La Corte del ZarcilloRoto (#5)

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Rompiente con intereses

El malecón, barrido por una brisa fría y cargada de sal, se extendía entre las rompientes impiadosas; que limitaban escupiendo la marea, marcando con plateadas volutas la arena para el duelo que ahora capturaba la atención de todos los presentes.

La luna apenas asomaba entre nubes densas, proyectando sombras alargadas sobre las piedras gastadas por el viento y el agua. El choque de los sables resonaba con un eco metálico, mientras las olas rompían estrepitosamente contra el borde del risco, creando una banda sonora que amplificaba la tensión.

A pesar de la presión y las miradas de los observadores, Diego no daba lugar a que el miedo lo controle. En cada bloqueo contra los sicarios de Klamath que atacaban a Norman, mostraba no solo su destreza, sino también su capacidad para mantener la calma bajo el escrutinio y el caos.

 En cada bloqueo contra los sicarios de Klamath que atacaban a Norman, mostraba no solo su destreza, sino también su capacidad para mantener la calma bajo el escrutinio y el caos

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Debía luchar para vencer si deseaba mantener las complejas relaciones de poder que se tejían entre su familia y la del Conde.

Haciendo frente junto a su primo a los matones mauritanos, mantenía su postura firme y calculadora. Su cabello trigo se agitaba con el viento, y su rostro pétreo reflejaba una serenidad que desmentía el torbellino de pensamientos que pasaba por su mente.

Vestía una camisa de lino blanca, desabotonada en la parte superior, permitiendo que el aire frío acariciara su piel. Los pantalones de intenso terciopelo verde, ajustados, y las botas de cuero lo delineaban en el reflejo de las piedras.

Sin embargo, Norman y Brent veían mas allá en sus ojos, que brillaban con una intensidad que no lograba ocultar. Sabía que este duelo no era solo una demostración de habilidad, sino una cuestión de diplomacia. Diego no solo luchaba por honor personal. A cada golpe de su sable, calculaba el siguiente movimiento, consciente de que ceder para conseguir el final de la contienda podría cambiarlo todo para los negocios de tía Evelyn.

Norman, más relajado y menos calculador que su primo, mantenía una sonrisa en sus labios que no alcanzaba a iluminar sus ojos debajo del tupé desordenado. Con sus largos dedos peino su cabello hacia atrás. El champán aún recorría sus venas, dándole una falsa sensación de invulnerabilidad. Vestía un abrigo largo y oscuro que ondeaba con el viento, y sus botas resonaban fuerte contra las piedras del malecón cada vez que avanzaba o retrocedía, sus batallas back in Miami lo habían preparado muy bien, pero ebrio frente a dos espadas y cuatro dagas, la ocasión lo sobrepasaba, y dado el sensible resultado de su charla previa con Diego, se negaba a dejar que su orgullo se viere mancillado por usureros.

Norman era consciente de las miradas sobre él, en especial la del Conde de L'Âu Douce, y eso lo mantenía en guardia. Sabía que, aunque su situación económica era privilegiada, el respeto ganado por los socios era también una forma de interés. Una derrota en este momento lo hundiría en una humillación pública. Buscaba golpear a cada sicario que arremetiese contra Brent, que estaba desarmado y era inocente en todo el conflicto.

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