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Luego de esa noche llena de confesiones, Leehan despertó incluso más abatido de lo que estuvo el día anterior.

No logró dormir pensando en todo lo ocurrido hasta ahora, y cuando finalmente había conseguido cerrar los ojos, a los pocos minutos el sol ya estaba dándole los buenos días a base de dedicarle sus lindos rayos de luz mañaneros, los cuales pasaban a través de la ventana y llegaban exactamente a su rostro.

No intentaría dormir de nuevo porque sabía que no podría, no cuando su mente era una ensalada de información y recuerdos que lo molestaban como si de un enjambre de mosquitos aleteando se tratara. Por lo que simplemente se levantó dispuesto a hacerse un té de lavanda, esperando que este le ayudara a poner su mente en blanco para poder dormir aunque sea un par de horas.

Claro, debido al cansancio por un momento había olvidado al pequeño-gran detallito con el que convivía, uno al cual recordó cuando llevó su mirada al suelo antes de abrir la puerta.

Leehan tuvo una extraña mezcla de emociones al ver una notita en este, como si alguien la hubiera deslizado por el pequeño hueco debajo de la puerta. Ponía "Lo siento" escrito con una linda letra que ya conocía a la perfección, pues era la misma usada en la nota de "Feliz cumpleaños" y en la de "Espero que ya estés mejor".

No le hizo falta divagar mucho para poder teorizar que tal vez su compañero Eoduun, quien resultó llamarse Taesan, era el que durante todo este tiempo se había encargado de cuidarlo y consentirlo haciéndose pasar por el hechicero.

No, ahora que lo analiza, él nunca confirmó ni negó ser este, siempre fue Leehan quien llegó a esta conclusión.

No sé si fui ingenuo, ciego o simplemente nunca imaginé que Eoduun fuera mucho más que un búho, pensó mientras abría la puerta, encontrándose con la segunda sorpresita del día.

Taesan estaba profundamente dormido en el suelo del pasillo, como si hubiera estado esperando a que Leehan saliera. Viendo que lucía bastante incómodo, la culpabilidad invadió a Leehan pensando que quizás Taesan pasó toda la noche ahí. Ni siquiera había vuelto a su forma de búho para dormir mejor.

Leehan sabía por experiencia propia cuán desagradable y deprimente es dormir de esa forma, y repasando un poco la noche anterior, pensó que tal vez se pasó un poco con él. Más sabiendo que Taesan realmente nunca tuvo malas intenciones, pues todos estos años viviendo como búho nunca le había hecho algo que le hiciera desconfiar.

Es por eso que el rubio decidió dejar su enojo de lado y se agachó para darle suaves toqueteos en el brazo en un intento de despertarlo sin ser brusco.

— Taesan – murmuró con suavidad – Ya es de día.

El mencionado se movió ligeramente sin pocas ganas de despertar, pero una vez procesó que se trataba del rubio, abrió los ojos lentamente.

— ¿Hm?

— ¿Por qué no dormiste en el sillón, bobo? El suelo está frío.

El pelinegro bostezó y empezó a estirarse, sorprendiendo un poco a Leehan cuán abrió sus alas por un momento.

— Estaba esperándote – respondió con la voz ronca – Quería disculparme adecuadamente contigo...

Que el pelinegro dijera eso mientras lo miraba con sus ojitos amarillos notablemente adormilados hizo que Leehan se retorciera un poco por una repentina punzada en su corazón acompañado de una extraña calidez que jamás había sentido.

Fue tan raro que Leehan no sabe si es porque amaba demasiado esa sensación o porque se encontraba emocionalmente sensible al no haber dormido casi nada, pero sus ojos empezaron a cristalizarse a la vez que un puchero se formaba en sus labios.

— ¿Qué pasa? Estás bien? – cuestionaba Taesan algo alarmado por la inesperada reacción.

Leehan asintió — S-solo necesito d-dormir un poco – pasó el antebrazo por su rostro para limpiar cualquier rastro de lágrima antes de que alguna saliera sin permiso. No quería llorar delante del pelinegro.

— ¿Eso significa que me perdonas?

— S-sí aunque creo que necesitamos hablar, pero mejor cuando no me esté muriendo de sueño...

Taesan sonrió ampliamente satisfecho por ello. Aunque al ver que Leehan estaba luchando fuertemente por mantenerse despierto, se tomó la libertad de llevar una mano a la espalda del rubio y atraerlo a su cuerpo, uniéndolos así en un abrazo del cuál Leehan se pudo haber ruborizado mucho de no ser porque ya estaba medio dormido.

El haber aliviado al menos un poco la situación con Tae sumado a sentir el calor corporal de este parecía ser un sedante mucho más efectivo que el té de lavanda, pues la mente de Leehan quedó en blanco y el sueño lo invadió por completo.

O quizás eran las relajantes caricias que le estaba dando en la cabeza las causantes de su rápida tranquilidad. No lo sabe, lo único en lo que puede pensar es que tal vez convivir con este "nuevo Eoduun" no sería tan malo como creía.




 No lo sabe, lo único en lo que puede pensar es que tal vez convivir con este "nuevo Eoduun" no sería tan malo como creía

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꒰  ∂ᴇᴀʀ тᴏᴡᴇʀ¹  ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿ ɢᴏɴɢꜰᴏᴜʀᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora