Atenea
Nunca me llamó la atención los cumpleaños, siempre lo consideré un día normal y sin ganas de festejarlo. Siempre le decía a mi madre que si invitaba gente a la casa entonces que fueran pocas personas, cuando cumplí quince años, no quise celebrarlo.
Al saber que hoy era ese día y que encima cumplía la mayoría de edad, no era de mi agrado.
De igual forma no creo que nadie se acuerde, él único que puede acordarse es mi padre pero no está en la ciudad.
Salgo de mi habitación luego de estar lista para ir a la secundaria, me vestí con vaqueros y una blusa negra, en mis pies unas vans. Mi cabello largo está suelto ya que hoy no está muy calor como para llevarlo recogido.
Al estar en el pasillo de la casa me dirijo al cuarto de Christian, Mason ya no tiene problema en que entre allí, siempre y cuando me mantenga alejada lo suficiente.
—Hola, buen día.
Saludo al entrar.
El chico abre los ojos perezosamente y me mira.
—¿Quieres el desayuno? ¿Algo para tomar o algo?
—¿Qué hora es?
—Las nueve y media de la mañana.
—Si quieres puedes traerme algo, no te voy a obligar ni tampoco tienes la obligación de ayudarme y sentir lástima.
—No tengo obligación, lo hago porque quiero y puedo.
Nos quedamos en silencio unos minutos hasta que le pregunto.
—Christian, ¿tú no quieres salir de aquí? ¿No estás cansado de estar encerrado?
—Obviamente estoy cansado, harto de estar encerrado.
—¿Y entonces? ¿Por qué no le demuestras a tu hermano que puedes cambiar?
—Porque que más da, soy un caso perdido para él.
—No eres un caso perdido, eres su hermano menor y siempre querrá tu bien.
—Eso no tienes cómo saberlo.
—Es claro en su rostro, él te ama y se preocupa por ti, sino no te tendría encerrado. Tiene miedo de que por tus acciones termines mal.
Ambos nos sobresaltamos cuando escuchamos un estruendo afuera que parecía ser disparos.
Se me puso la piel de gallina y comencé a agitarme debido al miedo, ¿Y si era algún enemigo de mi papá o de Mason?
—Tranquila princesa, todo va a estar bien. Es normal escuchar disparos de vez en cuando, a fin de cuentas mi hermano no trabaja honradamente.
Lo miro a los ojos intentando pensar que haría.
—Quedate aquí, si pasa algo malo vendré por ti y te sacaré.
Él sonrió de lado minúsculamente.
—¿Qué pasa?
—No me pasará nada, sé cuidarme solo, no te preocupes por mí.
—No te abandonaré aquí.
Fué lo último que pronuncié antes de salir de la habitación, forzando a que mis piernas no temblaran. Me dirigí a la dirección por donde escuché los disparos antes, bajé las escaleras y miré hacia todos lados en alerta.
—¡Ah!
Grité al ver un cadáver en el jardín de la casa, le habían disparado en la frente.
—¿Por qué tanto grito, niña?
Me doy vuelta encontrándome con Mason.
—¿Como que qué tanto grito? Hay un cadáver en el jardín, ¿te parece poco?
—Ah, sí, Julian. Era uno de mis hombres que intentó traicionarme, pero lo descubrí antes que pudiera delatar la dirección de aquí.
—¿Ni le preguntaste por qué lo iba a hacer? o podrías ofrecerle dinero o cualquier cosa para que no te delatara.
—El que tiene intenciones de traicionar una vez, las tendrá siempre.
—Es que, seguramente tenía familia o alguien que lo quisiera y ahora cuando se entere que no lo verá más será un infierno para esa persona, si es que sigue adelante.
—No hagas de tus dramas, así es este mundo. No se tiene piedad con nadie, yo soy mejor por no lastimar personas inocentes, solo borro a las personas que son culpables de hechos abominables, o traicioneros.
—Eso no quita que esté mal, no sé cómo puedes vivir teniendo tantos muertos encima, sin pensar en cuántas personas pueden estar en depresión o se pudieron quitar la vida por ese ser querido que tú mataste.
—Las personas así no merecen vivir.
—Tu no eres nadie para decidirlo, además que yo creo que peor castigo sería la cárcel, no la muerte. Muerte es unos segundos, la cárcel le puede costar toda una vida.
—Calma niña, así es esto, nada cambiará. Vé a la cocina a desayunar algo para que no estés de tan mal humor y aprontate que en poco tiempo es hora de entrenar.
Feliz cumpleaños por cierto, ya dieciocho añitos, bien por ti.Rodeo los ojos antes de irme a la cocina. Me hago mi desayuno y le hago el de Christian también y se lo llevo.
—¡Holis! ¡Desayuno!
Me hago paso por la habitación y dejo la bandeja con el desayuno cerca de él, en el piso. No hay nada cortopunzante para que se intente hacer daño a hacerle a alguien. Solo café y tostadas con mermelada.
—Sobreviviste, gracias.
—Lamentablemente sí, no era un ataque ni nada, era solo Mason haciendo de las suyas.
Él alza las cejas y las baja, asintiendo en el proceso con la cabeza dándome la razón.
—Te compré algo el otro día viniendo de la secundaria pero me había olvidado de dártelo.
—¿Para mí?
—Sí.
—¿Qué es?
—Pensé que te distraería, y como no sé si te gusta leer entonces te compré algo parecido.
Le extiendo el libro que contiene juegos como sopa de letras, crucigramas, adivinanzas.
Él lo observa con curiosidad y luego ve el interior del libro.
—Me sorprendiste, no creí que me comprarías algo. Muchas gracias.
Me dice serio.
—No te preocupes, espero que te puedas entretener algo.
—Sí, ya tengo un libro para resolver y una chica que veo por la ventana.
—Ah, ¿sí? Me asomo un poco a la ventana que hay cerca, ¿Quién? ¿Es una vecina?
—No, eres tú, siempre te veo cuando vas a ir a la secundaria o con Mason en su auto.
—Ah, igual no hay nada interesante que ver.
Me río un poco pero él se mantiene serio.
—Te equivocas, si es interesante ver cómo luchas cada día por empezar un nuevo día, aunque odies tu vida.
Alzo las cejas ante la declaración.
Cuando se volvió tan personal esto.
—Ya me voy, sino tu hermano querrá matarme por hacerlo esperar, espero que te guste el libro.
Él asiente, comprendiendo que no quiero hablar del tema y yo me voy para dejarlo desayunar.
No me creía que alguien pudiera ser tan atento, no le conté nada de mí vida, pero se dió cuenta de casi todo.
¿Ese era Christian?
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Amor Platónico
RomanceEN PROCESO Ella se ve obligada a ir a vivir con su padre y abandonar su hogar. Pero no sabía que él tenía un mejor amigo... Y menos de que era el hombre que la había ayudado una vez y el que estaba obsesionado con ella. Aquel asesino la estaba esper...