La Corte del ZarcilloRoto (#7)

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Fluyendo juntos

El sol se alzaba radiante sobre el castillo de Bonifacio, bañando el ala norte en una luz dorada que resaltaba los intrincados detalles de su elegante arquitectura. Las paredes de mármol blanco brillaban bajo los rayos del sol, mientras los arcos se erguían como guardianes de secretos que aguardaban ser revelados.

En el interior, el salón de té vibraba con la expectativa del próximo almuerzo. En aquel entorno de cercanos y familiares, Charmille, era conocida por todos como la princesa Millie.

Pronta al tañir de la llamada a la mesa, Millie, se deslizaba por el lugar con la elegancia que la caracterizaba, su vestido de seda color marfil ondeando a su paso.

Pambelle estaba inmersa en sus propias tretas, ajustando los detalles del encuentro con Evelyn, su tía. Pero cuando Millie pasó cerca, la princesa detuvo un segundo su recorrido y le dedicó una mirada significativa.

—Todo está preparado, Pambelle —susurró Millie con un tono suave, pero firme— sientate junto a Norman

Pambelle, quien ajustaba el último detalle de la mesa, levantó la vista, captando la importancia de las palabras de Millie. Sus manos se detuvieron por un momento, y su mirada se dirigió hacia el reloj de oro en la pared, que marcaba los minutos antes del gran evento.

—¿Crees que podamos obtener toda la información que necesitamos durante el almuerzo? —preguntó Pambelle, con un tono más bajo cuando alcanzó a la princesa

Millie esbozó una pequeña sonrisa, casi imperceptible, pero sus ojos mostraban una determinación inquebrantable.

—No tengo dudas... Evelyn y Lidia han estado jugando a su propio juego desde hace mucho tiempo, pero este es nuestro momento de ponerle forma al misterio, sabemos más de lo que creen, este es el momento ideal, solo debemos esperar a que hablen —la princesa Millie miró hacia la mesa con expectación juvenil 

Justo en ese momento, la puerta se abrió suavemente, y una figura imponente hizo su entrada. Doña Lidia Zembrano había llegado, con una mirada que ya evaluaba cada rincón del salón.

Charmille se sentía satisfecha al ver que los invitados comenzaban a llegar, cada uno más glamoroso que el anterior, listos para disfrutar de un almuerzo que prometía ser tanto un festín como un campo de exploración.

Norman, con su acostumbrada actitud relajada, se dejó caer en una de las sillas con un suspiro teatral. Inclinó la cabeza hacia atrás, mirando el techo ornamentado mientras estiraba sus brazos. A su lado, Pambelle, más meticulosa en sus movimientos, se sentó con delicadeza, asegurándose de ajustar su vestido antes de apoyarse en el respaldo. Su expresión era tranquila, pero había una cierta tensión en sus manos, que ahora descansaban sobre su regazo, aún temblando ligeramente por el nerviosismo de la interacción reciente con Evelyn.

Damiana y Norman, sentados a la izquierda del sillón de Charmille, observaban en silencio. Norman, relajado, jugueteaba con el borde de su copa, mientras Damiana no podía evitar clavar su mirada en Evelyn, quien conversaba con una sonrisa enigmática con Lord Atwell.

-  Aprovecharemos el almuerzo para descubrir qué es lo que realmente mueve a doña Lidia y a tía Evelyn... debemos estar atentos, no se trata solo de un encuentro social - comentó él mientras Damiana celebraba con una sonrisa la llegada de sus primas al sitio sin sacar la mirada de la Tía

—Siempre con esa actitud —murmuró Damiana, frustrada— Como si lo tuviera todo bajo control...

Norman dejó escapar una leve risa, girándose hacia ella con un aire despreocupado.

—La tía Evelyn es una jugadora, Damiana; no puedes culparla por entrar siempre con los puntos contados

Damiana lo miró de reojo, entrecerrando los ojos.

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