Los minutos se alargaron en el oscuro sótano, y el ambiente se volvió pesado con el eco de la navaja de Mattia cortando el aire. La risa burlona de Viktor había desaparecido, reemplazada por gritos que se extendían como un manto entre los presentes. Cada movimiento de Mattia era más calculado, más amenazante, y aunque Viktor intentaba mantener su compostura, su mirada empezaba a reflejar el dolor que se le infligía.
Mattia se inclinó hacia Viktor, quien estaba visiblemente afectado por las heridas y el intenso interrogatorio. Su sonrisa había cedido espacio a una mueca de dolor, aunque aún intentaba mantener un atisbo de desafío en sus ojos.
—¿Todavía crees que esto es un juego? —preguntó Mattia, con voz baja y gélida mientras aplicaba más presión sobre la navaja, que estaba a un centímetro del brazo de Viktor—. Te lo advertí, no tengo tiempo para tus tonterías.
El dolor provocó un grito de Viktor, pero aún así se mantuvo erguido. Sin embargo, cada segundo que pasaba bajo la mirada amenazante de Mattia y el peso de la situación lo iba desgastando. La frustración y la resistencia comenzaban a desvanecerse, y los gritos de su cuerpo resonaban con cada nueva herida.
—¡Dímelo! —exigió Alessandro, dando un paso más cerca—. ¿Dónde está Gabrielle, Viktor? ¿No quieres terminar este juego? ¡No te daré más oportunidades!
Viktor respiraba con dificultad, luchando entre el dolor y su voluntad de resistir. Pero finalmente, la presión se volvió insoportable. Con cada latido de su corazón, el miedo se transformaba en una urgencia desgarradora. Mattia movió la navaja hacia su cuello, logrando que una pequeña línea de sangre brotara. Eso fue suficiente para que Viktor se quebrara.
—Está... —empezó a decir, con la voz temblorosa—. Él está en una... pequeña casa... cerca de la costa... no lejos de aquí. ¡La están vigilando!
El grito de Viktor se entremezcló con un sollozo de agonía cuando la navaja le dejó una marca en la piel. A pesar de haber soltado la información, la sensación de traición y debilidad le invadió.
—¿Vigilando? ¿Quién más está involucrado? —presionó Alessandro, su voz fría como el acero.
—No lo sé... No sé... —balbuceó Viktor, entrelazando sus palabras con la angustia—. Tiene... tiene guardias... tienen un plan... pero no sé más... ¡por favor! ¡Déjenme ir!
Mattia dio un paso atrás, observando a su alrededor mientras tomaba aire, pero no podía quitarse la sensación de que todavía no habían llegado al fondo de la situación. Alessandro miró a Viktor, notando que sus fuerzas comenzaban a flaquear. La adrenalina del interrogatorio se desvanecía, y el hombre arrogante de antes ahora parecía desmoronarse ante ellos.
Viktor se dejó caer al suelo, su cuerpo colapsando bajo el peso de la revelación. Sus ojos se cerraron por un momento, incapaces de mantener la resistencia que había mostrado antes.
—Ahora... —dijo Alessandro, con una voz más suave—. Tienes que entender que esto no acaba aquí.
Sabía que, aunque había proporcionado la información que necesitaban, las consecuencias de su resistencia aún lo acechaban. Se giró hacia Mattia, quien miraba al hombre caído con un aire de desdén.
—Prepáralo. Necesitamos asegurarnos de que lo que ha dicho sea cierto. —Su mirada se endureció—. No podemos permitir que esto se nos escape de las manos.
Mattia asintió, dispuesto a seguir las instrucciones de Alessandro. Observó a Viktor, que yacía en el suelo, respirando con dificultad. La arrogancia que había caracterizado al hombre se desvanecía, dejando solo un rastro de desesperación y dolor. Sin vacilar, Mattia se acercó, decidido a poner fin a la amenaza que representaba.
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Mi Dulce Veneno
Romance¿Alguna vez te has preguntado por qué las cosas no siempre salen como las planeas? A veces, la fina línea entre el deber y el deseo se difumina cuando el riesgo se transforma en tentación. Para Alessandro, envuelto en el éxtasis de caricias prohibid...