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El sol de la mañana se filtraba tímidamente a través de las cortinas, bañando la habitación con una suave luz dorada. Kyle y Stan yacían juntos en la cama, aún entrelazados después de la intensidad de la noche anterior. El reloj marcaba las 10 de la mañana, pero ambos seguían sumidos en un sueño profundo, hasta que el sonido vibrante de un teléfono rompió la quietud.

Kyle, medio dormido y aún sintiendo el eco de la noche pasada en su cuerpo, estiró la mano hacia el celular sin siquiera abrir los ojos. Con la voz ronca por el sueño, contestó automáticamente, como si fuera una rutina.

—Buenos días, Kyle —la voz cálida y familiar de Tolkien llegó al otro lado de la línea—. ¿Te desperté?

Kyle, aún adormilado y sintiendo una ligera molestia en su cuerpo por lo sucedido la noche anterior —su primera vez con Stan—, respondió con un gruñido.

—Seh... pienso dormir más —murmuró, su cabeza aún apoyada en la almohada, sin percatarse por completo de la situación.

Stan, al escuchar la voz de Tolkien a través del teléfono, abrió los ojos de golpe. El leve dolor que Kyle mencionaba lo llevó a un estado de alerta, y algo en su interior despertó. Era una mezcla de celos y una necesidad de marcar su territorio. Con un movimiento rápido, se incorporó en la cama, quitándole el teléfono de las manos a Kyle antes de que este pudiera reaccionar.

—Él está ocupado ahora —dijo Stan en tono firme, con una mezcla de posesividad y desafío en la voz—. No te va a necesitar hoy, ni mañana. Adiós.

Sin esperar una respuesta, cortó la llamada bruscamente y lanzó el teléfono sobre la mesita de noche. Kyle, aún un poco aturdido, lo miró con los ojos entrecerrados, tratando de procesar lo que acababa de pasar.

—Stan, ¿qué...? —empezó a decir Kyle, todavía sin comprender del todo.

Stan lo miró, su expresión seria y su respiración algo agitada. Aún quedaba en sus ojos el brillo de la posesión, y su mano se deslizó suavemente por el brazo de Kyle, como para tranquilizarlo.

—No me gusta que te llame tan temprano... —dijo Stan, su tono ahora más suave pero todavía cargado de algo que Kyle no terminaba de entender del todo—. No después de lo que pasó anoche.

Kyle sintió una mezcla de sorpresa y desconcierto, pero también una punzada de culpabilidad por no haber reaccionado antes. Estaba entre la confusión por la actitud de Stan y la incomodidad que le provocaba el hecho de que Tolkien lo había llamado de manera tan despreocupada.

—Stan... —intentó decir Kyle, pero Stan lo interrumpió, apoyando su frente contra la de Kyle, sus dedos acariciando su mandíbula con ternura.

—No me importa lo que sea —susurró Stan, su voz más calmada ahora, pero aún firme—. Solo sé que te quiero para mí. No quiero que te distraigas con él, no después de lo que compartimos.

Kyle se quedó en silencio un momento, procesando las palabras de Stan, la posesividad en su tono lo descolocaba. Se sentó en la cama y comenzó a abotonarse la camisa con movimientos lentos, su mente llena de confusión.

—¿Lo que compartimos? —murmuró, sin mirar directamente a Stan, mientras buscaba sus zapatos—. Pensé que esto... ya lo habías hecho antes. ¿No habías hecho esto con Wendy?

El nombre de su ex, Wendy, cayó como una bomba en el cuarto. Stan frunció el ceño, y un silencio incómodo se instaló entre ellos. Kyle, ahora de pie, abrochándose el último botón de la camisa, esperaba una respuesta mientras intentaba entender la dinámica entre ellos.

Stan se levantó lentamente de la cama, sus ojos fijos en el suelo por un momento antes de encontrar los de Kyle. Sabía que tenía que aclarar la situación, pero algo en su ego le impedía ser completamente honesto. Había dejado que la gente asumiera que, como cualquier chico popular, él y Wendy habían cruzado esa línea. Pero la realidad era muy diferente.

"AMIGO" styleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora