Camila, una estudiante de preparatoria, tenía un negocio de tareas ilegales junto a sus amigos. Nunca imaginó que la llegada de un chico transformaría su vida por completo.
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Era otro día más de clases y de entrega de tareas. Resultaba aburrido y agotador, pero valía la pena por el dinero. Aunque me costara admitirlo, disfrutaba pasar tiempo con mis amigos; ellos hacían el día mucho más interesante con sus ocurrencias, aunque a veces no dejara ver lo mucho que me entretenían.
Caminaba hacia la escuela, porque vivía muy cerca. Me encantaba escuchar música mientras apreciaba la belleza del amanecer. Honestamente, esa era la mejor parte del día, ya que el resto solía ser monótono. Mis amigos hablaban constantemente de trabajo, y en especial Tenoch, que tenía una inclinación algo... capitalista.
A lo lejos, vi a Alex conversando con un chico que no había visto antes. Supuse que debía ser un alumno nuevo, así que me acerqué para ver de quién se trataba.
—Hola, Alex, ¿qué hay de nuevo? —le pregunté, notando el alivio en su rostro.
—Hola, Cami. Justo le estaba agradeciendo a Memo por haberme devuelto esto —respondió Alex, mostrándome un sobre y volviendo a mirar al chico.
—Memo, ella es mi amiga Camila —añadió, presentando al chico nuevo—. Camila, él es Guillermo, es nuevo en la escuela.
—Hola, Guillermo, un gusto conocerte. Como ya lo dijo Alex, mi nombre es Camila, pero puedes llamarme Cami. Si necesitas ayuda en algo, no dudes en hablarme —comenté, observando al chico. Parecía muy tímido, casi incómodo.
Al mirarlo a la cara, algo extraño sucedió. Sentí un pequeño latido en el corazón, como si hubiera hecho clic. No sabía por qué, pero me sentí... bien.
—Muchas gracias. Y dime Memo, si gustas —respondió el chico, con un tono nervioso. Me miró un instante, como si me analizara.
—Deberíamos ir a clases; no quiero llegar tarde. El profesor se pone de muy mal humor —interrumpió Alex, comenzando a caminar hacia el salón.
Memo lo siguió, y sin querer, me di cuenta de que él estaba en el mismo salón que yo. Por alguna razón, eso me emocionó un poco más de lo que debía.
Al llegar al salón, tomamos nuestros asientos. La clase estaba a punto de comenzar. Mientras preparaba mis cosas, noté que Mari Fer llegaba tarde, como siempre.
El profesor empezó a tomar lista y, cuando vio que Memo estaba pasando papelitos, lo mandó al frente a leer lo que decía. Parecía que el primer día de Memo ya no iba nada bien.
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A la hora del almuerzo, estábamos todos bajo un árbol cuando escuchamos a Diego y sus amigos haciéndole "poste" a alguien. Ese alguien era Memo.
—Chale, no duró ni un receso —comentó Tenoch, observando la escena—. ¿Qué creen que hacen? —preguntó, mirando a Alex y a mí mientras nos acercábamos a Diego.
