🎂Cumpleaños🎂

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Chifuyu no podía creer que tuvo el valor para hacerlo, su respiración era agitada, sus piernas torpes temblaban por haber corrido tanto y sus brazos dolían debido a la posición en la que había estado durante todo este tiempo pero había valido la pena, el velo que con mucho esfuerzo acomodó para que ni su cabello ni su rostro fueran visibles le había ayudado a poder salir del palacio sin que lo vieran.

Sabía a la perfección que su padre el sultán jamás le hubiera autorizado una salida del palacio que lo mantenía prisionero, desde la muerte de su madre todo había cambiado drasticamente, su padre había aumentado la seguridad y las salidas a cualquier parte tenían que ser aprobadas por el, Chifuyu sabia mejor que nadie que todo eso era un teatro, lo que el sultán queria no era su seguridad, queria tener el control absoluto y el fallecimiento de su madre habia sido la excusa perfecta para encerrarlos en jaula de oro y hacer lo que se le antoje con ellos.

Ninguno de sus hermanos —quienes habian aparecido en cuanto se anuncio la muerte de su madre —ni el podían salir de ese infierno sin antes hacerle saber a su padre el lugar, la hora y la persona con la que saldrían.

Y por supuesto que el príncipe Chifuyu no podía decirle que necesitaba salir para encontrarse con Baji Keisuke, el hombre al que conoció cuando pudo escabullirse de los guardias que su padre le había asignado. El hombre del que se había enamorado sin darse cuenta, por el que estaba dispuesto a sacrificar cualquier cosa incluso a él mismo si era necesario para estar juntos.

No lo pensó mucho en huir cuando en la víspera de su cumpleaños número dieciocho escuchó la conversación de su padre con una de sus amantes, a Chifuyu se le obligaría a contraer matrimonio con la princesa Hinata de la dinastía del sur y el príncipe se negaba a que le arreglaran un matrimonio para la conveniencia del sultán. No quería ni podía hacerlo, su padre siempre fue cruel con su madre, jamás mostró ni una pizca de amor ni por el ni por ninguno de sus hermanos  —que todos ellos eran hijos de sus numerosas amantes.

Esperó el momento indicado, cuando la mayor parte de los guardias encargados de la seguridad del palacio se encontraban tan cansados que apenas podían mantener los ojos abiertos, burló la seguridad y en un abrir y cerrar de ojos se encontró fuera del palacio, aquella cárcel en la que había vivido con su madre desde que era un niño.

Así es como sin hacer ningún ruido, con una pequeña maleta y el velo que le cubría la mitad del rostro escapó  del palacio en busca de Keisuke quien lo esperaba a las afueras del imperio ansioso y con el cuerpo lleno de adrenalina debido a la cardíaca situación. Sabía perfectamente que al amanecer su padre explotaría de la irá debido a que su perfecto y minuciso plan habia sido arruinado, pero para ese momento Chifuyu esperaba encontrarse demasiado lejos ya. Tal vez el sultán lo reemplazaría con uno de sus muchos hijos, aunque aún así Chifuyu no le deseaba eso a ninguno de ellos.

–Príncipe –escuchó un susurro a lo lejos que le congeló la sangre –soy yo.

Al ver de quien se trataba Chifuyu relajo su cuerpo que se encontraba tan tenso que podría desmayarse en cualquier momento.

–Keisuke te dije que no me llames así, a partir de hoy ya no soy más un príncipe –dijo acercándose al pelinegro de cabellos largos.

–Feliz cumpleaños –le respondió en un nuevo susurro casi inaudible pues no hacía falta alzar la voz, se encontraban demasiado cerca como para escuchar la respiración de ambos –conseguí el caballo para irnos y mi amigo Manjiro pudo contactar con su familia del este, tienen una cabaña cerca del mar, se que te encantará, no tengo un obsequio pero te juro que cuando lleguemos me esforzaré por darte un buen regalo.

Keisuke le dio un beso en la frente mientras Chifuyu lo miraba a los ojos.

–Gracias por aceptar huir conmigo, ese es suficiente regalo para mi, no tenías que molestarte con nada más –dijo quedito, entrelazando su mano con la de Keisuke –y creo que tienes razón me va a encantar vivir cerca del mar pero tenemos que irnos si queremos estar lo suficientemente lejos para el amanecer.

–El sultán hará un berrinche cuando se de cuenta de tú ausencia –dijo entre risas –pero estoy de acuerdo es mejor que nos vayamos.

Chifuyu asintió caminando lo más rápido que sus piernas cansadas le permitían. No tardaron mucho en llegar al lugar donde Keisuke había dejado atado a su caballo, ayudó a Chifuyu a subir a este y luego el se monto también afianzando su agarre listo para irse lejos.

–Dígame príncipe, ¿a donde lo llevo? –preguntó jugueton Baji –hoy es su cumpleaños puede pedir lo que quiera.

–Deseo ir a nuestro hogar y le recuerdo nuevamente que ya no soy un príncipe –contestó mientras se sujetaba cpn fuerza al pecho de Keisuke pues el caballo había comenzado a avanzar.

–Tú siempre seras mi príncipe y perdón si le falto al respeto pero tengo que decirle que lo amo hasta el fin del mundo.

Chifuyu hundió su cara en la espalda de Keisuke y sintió los movimientos del cuerpo del pelinegro, no sabía si era porque se estaba riendo o debido al trote del caballo.

–Te amo hasta el fin del mundo Keisuke –respondió con una enorme sonrisa feliz por huir lejos con la persona que más amaba en el mundo.










































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