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Taesan se encontraba de pie en medio de la sala. Sus curiosos ojos seguían a Leehan sin saber porqué este estaba dando vueltas a su alrededor.

Luego de que este despertara, esperaba ser regañado por haberlo abrazado mientras dormía. En ningún momento llegó a imaginar que Leehan empezaría a analizarlo con curiosidad.

— ¿Qué estás haciendo? – cuestionó, mas no hubo respuesta. Simplemente notó como Leehan tomaba con cuidado una de sus alas y la abría un poco para admirarla.

Taesan ayudó abriéndola por completo, exponiendo así las múltiples filas de hermosas plumas negras acompañadas de unas pocas blancas.

— Impresionante – soltó el rubio con completo asombro — ¿Eres una especie de ángel?

— Soy medio búho – respondió obvio.

— ¿Y te puedes transformar en búho de nuevo o ya te quedas así?

— Puedo cambiar cuando quiera.

Los ojos de Leehan tenían un emocionante brillo en estos cuando se posicionó delante de Taesan para poder exclamar: — ¡Hazlo!

El pelinegro apartó la mirada algo sonrojado — Me d-deja muy cansado, y dijiste q-que querías hablar.

— ¡Oh, cierto! – Leehan tomó a Taesan de los hombros y lo sentó en el sillón. Luego intentó poner una expresión seria para aparentar estar enojado, pero no le funcionaba. No se daba cuenta de que hacía pucheritos con sus labios, y así Tae no lo podía tomar muy enserio — Primero que nada, ¿Cómo te llamas?

— Han Taesan – respondió intentando no reír por la situación del rubio.

— ¿Qué edad tienes?

— 18 años

— Oh, pensé que serías mayor que yo, pero tenemos la misma edad – viendo que sin querer había sonado sorprendido, agitó la cabeza y volvió a intentar ponerse serio — Bien, Han – Leehan empezó a caminar lentamente de un lado a otro con los brazos cruzados para imponer. Pero al igual que antes, solo lograba el efecto contrario dando pasitos cortos – Ahora, cuéntame todo todito todo.

— ¿Qué quieres saber exactamente?

— ¿Fuiste tú quién me dejaba las flores?

— Sí.

— ¿Y quién trajo los libros?

— También.

— ¿Y quién me regaló el collar?

Taesan apoyó el codo en el reposabrazos con una mirada pícara, siendo ahora él que lucía prepotente al querer jugar un poco con Leehan. — Sí, y debo admitir que te queda bastante bien.

La actuación de Leehan se desmontó cuando el rubor llegó a sus mejillas ante la sinceridad del chico búho.

— ¿ C-Cómo conseguiste todo? – preguntó esta vez algo tímido.

— Simplemente fui volando a ciertos sitios y los traje – Respondió con simpleza. Le daría vergüenza admitir que se pasaba noches enteras buscando las mejores flores de todas para poder dárselas a Leehan cada vez que lo veía desanimado o enfermo.

O incluso cuando consiguió algo de dinero trabajando como ave mensajera nocturna para poder comprar los libros y el collar. Este último es el que jamás sería capaz de comentarle cómo lo obtuvo. Aún recuerda las largas noches que pasó en los mercados buscando algo barato y lindo, pero nada le convencía. Al final acabó contratando a alguien que lo hizo siguiendo sus indicaciones.

Y a pesar de la vaga respuesta, Leehan usaba lo suficientemente la lógica como para saber que no era fácil llevar tantas cosas a la torre. Sobre todo recordando que había muchos libros grandes y pesados. Es imposible que una sola persona pudiera cargar tantos a la vez, por lo que deduce que pudo haber dado varios viajes para ello.

— Muchas gracias por todo – agradeció, aunque su mirada mostraba algo de pena y culpabilidad – ¿Pero por qué te molestaste en hacer tanto por mí y plr qué la mantenías en secreto?

El tono suave de Leehan hizo que Taesan dejara de lado su fingida prepotencia, mirando ahora con timidez a cualquier punto del suelo. Si se lo pedía así no podía jugar o hacerse el difícil.

— Solías llorar mucho los primeros meses en la torre – recordó bajito – Sólo... No quería volver a verte triste, y supuse que trayendo lo que querías estarías feliz – hizo una breve pausa para pensar bien qué decir – ...Si lo mantuve en secreto es porque realmente me daba vergüenza — admitió sin poder mirarlo a los ojos.

Pensó que Leehan se reiría de él al no recibir respuesta. En cambio, fue gratamente sorprendido cuando este pasó los brazos alrededor de su cuello y le dió un fuerte abrazo.

— Taesan-ah es muy lindo~. De verdad, muchísimas gracias – su voz sonaba aniñada, y al momento se separó para mirarlo seriamente a los ojos – Pero no hace falta que me sigas trayendo cosas, ¿sí? Debes dormir bien – regañó inflando sus mejillas.

Le gustaban los regalos, pero si Taesan le traía las cosas por las noches y apenas dormía por el día, le preocupaba pensar que tal vez no estuvo descansando correctamente durante todos estos años.

— ¿Eso significa que podré volver a dormir en la cama? – preguntó notoriamente emocionado.

— Significa que puedes entrar a mi habitación. Lo de estar en mi cana debo pensarlo...

Al recordar que cuando permitió a Eoduun dormir con él este empezó a tener más energía, supuso que probablemente sus malos hábitos de sueño se solucionaban al estar en la comodidad de las calentitas mantas. Y entre los ojitos suplicantes que le estaba poniendo Taesan en ese mismo instante y la preocupación por su bienestar, Leehan simplemente dijo: — Ya lo pensé, puedes seguir durmiendo en la cama.

En respuesta, Taesan sonrió victorioso.




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꒰  ∂ᴇᴀʀ тᴏᴡᴇʀ¹  ᵃᵈᵃᵖᵗᵃᶜⁱᵒⁿ ɢᴏɴɢꜰᴏᴜʀᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora