recostada en su silla, sus dedos tamborileando contra la mesa— Losada es solo un guardaespaldas, ¿no? Entonces, ¿por qué se mueve con tanta libertad entre nosotros? Después del brindis... Evelyn lo dejó quedarse a su lado como si fuera alguien de la familia ...Incluso el abuelo parecía mostrarle un respeto que no se corresponde ¡ey! y lo que más me preocupa, Diego, es lo que observaste... se ha puesto de malas con Damiana en plena fiesta, y no puedo evitar pensar que si nadie lo reprendió, él es el verdadero obstáculo entre esa fortuna y nosotros

Diego asintió, cruzando los brazos, pensativo. Los movimientos de Losada no habían pasado desapercibidos tampoco para los otros proxys. Había algo en la forma en que Losada interactuaba con Evelyn que sugería una relación más profunda, una que los tres hermanos apenas empezaban a entender. Un hombre en su posición, un simple protector, no debería ejercer tal influencia sobre una familia tan poderosa.

—Sí, lo vi y lo sostengo, increpó a nuestra prima —respondió Diego, con la mandíbula apretada— Losada no es un simple guardaespaldas. Actúa con una confianza que no le corresponde. Evelyn le da un poder que nadie más tiene, ni siquiera nosotros. Y eso no es solo lealtad... hay algo más

Millie, la mayor de los tres, suspiró mientras se soltaba las horquillas de strass verde que adornaban su cabello color miel. Los rizos, largos y ondulados, cayeron sobre sus hombros en un gesto que denotaba frustración. Sus movimientos eran rápidos pero calculados, un reflejo de su mente siempre trabajando en las sombras.

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