capítulo 20.

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Estaba en el séptimo sueño. Se movía en su suave cama para poder acomodarse. Ya quería empezar el día leyendo ese libro de aquellos de sus antepasados.

Mientras dormía, un pequeño sueño se adentro en ella.

—¿ah?—estaba desorientada. No sabía en donde estaba. Estaba tirada en el suelo que era de un color que no se podía describir.

—¿a donde estoy?—su voz resonó en pequeños tamaños de sonidos, como si fuera un eco. Todo estaba oscuro.

Al frente de ella se encontraba una puerta reconocida para ella, solo que no recordaba de donde es que venía. Estaba entre abierta. Se podía apreciar la pequeña luz que se adentraba en el pequeño espacio de esa puerta.

Ese lugar oscuro se a convertido en una habitación. También la reconocía pero no recordaba. Sabía perfectamente que era esa habitación, pero su memoria no la permitía.

Estaba lleno de algunas pertenencias, pertenencias que tal vez podía ser de alguien. Estaba lleno de muchas mudas de ropa, algunos zapatos de niña y un escritorio donde se podía apreciar algunas fotos familiares que tal vez ella podía conocerlo.

—"¿que será este lugar?, no lo recuerdo pero algo me dice que es de una familia."—se dijo en sus adentros. Se acercó al escritorio donde estaban esas fotografías que se podían apreciar dese lo lejos.

Habían tres personas en las cuales se parecían a ella y a sus hermanos, solo reluciendo más jóvenes. Al otro lado de ese cuadro había otro, era de una eriza al igual que ella, solo más mayor. Estaba sentada teniendo en brazos dos pequeños seres, y al lado izquierdo una niña de tal vez de 11 años, sonriendo junto a su madre.

Admiraba esos dos cuadros en el escritorio. Una pequeña lágrima amenazaba en salir de sus hermosos ojos rosa. Sonrió al reconocer esos apreciados cuadros de esa pequeña habitación, bueno, lo que era antes una habitación.

—tal vez reconozco este lugar.—habló la eriza después de tanto admirar esos objetos del escritorio.

—no estoy segura pero en mí algo me dice que sí lo conozco. —mira hacia la puerta donde ya se podía visualizarla bien.

Agarró la manecilla de la puerta. La abrió lentamente. Al abrirla, aparecía un pasillo, no tan largo ni pequeño. Desde lo lejos en la paredes se podía ver algunos cuadros más grandes, decorados simplemente, otros más pequeños pero se podía apreciarlas más que las grandes.

Caminó por el pasillo, visualizando los pequeños y grandes cuadros, donde se podía ver las mismas personas, solo viendo su forma física, algunas estaban acompañadas un erizo casi igual a la mayor.

Llegó hasta donde se decía la sala. Era una sala común y corriente, decorada en la mesa de esta un pequeño jarrón llena de flores de algún jardín, un sofá con sus indicados cojines bien ordenadas, y al lado una pequeña cocina.

—"¿no será lo que estoy pensando o sí?—se pregunto en sus adentros. Abrió sus ojos como platos al ver una eriza de 9 años, teniendo en sus manos un pequeño chao amarillentado, feliz con su acompañante.

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