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❝𝒩𝑜 𝓈é 𝓅𝑜𝓇 𝓆𝓊é, 𝓅𝑒𝓇𝑜 𝓈é 𝓆𝓊𝑒 𝓂𝒾𝑒𝓃𝓉𝑒𝓈

𝒞𝓊𝒶𝓃𝒹𝑜 𝓈𝑜𝓃𝓇í𝑒𝓈 𝓂𝑒 𝓂𝒾𝑒𝓃𝓉𝑒𝓈❞

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✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶

Ni siquiera sabía cómo habían terminado en esta situación, encerrados en un cuartucho, en medio de una gala importante. A él le transpiraban las manos, nervioso. No podía permitirse ser encontrado con la hermana de su mejor amigo.

Ella se acomodaba el vestido y el pelo, intentando quedar presentable, por si acaso alguien viniera a sacarlos.

— Lorenzo nos va a matar —le dijo Leandro a Ludovica.

— Intenta de nuevo, seguro podes abrirla —insistió ella.

Pero llevaban media hora encerrados, tal vez más. El cuarto empezaba a ponerse caluroso, asfixiante y Leandro no se sentía bien, quería romper la puerta a patadas.

— ¿Qué hacemos? —preguntó él, cansado de intentar.

— Déjame a mí —le dijo Ludovica.

Leandro se hizo a un lado, dándole espacio para que ella pudiera abrir la puerta. Entonces hizo un clic y se abrió, como por arte de magia.

— ¿Cómo hiciste? —le preguntó él.

— Yo no hice nada, ni siquiera la toque —murmuró Ludovica.

Los dos se miraron preocupados, sabiendo que del otro lado alguien los esperaba.

Leandro infló el pecho, preparado para lo peor. ¿Qué tanto podía doler un puñetazo de Lorenzo en la cara? O peor, una patada. Se la aguantaría, se haría cargo, era lo único que podía hacer.

Pero cuando la puerta se abrió, del otro lado estaba Paulo, riendo.

— Pelotudo —le dijo Leandro, dándole un golpe en el hombro.

— Los pelotudos acá son ustedes, que no se dan cuenta de que un día el que los va a encontrar va a ser él —murmuró Paulo, poniendo la cara un poco más seria.

Ludovica le agradeció, se despidió de Leandro con un beso en la mejilla y luego se alejó, dejándolos solos.

— Pensé que no iban a verse más —le dijo Paulo, caminando a la par para volver a la fiesta.

— Me agarro ella, yo solo cumplo órdenes —bromeó Leandro.

— Dale, me vas a decir que no querías...

Leandro se dio media vuelta, para quedar frente a frente con su amigo.

— Sabes que me muero de ganas por llamarla mi mujer —contestó Leandro, poniéndose serio— Pero mientras siga dándole poder a Lorenzo, no va a ser.

— Por algo las cosas son como son, amigo, no sabes lo que les pasa, no podes obligarla a nada —lo aconsejó Paulo.

— Lo sé, pero no puedo evitarlo —murmuró el jugador— No quiero ser su secreto, no puedo más.

Siguieron caminando mientras hablaban.

— Las cosas se van a dar, y si no es con ella, va a ser con alguien más, tranquilo —intentó calmarlo Paulo.

— No quiero a nadie más Pau, la quiero a Ludo.

Paulo pasó uno de sus brazos por los hombros de su amigo y le dio una palmada en el pecho, consolándolo. Sabía que cuando Leandro se enamoraba las cosas se volvían serías. Su amigo era intenso, muy.

𝕄𝕀ℝ𝔸𝔻𝔸 | ʟᴇᴀɴᴅʀᴏ ᴘᴀʀᴇᴅᴇꜱ | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora