¿Y si no, que vas a hacer, cobarde?
Norman ingresó en la sala con una sonrisa despreocupada, su tarareo burlón apenas disimulaba la tensión que flotaba en el ambiente.
El brocado que decoraba la botamanga acampanada de sus pantalones descansó en el brazo del sillón cuando apoyó sus largas piernas en un acto denotado de verdadera despreocupación.
—Diego, tienes que venir a ver las luces del Vaticano con el catalejo de la torre... para tener novecientos años, la vista es más clara que si transmitieran desde allí en vivo a través de un stream —dijo con tono festivo
Diego, sin apartar la mirada de la vitrina, se retiró con frialdad.
—Norman. Ya no es hora de estar haciendo escándalos en el ala del castillo del abuelo —dijo con una calma medida que su primo pudo ver en el reflejo de la caja de cristal que exponía el armamento samurai de su tatarabuelo
Lady Evelyn sonrió, complacida con la respuesta de Diego. Sabía que, aunque su sobrino prefería evitar los conflictos, estaba perfectamente al tanto de las implicaciones más profundas de la conversación con Norman a solas.
—He estado hablando con algunas personas importantes, Diego —murmuró Evelyn, su tono era una mezcla perfecta de confidencia y advertencia— gente con acceso a la tecnología más avanzada que el planeta ha visto jamás... ellos podrían asegurarte un lugar inamovible en el gobierno, cuando la sucesión se oficialice pero necesitamos actuar pronto, querido. Sabes tan bien como yo, y como Norman, que el abuelo es un hombre sabio, pero su tiempo se está acabando, y los buitres ya empiezan a sobrevolar...
Norman, asintió en silencio, frunciendo el ceño. Aunque aparentaba indiferencia, la verdad era que las palabras de la tía administradora lo afectaban. Sabía el difícil momento que estaban pasando con todo ese barullo respecto al robo en la subasta de los Da-Oke, Damiana había regresado con actitud fastidiada de Shangai pero no había mencionado nada de eso.
Diego observó a Evelyn mientras hablaba, sus palabras cuidadosamente medidas, cargadas de una urgencia que apenas podía disimular. En su mirada había algo más que preocupación familiar; era ambición pura, el deseo inquebrantable de mantener el control, no solo sobre los bienes y el legado familiar, sino también sobre las decisiones más cruciales que podrían definir el futuro de todos. Norman, su primo, estaba en la habitación, pero su presencia era casi imperceptible, una sombra en comparación con la imponente figura de Lady Evelyn.
—Debemos fortalecer nuestras alianzas antes de que sea demasiado tarde, y eso está a tu alcance... y, por supuesto, entre tus intereses... quiero decir: los de todos ¿Verdad, Norman? —dijo Evelyn, lanzando una mirada significativa hacia ambos
Norman se mantenía atento, pero sus ojos no se atrevieron a encontrarse con los de Diego.
Diego permaneció en silencio por un momento, sopesando las palabras de su tía. El panorama que ella describía era, sin duda, tentador.
—Entiendo tu urgencia, tía —dijo finalmente, con voz calma— pero la tecnología de la que hablas... si se utiliza mal, podría encender fuegos que no podremos apagar... tal parece que los conflictos regionales no solo son probables, sino inevitables ¿Que ha sucedido en Shangai que ha cambiado tanto las cosas?
Lady Evelyn lo miró fijamente, su rostro se mantenía inmutable, aunque sus ojos destellaban con una mezcla de irritación y admiración por la prudencia de su sobrino. Las ultimas horas eran una muestra franca de los cambios repentinos con los que lidiaba ella.
—Diego, siempre has sido cauteloso, y eso te ha servido bien hasta ahora; a veces, la cautela puede ser tu mayor debilidad, eres pomposo cuando eres impetuoso...
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La Corte del ZarcilloRoto
Teen FictionCuando la familia se reúne en el palacio de Lord Alistair diez días antes de la nochebuena; Ni las olas en la rompiente, ni Roma en horizonte, ni la gárgola en lo alto del castillo... Son los susurros de una conspiración invernal que deberán alertar...