Un Día en el Centro Comercial

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NARRADOR OMNISCIENTE

El centro comercial estaba lleno de vida, con luces brillantes y risas resonando por todas partes. Caleb, Aarón, Joshua, Yeshua, Thiago y Uriel estaban en una de esas raras salidas grupales que parecían cada vez más especiales a medida que el año llegaba a su fin. Todos estaban de buen humor, disfrutando de la compañía mutua mientras paseaban por las tiendas.

—¡Miren esto!— exclamó Uriel, señalando un escaparate lleno de ropa de moda. —¿Quién se atrevería a usar eso?

—Definitivamente no yo— bromeó Yeshua, riendo mientras pasaban al siguiente local.

Después de explorar varias tiendas, decidieron que era hora de un descanso. Se dirigieron a una acogedora cafetería, donde el aroma a café recién hecho y pasteles recién horneados los envolvió. Se acomodaron en una mesa amplia, riendo y bromeando mientras revisaban el menú.

Aarón miró a Caleb, que estaba frotándose los brazos en un intento de entrar en calor. —¿Qué quieres pedir?— le preguntó con una sonrisa.

Caleb se sintió un poco avergonzado por el frío que sentía, y, al darse cuenta de que sus manos estaban heladas, murmuró: —Creo que un chocolate caliente.

—¿Solo chocolate caliente?— Aarón frunció el ceño, notando que Caleb seguía temblando levemente. —¿No te gustaría algo más?

—No, está bien. Solo eso, por favor— dijo Caleb, tratando de disimular su incomodidad.

—¿Quieres mi chaqueta?— Aarón ofreció, pero Caleb rápidamente negó con la cabeza.

—No es necesario, de verdad. Estoy bien— insistió, aunque el temblor en su voz delataba su desmentido.

Aarón, sin embargo, no se dejó convencer. Con un movimiento decidido, le puso la chaqueta sobre los hombros a Caleb, ajustándola suavemente. El gesto hizo que Caleb se sonrojara, sintiendo un calor que no tenía nada que ver con la chaqueta.

—Ahí, así estarás mejor— dijo Aarón, mirándolo a los ojos con una sonrisa confiada.

Caleb sonrió en respuesta, agradecido, mientras Aarón se dirigía al mostrador a hacer el pedido. El corazón de Caleb latía un poco más rápido mientras miraba cómo se alejaba, sintiendo la calidez de la chaqueta rodeándolo.

Cuando Aarón volvió con el chocolate caliente, los ojos de Caleb se iluminaron. —Gracias— dijo, tomando la taza entre sus manos y sintiendo el calor que emanaba de ella.

Mientras sus amigos charlaban sobre sus planes para las vacaciones, Caleb se sintió relajado. A medida que la conversación se tornaba más trivial, comenzó a sentir una calma que no había anticipado. Sin pensarlo, apoyó suavemente su cabeza en el hombro de Aarón, disfrutando de la cercanía y del calor que emanaba de él.

Aarón no dijo nada. En lugar de eso, deslizó su mano sobre el muslo de Caleb, acariciándolo con una suavidad que hizo que Caleb se relajara aún más. Era un gesto íntimo, cargado de complicidad, y Caleb se sintió a gusto, como si el mundo se hubiera reducido a ese momento compartido.

Los murmullos de sus amigos llenaban el aire, pero en ese instante, todo lo demás se desvanecía. La sensación de la mano de Aarón sobre su muslo y la calidez del chocolate caliente en sus manos lo envolvían en un suave manto de felicidad. En un rincón de su mente, Caleb supo que este día en el centro comercial sería uno de esos recuerdos especiales que llevaría consigo, un momento donde la amistad y algo más se entrelazaban de manera perfecta.

—¡Hey! ¿Estás dormido o qué?— preguntó Thiago, sacando a Caleb de sus pensamientos.

—No, solo disfrutando del momento— respondió Caleb, sonriendo y sintiéndose un poco avergonzado.

—¿Y tú, Aarón? ¿Te la pasas bien?— bromeó Joshua.

Aarón se limitó a sonreír, disfrutando de la compañía, mientras su mano seguía acariciando suavemente a Caleb, un gesto que no pasó desapercibido para el resto del grupo. Era un día de risas, dulces y complicidad, y ambos sabían que, sin importar lo que pasara después, ese momento siempre tendría un lugar especial en sus corazones.

[El Camino a Casa]

La noche había caído mientras el grupo se dispersaba, cada uno dirigiéndose a sus respectivos hogares. Caleb y Aarón caminaban juntos, disfrutando de la compañía en el tranquilo camino hacia la casa de Caleb. Las luces de la calle parpadeaban suavemente, y el aire fresco de la noche era revitalizante.

Cuando llegaron a la puerta de la casa de Caleb, este se volvió hacia Aarón con una sonrisa genuina. —Gracias por hoy. La pasé genial— dijo, sintiéndose más feliz de lo que había estado en semanas.

—De nada— respondió Aarón, sintiendo que una cálida satisfacción lo invadía. —Me alegra que te hayas divertido.

Caleb miró hacia la chaqueta que aún llevaba puesta. —Aquí tienes tu chaqueta. No quiero quedármela— dijo, estirando la tela hacia Aarón.

—Está bien, realmente puedes quedártela— dijo Aarón, moviendo la mano en un gesto que sugería que no había problema. —Te queda bien.

Caleb sintió un ligero sonrojo al escuchar eso, pero en su interior, también le gustaba la idea de tener algo de Aarón con él. Así que decidió hacer caso. —Bueno, entonces la conservaré un poco más.

El silencio se instaló entre ellos, cómodo y tranquilo, mientras ambos disfrutaban de la cercanía. Pero, finalmente, Aarón rompió el hechizo de la noche. —Bueno, creo que debería irme. Tengo que preparar algunas cosas para mañana— dijo, con un tono que transmitía una mezcla de tristeza y aceptación.

Caleb asintió, sintiendo que una parte de él no quería que Aarón se fuera. —Sí, claro. Ten una buena noche— respondió, intentando ocultar su propio desánimo.

—Tú también— dijo Aarón, y antes de alejarse..

Escríbeme cuando llegues a casa, ¿vale? Solo para saber que llegaste bien.— dice Caleb tímido.

—Lo haré— prometió Aarón, sintiéndose un poco más ligero al saber que había un plan.

Aarón se despidió con una última sonrisa antes de marcharse. Caleb vio cómo se alejaba, sintiendo una mezcla de nostalgia y alegría. Cerró la puerta y se apoyó contra ella, permitiéndose un suspiro profundo.

Cuando Aarón llegó a su casa, se dejó caer sobre su cama, sintiendo la suavidad del colchón contra su cuerpo. Tomó su teléfono y envió un mensaje a Caleb: "Llegué bien."

Unos minutos después, el teléfono vibró. Era Caleb. "Me alegro. Buenas noches". Aarón no pudo evitar sonreír al ver la respuesta.

—Me alegra— escribió Aarón, sintiendo una chispa de felicidad. —"Buenas noches. Sueña conmigo."

Caleb, al recibir el mensaje, se sonrojó. Estaba solo en su habitación, y una risita nerviosa escapó de sus labios. "¿Quisieras?" respondió, sintiendo una mezcla de timidez y emoción al enviar ese mensaje.

Aarón no pudo evitar reírse. La conversación ligera y juguetona era justo lo que necesitaba. "Tal vez sí." escribió, sintiendo que el aire en su habitación se llenaba de una energía diferente, como si las palabras pudieran acercarlos aún más.

Mientras tanto, Caleb se tumbó en su cama, sintiendo una calidez en el pecho. Sabía que había algo especial entre ellos, algo que apenas comenzaba a florecer. Y aunque el miedo al cambio seguía ahí, también había una emoción palpable por lo que estaba por venir.

—Buenas noches, Aarón— susurró para sí mismo, sintiendo que ese momento, aunque pequeño, era un paso más hacia algo que ambos anhelaban. La conexión que estaban construyendo era delicada pero poderosa.


Capítulo corto>.<

¿Qué creen que podría pasar en el futuro entre Caleb y Aarón?

-I

El silencio de lo DeseadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora