NARRADOR OMNISCIENTE
Los días pasaron y la graduación se acercaba, pero la tensión entre Caleb y Aarón se mantenía en un delicado equilibrio. La incertidumbre de su relación lo mantenía despierto por las noches, dándole vueltas a la misma pregunta: ¿Realmente le gustaba Samantha a Aarón? Decidido a obtener una respuesta, Caleb se armó de valor para hablar con él una vez más.
Era un día soleado, y el aire fresco de la mañana llenaba el patio de la escuela. Caleb se encontró con Aarón en un rincón tranquilo, alejado del bullicio. El corazón le latía con fuerza mientras se acercaba.
—Aarón— comenzó, intentando sonar casual, pero su voz traicionó su nerviosismo. —¿Puedo preguntarte algo?
Aarón lo miró, un destello de curiosidad en sus ojos. —Claro, Caleb. ¿Qué pasa?
—¿Te gusta Samantha?— preguntó Caleb directamente, sintiendo que cada palabra era un peso que le caía sobre los hombros. —Por favor, sé sincero.
Aarón se quedó en silencio por un momento, y Caleb notó la sorpresa en su rostro. Finalmente, Aarón negó con la cabeza. —No, Caleb. No me gusta. Solo... me siento confundido, pero no es por ella.
Caleb asintió lentamente, un alivio y una tristeza mezclándose en su interior. —Está bien— murmuró, sin poder ocultar la desilusión. Sin más, se dio la vuelta y se alejó, sintiendo cómo el peso de la conversación lo dejaba aún más abatido.
A medida que se alejaba, una parte de él se sintió aliviada de saber que Aarón no tenía interés en Samantha, pero la otra parte se sentía vacía, como si la esperanza se desvaneciera lentamente. Era un paso hacia la verdad, pero no el que había deseado.
Con solo tres días para la graduación, Caleb se concentró en los preparativos y en tratar de olvidar el dolor. Esa tarde, durante el almuerzo, se unió a su grupo de amigos: Aarón, Thiago, Yeshua, Uriel y Joshua. La conversación fluía entre risas y bromas, pero Caleb sentía que una sombra lo seguía.
—Oye, ¿ya pensaron con quién van a ir a la graduación?— preguntó Thiago, mientras partía un trozo de su sándwich.
Joshua sonrió, mirando a todos. —Yo ya tengo a mi cita. Va a ser increíble.
Uriel asintió. —Yo también tengo a alguien, pero no quiero decir quién es todavía. Quiero que sea una sorpresa.
Aarón, que había estado escuchando en silencio, finalmente se unió a la conversación. —Yo aún no sé con quién ir. No estoy seguro si quiero llevar a alguien.
Caleb sintió una punzada de celos al escuchar la indiferencia en la voz de Aarón. Se preguntó si él también había pensado en llevar a Samantha, pero decidió no dejar que esos pensamientos lo atormentaran.
—Vamos, Aarón, ¿no tienes a nadie en mente?— preguntó Yeshua, burlándose. —Al menos dile a Samantha que te acompañe.
Caleb sintió que se le helaba la sangre. Aunque Aarón había dicho que no le gustaba, esa posibilidad aún lo perturbaba. Se obligó a permanecer callado, mientras una mueca de incomodidad aparecía en su rostro.
Aarón se encogió de hombros. —No sé, tal vez solo iré solo. No me siento cómodo con la idea de llevar a alguien, ya sea Samantha o quien sea.
La conversación siguió, pero Caleb se sintió más desconectado que nunca. Mientras sus amigos hablaban de sus planes, él se sumió en sus propios pensamientos, cuestionando lo que significaba su relación con Aarón y si alguna vez podrían regresar a la cercanía que habían compartido.
Los días se acortaban, y con cada segundo que pasaba, la ansiedad se intensificaba. La graduación se acercaba, pero el futuro de su amistad con Aarón seguía en el aire. ¿Podría arriesgarse a seguir adelante con sus sentimientos o sería mejor dejar todo atrás? Esa era la pregunta que lo atormentaba mientras la cuenta regresiva continuaba.
Esa noche, Aarón se sentó en su habitación, la luz tenue de una lámpara iluminaba su espacio mientras la oscuridad del exterior lo rodeaba. Había estado intentando concentrarse en sus estudios, pero su mente no podía evitar regresar a Caleb. Sus pensamientos danzaban entre las imágenes de su sonrisa, esa sonrisa que iluminaba cualquier lugar, y la forma en que sus ojos se achinaban detrás de los lentes cuando se reía.
Aarón cerró los ojos, recordando aquel beso. La forma en que había sostenido a Caleb, como si no quisiera soltarlo, como si ese momento pudiera durar para siempre. Deseaba que el tiempo se detuviera en aquella fracción de segundo, en la que todo parecía perfecto y lleno de promesas. Pero ahora, esos recuerdos eran una mezcla de anhelo y culpa, de alegría y dolor.
—¿Qué me está pasando?— murmuró Aarón para sí mismo, sintiendo una presión en el pecho. Sabía que lo deseaba, que quería estar con él de una manera más profunda. Pero el miedo lo paralizaba. No solo el miedo a lo que dirían sus padres, sino a cómo podrían herir a Caleb con sus palabras. La idea de que su familia pudiera dañar a la persona que más le importaba lo atormentaba.
Se levantó de su cama y comenzó a caminar de un lado a otro, sintiendo que la ansiedad lo consumía. Recordaba las veces que había escuchado comentarios despectivos sobre relaciones como la suya. No quería que Caleb tuviera que soportar eso. El solo imaginarlo sufriendo por su culpa lo llenaba de pánico.
Aarón se detuvo frente al espejo, observando su reflejo. —Eres un cobarde— se dijo en voz baja. Sabía que debía ser honesto consigo mismo y con Caleb, pero el temor a lo desconocido lo mantenía en un estado de parálisis. ¿Y si se atrevía a dar el paso y todo se desmoronaba? ¿Y si arruinaba lo que tenían?
Un suspiro se escapó de sus labios mientras recordaba la risa de Caleb, cómo podía iluminar incluso los días más oscuros. Deseaba ser capaz de ser valiente, de hacer lo correcto, de abrazar sus sentimientos sin miedo. Pero, en ese momento, las inseguridades se sentían abrumadoras.
Mientras caminaba de un lado a otro, su mente seguía girando en torno a la idea de la graduación. Quedaban tres días, y el evento se avecinaba como una tormenta. Todos estaban emocionados, pero él no podía evitar pensar en lo que significaría para su relación con Caleb. ¿Tendrían un futuro juntos? O, por el contrario, sería el último día en que se verían como amigos.
Se sentó nuevamente en su cama, mirando por la ventana hacia las estrellas que parpadeaban en el cielo. Deseaba poder hablar con Caleb, poder compartir sus miedos y dudas, pero la voz de Samantha resonaba en su mente, recordándole lo que podría perder. La presión de lo que otros pudieran pensar lo mantenía atrapado en una red de confusión.
—Caleb— susurró, como si pronunciar su nombre pudiera desatar el nudo en su estómago. —No quiero perderte, pero no sé cómo manejar esto.
Las palabras se quedaron flotando en el aire, y aunque sabía que no podía seguir ignorando sus sentimientos, la perspectiva de dar ese salto lo aterrorizaba. Aarón se recostó en la cama, tratando de encontrar una respuesta en el silencio de la noche, pero solo encontró más preguntas.
En ese momento, decidió que necesitaba hablar con Caleb. Tal vez no podía dejar que el miedo lo gobernara. Era hora de arriesgarse, de ser valiente. Pero el temor seguía presente, una sombra que se negaba a desvanecerse. ¿Podría Caleb entenderlo? ¿Podría soportar la carga de sus inseguridades?
Con esos pensamientos en la mente, Aarón se quedó dormido, luchando con un torbellino de emociones, sabiendo que, al final, el amanecer traería consigo la necesidad de enfrentar la verdad.
¿Crees que el amor entre Caleb y Aarón es lo suficientemente fuerte como para superar las adversidades?¿Qué esperas que suceda en la graduación? ¿Crees que será un punto de inflexión en la relación de Aarón y Caleb?
-I
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El silencio de lo Deseado
RomanceCaleb y Aarón son dos amigos inseparables en su último año de secundaria, compartiendo sueños, risas y un vínculo que va más allá de la amistad. Sin embargo, ambos ocultan sentimientos profundos que temen expresar, temiendo que sus deseos puedan rom...