Capítulo 2

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—Me encantan tus trencitas.—sonrió Ailén.—Algún día me gustaría que me las hagas.

Mara sonrió también. Las dos trencitas francesas que traía las había aprendido hacer mirando vídeos en Youtube. Eran sus favoritas. Estaría encantada de hacérselas a ella y a cualquier que quisiera.

Hasta ahora solo le ha trenzado el cabello a su hermana. Clara siempre se prestaba para todo lo que ella quisiera experimentar.

—Cuando quieras.

—¡Mañana!—exclamó de repente entusiasmada, haciendo que Mara se exaltara un poco por la sorpresa.

Pero en lugar de asustarse, solo soltó una risa nerviosa y asintió.

—De acuerdo, mañana entonces.—habló suavemente.

Ailén dio unas palmaditas emocionada.

—¡Gracias!

—Hey, ¿qué tanto hablan? Yo quiero saber.—intervino Santiago.

Él y los demás chicos habían estado sumergidos en otro tipo de conversación. Una que Mara y Ailén no estaban entendiendo, por eso ambas habían comenzado a charlar.

—¿Qué te importa? Cosas de chicas.—le respondió Ailén.—Tú siempre tan metiche. ¿No te cansas?

Santiago en lugar de ofenderse, simplemente se rió.

—Un chismoso nunca deja de ser chismoso.

Continuaron "discutiendo" durante unos minutos más, mientras Mara solo los observaba divertida. Era todo tan infantil. Hasta su mirada se desvió hacia la figura de Sheila, que se acercaba tranquilamente hacia donde estaban ellos.

—Hola, mis queridos.—saludó, luego observó a Mara.—¿Cómo la estás pasando? ¿Te están tratando bien?

Ella asintió.

—Son muy amables.—comentó echándole una mirada rápida al grupo.

—Perfecto, me alegro. Cualquier cosa que necesites o si tienes alguna duda sobre algo me puedes preguntar a mí. O si es algo referido a la clase se lo puedes preguntar al delegado.

—¿Quién es el delegado?

—Tu compañero de banco.

¿Santiago?

—No es el más inteligente del salón, pero tiene buena comunicación con todos sus compañeros. Bueno, por algo lo eligieron a él.

—Ah... Está bien. Gracias.

—Por cierto,—dijo, pero está vez se giró al grupo.—Santiago, la directora quería hablar contigo en su oficina. Puedes ir cuando quieras.

—Okey.—le respondió.—Mejor iré ahora, si no después me olvido.

—De acuerdo, anda.

Santiago no tardó en irse caminando tranquilamente, saludando a otros chicos de la escuela por el camino.

Era alguien muy extrovertido.

—Los dejo, chicos.—habló Sheila, también dándose media vuelta.

Una pregunta surgió en su cabeza de repente.

—¿Por qué lo habrá llamado la directora?—le preguntó a Ailén.

Se le había ocurrido que quizás se trataría de ella y su problema. Ya que él era el encargado de la clase. Tal vez la directora le platicaría sobre la situación de la chica nueva. No le gustó esa idea. Esperaba que no lo hiciera.

Luna de Plutón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora