Mara es autista.
Tiene miedo de empezar el año en la nueva escuela, con gente nueva. Sobre todo después de haber tenido malas experiencias en sus anteriores escuelas.
Pero, al contrario de lo que ella pensaba que podía suceder, todo el mundo la trat...
Era lunes por la mañana. Mara estaba terminando de armar su mochila, asegurándose de que nada quedara fuera.
Viendo que ya estaba todo listo bajó con la mochila colgada al hombro hasta la sala. Se sentó un momento en el sofá a esperar a su madre, que todavía se estaba arreglando.
Mientras tanto revisó los mensajes de su WhatsApp, no encontrando nada interesante. En el grupo que se llamaba "las nutrias esquizofrénicas" solo hablaban de alguna que otra tontería. Era un nombre tan raro para ponerle un grupo, pero original.
Se puso de pie en cuanto vió a su madre bajar las escaleras, arreglada con uno de esos trajes formales que siempre usaba y le quedaban muy bonitos. A Mara le encantaban, aunque no fueran de su estilo.
Esta vez llevaba uno de color beige que hacía resaltar su cabello castaño y largo.
—¿Vamos?—preguntó Alba, con una pequeña sonrisa.
—Si.
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Se despidió de su madre agitando la mano y se apresuró a entrar en el establecimiento, pues en dos minutos sonaría la campana de entrada. Entró en su salón y la mayoría de sus compañeros ya estaban allí presentes.
Saludó a sus amigos antes de sentarse en su sitio junto a Santiago, que estaba sumergido en la pantalla de su celular.
—Buen día, Santiago.—habló Mara, llamando la atención del chico. Que le sonrió antes de hablar.
—Buen día, compañera.—respondió mientras guardaba el móvil en el bolsillo de su chaqueta.—¿Cómo estás hoy?
—Muy bien.—sonrió.—Hoy traje algo para tí.
—¿Ah, si?—cuestionó, curioso.—¿Qué es?
Mara no tardó en buscar en su mochila el pequeño Topper que había traído con galletitas adentro. Se lo extendió con las dos manos y aguardó su reacción.
Santiago no tardó en abrir el recipiente. Los ojos se le iluminaron y su sonrisa se agrandó.
—Galletitas... Me encantan.—expresó, mientras tomaba una y se la metía a la boca. Asentía mientras degustaba el sabor en su boca.—Estan muy buenas. ¿Tú las hiciste?
—Asi es.
—Gracias. Pero, ¿por qué el gesto así de repente?—quiso saber, llevándose otra galleta a la boca. Las había echo con chispitas de chocolate.
Mara se tardó unos segundos en responder. Pues estaba analizando atentamente su respuesta.
—Creo que es como una muestra de agradecimiento, por ser tan atento y amable conmigo.—dijo sincera.
—Ah, entiendo. Entonces, ¿recibiré más atención de este tipo si soy un chico bueno contigo?