Camila, una estudiante de preparatoria, tenía un negocio de tareas ilegales junto a sus amigos. Nunca imaginó que la llegada de un chico transformaría su vida por completo.
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Llegamos corriendo a la casa de Memo, y la puerta estaba cerrada. Nos miramos con preocupación.
—¡Memo! ¡Abre, por favor! —grité, pero solo hubo silencio.
Tenoch intentó abrir la puerta, pero estaba asegurada. La ansiedad se reflejaba en su rostro.
—¡Memo, estamos aquí! ¡Abre la puerta! —gritó Tenoch, con la misma urgencia.
Finalmente, después de un tenso momento, escuchamos un clic. La puerta se abrió lentamente, y apareció Memo, visiblemente afectado, sosteniendo un frasco de pastillas en una mano y un llavero en forma de estrella en la otra.
—No sé qué hacer... —dijo Memo, su voz temblorosa.
Mi corazón se aceleró, y di un paso adelante, deseando poder hacer algo por él.
—Memo, por favor, mira el llavero —le dije, con lágrimas en los ojos, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
Memo bajó la mirada al llavero. La estrella brillaba débilmente bajo la luz tenue, como si estuviera pidiendo ser vista.
—Eso representa lo que tenemos. Tu vida importa. No te vayas —suplicé, mi voz quebrándose con cada palabra.
Memo no respondió de inmediato, su mirada perdida y su lucha interna tan evidente que me dolió verlo así.
—No tienes que enfrentar esto solo. Estamos contigo —dijo Tenoch, acercándose un poco más, tratando de que Memo reaccionara.
Memo apretó el frasco de pastillas, como si la tentación de ceder fuera más fuerte que él.
—No sé si puedo seguir... —respondió Memo, su voz tan quebradiza que me hizo querer abrazarlo al instante.
Me acerqué lentamente, dándole espacio, pero sin dejar de mirarlo.
—Sí puedes, Memo. Suelta las pastillas, por favor.
Con lágrimas en los ojos, Memo nos miró, buscando alguna respuesta, algún consuelo. Finalmente, dejó caer el frasco, que se estrelló contra el suelo y se hizo añicos. En ese momento, comenzó a llorar.
—Gracias... no sé qué haría sin ustedes —dijo entre sollozos.
Tenoch se acercó a él y lo abrazó. Yo me uní, formando un círculo de apoyo alrededor de Memo. No quería que sintiera que estaba solo.
—Siempre estaremos aquí, Memo. Nunca es tarde para pedir ayuda —dijo Tenoch, dándole un suave apretón en el hombro.
Después de un rato, las lágrimas de Memo se calmaron un poco, y Tenoch decidió irse a casa para darles espacio a ambos. Pero yo me quedé con Memo esa noche.
—¿Te parece si hacemos algo divertido? Podríamos ver una película —sugerí, intentando aligerar un poco el ambiente.
Memo sonrió por primera vez en la noche, y aunque era una sonrisa pequeña, supe que al menos un poco de alivio había llegado.
—Eso suena bien —respondió, sus ojos todavía reflejando algo de tristeza, pero también gratitud.
Puse una película en la televisión, y me acurruqué junto a él en el sofá. Sentí el calor de su cuerpo cerca de mí, y supe que lo que más necesitaba en ese momento era ese apoyo silencioso, estar ahí para él.
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La película terminó, y ambos estábamos sentados en el sofá, en un ambiente tranquilo. Memo parecía más relajado.
—Gracias por quedarte. Tu presencia hace que la vida valga la pena —dijo Memo, mirándome a los ojos, y su mirada me hizo sentir todo lo que no había dicho en palabras.
—Siempre estaré aquí, Memo. Alguien tan especial como tú merece toda la felicidad del mundo y un poco más —respondí, sonriéndole, sintiendo que no solo estaba allí por él, sino porque realmente me importaba.
Memo se inclinó hacia mí. Nuestras miradas se encontraron y, sin pensarlo, nos besamos suavemente. Era un beso lleno de cariño, de entendimiento, y de promesas que no necesitaban ser dichas en voz alta.
Cuando nos separamos, ambos sonreímos, sintiendo la calidez de ese instante.
—Prometo que mañana hablaré con mis padres —dijo Memo, su voz más tranquila ahora.
—Eso es todo lo que te pido —respondí con una mirada suave, deseando que, aunque el futuro fuera incierto, él tuviera la valentía de enfrentar lo que viniera.
Nos acomodamos en el sofá, y mientras la noche avanzaba, nos quedamos dormidos, el uno al lado del otro, sabiendo que, pase lo que pase, enfrentaríamos el futuro juntos.
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