El sábado Mara despertó temprano. A las diez de la mañana precisamente. Y ese día se sentía un poco... triste. Quizás frustrada.
Pero aún así se levantó, tomó una ducha relajante y se lavó los dientes. Luego bajó a desayunar, preguntándose si su hermana estaría en casa o si había vuelto con su novio y no estaba en la casa ese día.
Entró en la cocina y no había nadie. Por lo que se preparó el desayuno sola. Leche con cereal.
Y mientras se llevaba una cucharada a la boca, se dedicó a pensar. Desde el miércoles que le preguntó a su madre si podía ir con sus amigos, no había vuelto a preguntar. Preferiría no insistirle. Y por fortuna sus amigos no le insistieron a ella tampoco, ni siquiera Santiago. Eso la hubiera hecho sentir presionada.
Su madre era un poco paranoica, lo más probable era que no la dejara ir.
Mara lo entendía un poquito. Era su miedo de que algo malo le pasará. Ella no era exactamente una chica experimentada, nunca había salido sola a casa de nadie. Menos a la casa de un individuo de sexo masculino, con jovencitos que ni siquiera conocía del todo. O así se lo había planteado su madre.
Luego de terminar de desayunar y dejar todo limpio en la cocina volvió a su habitación. Si no iba a poder salir, al menos debía hacer algo productivo. Tal vez terminar tarea, leer o seguir practicando maquillaje a base de tutoriales.
Optó por leer. Pero primero se dedicó a ordenar el cuarto. Aunque no estaba muy desordenado igualmente le gustaba mantenerlo limpio y ordenado, eso la hacía estar más relajada y tranquila para hacer cualquier otra cosa.
Todavía tenía un libro que continuar leyendo. Así que al terminar de ordenar la habitación, se puso cómoda en la cama y se dispuso a leer.
Era pasado el medio día cuando Mara escuchó el timbre de la casa sonar una, dos y tres veces. Normalmente ella no habría la puerta al menos que su madre se lo pidiera. Por lo que le pareció extraño que todavía no fuera a abrir.
Pensó que quizás estaba en la ducha, así que dejo el libro en la cama y se levantó. Se apresuró a bajar las escaleras para no hacer esperar a quién fuera que tocara con tanta insistencia.
Abrió la puerta y grande fué su sorpresa.
Lara y Ailén estaban ahí paradas con una sonrisas adornando sus labios.
—Hola...—formuló Mara, no entendiendo qué hacían ahí y por qué sabían en dónde vivía.
—Ay, quita esa cara, please.—habló Lara, con una risa nerviosa.
—Es que...
—No te preocupes, te lo explicaremos todo.—la interrumpió Ailén.—¿Se puede pasar?
—Claro.—dijo, haciéndose a un lado. Ambas no tardaron en entrar en la casa.—Bienvenidas a mi casa... ¿Les gustaría algo de tomar?¿Agua?¿Jugo?
—No, gracias, linda.—habló Lara.
—Yo tampoco quiero, gracias.
—Bien. Entonces...
—¿A qué vinimos?
Mara asintió ante la pregunta de Lara. Está le sonrió de vuelta y le dió una mirada cómplice a Ailén. Luego volvió a hablar.
—Vinimos a hablar con tu mamá.
—¿Mi mamá?...—cuestionó. Pensó que seguramente era por la reunión de ese día.—Miren, si es por lo de esta noche no creo...
—Ya, pero al menos déjanos intentar convencerla.—la volvió a interrumpir Ailén.—No perdemos nada con intentar, ¿no?
—Bueno, podría ser...

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Luna de Plutón
RandomMara es autista. Tiene miedo de empezar el año en la nueva escuela, con gente nueva. Sobre todo después de haber tenido malas experiencias en sus anteriores escuelas. Pero, al contrario de lo que ella pensaba que podía suceder, todo el mundo la trat...