una amarga noche

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–Las estrellas están preciosas esta noche,– pensaba Izuku mientras miraba el cielo.–Brillan con tanta fuerza que me quedo embobado... La gente también puede brillar, ¿no? Yo creo que sí. Hay veces en las que pienso que algunos brillan tanto que me cuesta seguirlos con la mirada.–Izuku suspiró, perdiéndose en la inmensidad del cielo nocturno. –En cambio yo... siento que los ahogo con mi tristeza. ¿Seré pesado? Tal vez sí. Siento que a la gente no le gusta hablar conmigo... Quizá no soy lo suficientemente interesante para mantener una charla. Por eso se aburren, ¿no? Es un poco triste.–Una leve brisa acarició su rostro mientras seguía sumido en sus pensamientos.

–Yo solo quiero que me escuchen... Al menos una vez, quisiera saber qué se siente ser escuchado. Siempre soy yo el que escucha, pero... ¿cuándo me tocará a mí? ¿Cuándo será mi turno? ¿Debo sacar un ticket y esperar? No lo sé... A veces solo quiero rendirme. Siento que todo lo que viví fue falso y vacío... Pero hubo momentos en los que la emoción fue verdadera... O al menos, eso me gustaría creer.–

Izuku levantó la vista hacia las estrellas una vez más, con una expresión melancólica. **"Estoy completamente perdido. ¿Qué debo hacer? No tengo un camino claro, y crear uno nuevo parece imposible. Quizá solo debería dejarme llevar por la corriente y desaparecer..."** Hizo una pausa mientras encendía un cigarro. **"No... no quiero que mi historia termine así. He sacrificado demasiadas cosas como para que todo acabe con este sabor amargo."** Dio una calada, dejando escapar el humo lentamente.

–Aunque es difícil– continuó para sí mismo–y más en estos momentos. Todo se me mezcló de repente. ¿Por qué tuvieron que aparecer todos a la vez? No tengo la capacidad mental para enfrentarme a cada uno de ellos... Especialmente a ti.–Su corazón se apretó con solo pensarlo.–No sé qué haría si apareces frente a mí... Probablemente correría, es lo más lógico viniendo de mí. Después de todo, sigo siendo un cobarde en el fondo. Al verte... sentí tantas cosas. Pero al verte con él, ese sabor agrio volvió a mí, como la última vez que nos vimos.–

Izuku aplastó el cigarro en el suelo. –Tengo que preparar mis clases– murmuró, intentando disipar los pensamientos que lo atormentaban. Esa noche, que para muchos fue la más hermosa de todas, para él solo fue una más, amarga y solitaria.

El lunes finalmente llegó, y con él, la inevitable rutina. Izuku se levantó de mala gana.

–Odio levantarme, odio enfrentar la realidad... Odio salir de mi único refugio contra la dureza del día a día. Todos los días son como una montaña rusa de emociones, y la mayoría son vagas y tristes.–Suspiró, frotándose los ojos con cansancio.–¿Cuál es la motivación para vivir? ¿Por qué seguimos adelante si solo hay más sufrimiento que felicidad? ¿Realmente vale la pena sacrificarse por esos raros momentos de felicidad? Creo que estoy indagando demasiado para apenas haberme levantado... Pero, ¿qué puedo hacer? No tengo amigos con quien hablar, y esto es lo que me toca... Pensar en lo amargo, mientras añoro lo dulce que alguna vez sentí, aunque tal vez esos días no fueron tan buenos como los recuerdo...–

Suspirando, Izuku se levantó y siguió su rutina diaria: bañarse, hacer ejercicio, tomar otra ducha y luego desayunar. Al terminar, salió rumbo al trabajo.

–Todavía es temprano– murmuró, mirando el cielo.–Siempre es lindo mirar el cielo azul... Es hermoso.–

–Yo también pienso lo mismo–dijo una voz familiar detrás de él.

Izuku giró la cabeza ligeramente y vio a Todoroki acercándose.–¿Acaso eres una acosadora en tus tiempos libres, Todoroki?–bromeó, mirándola de reojo.

Todoroki se sonrojó un poco.–¿Por qué siempre eres tan amargado? Solo estaba dando una vuelta por aquí y te vi de lejos. Pensé que sería bueno saludarte... pero creo que solo te molesté–dijo con un tono de pena.

Un simple profesor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora