𝕄𝕀ℝ𝔸𝔻𝔸 | ʟᴇᴀɴᴅʀᴏ ᴘᴀʀᴇᴅᴇꜱ | +18

１７

❝𝐸𝓈𝓉𝒶 𝓃𝑜𝒸𝒽𝑒 𝓋𝒶 𝒶 𝓈е𝓇 𝓁𝒶 𝓇𝑒𝓋𝑜𝓁𝓊𝒸𝒾ó𝓃❞

ᴠᴠᴠ ᴛʀɪᴘᴘɪɴ'ʏᴏᴜ

✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶

Con el motivo de la visita del resto de sus compañeros de la selección, Leandro y Paulo organizaron una fiesta en un club privado, muy importante de Roma.

La música rebotaba contra las paredes, provocando una extraña adrenalina en el jugador. La noche apenas empezaba, la diversión estaba a la vuelta de la esquina y todo estaba bien cuando se encontraba con Rodrigo, Cristian o Lisandro.

Bailaban cumbia solos, entre ellos, riendo, sintiéndose infinitos.

Las parejas de sus amigos formaban un grupo entre ellas, también bailando, moviendo sus caderas de arriba a abajo, con tragos yendo de una mano a otra.

El ambiente era de pura diversión, lo típico de una noche de fiesta.

Cada vez caía más gente, finalmente llenando el club. Entre ellas, estaba Victoria, la periodista con la que Leandro tenía "algo". Hablaban seguido, pero, hasta el momento, no había habido encuentros.

Esta noche era perfecta para eso, para sacarla a bailar, invitarle unos tragos, compartir un momento y... quién sabe, tal vez irse juntos.

Lo que Leandro no tenía en cuenta es que Paulo había invitado a Lorenzo y Ludovica, así que cuando se los cruzó en medio de una ronda de gente, el corazón se le cayó al piso.

Ludovica estaba hermosa, como siempre, vestida de negro, con los ojos lo suficientemente delineados como para matar a un hombre, a él. Llevaba los labios de un color oscuro, que Leandro no supo identificar, perfectamente besables.

Ella lo vio, pero lo ignoro.

Y eso, a Leandro, le dolió.

Al menos podría haberlo saludado, un simple hola.

Lorenzo hizo lo mismo, agarrando a su hermana por los hombros, tirando de ella para darle lugar al jugador para que pase.

También le dolió que su amigo, ahora ex, no lo saludara.

Se fue directo a la barra, sintiéndose un idiota. ¿Por qué lo angustiaba tanto la situación? ¿Desde cuándo le importaba lo que Lorenzo hacía? No era muy bad boy de su parte preocuparse por estas cosas.

Se pidió un trago cargado y se dispuso a tomarlo de a sorbitos. No quería estar demasiado ebrio si sacaba a Victoria a bailar.

Sus compañeros y amigos de la selección sabían de toda la situación, así que cuando lo vieron con la cara larga, se acercaron para animarlo. Empezaron a hacer chistes, a cargarlo con otras mujeres, riendo de estupideces.

Leandro empezó a sentirse mejor.

¿Y qué si Ludovica no lo quería ver más? ¿Y qué si Lorenzo no quería ser más su amigo? A la mierda, los dos a la mierda.

Sacó a bailar a Victoria luego de que sus amigos le insistieran, aunque solamente se estaba haciendo el difícil.

— ¿Bailamos? —le preguntó a la periodista.

— ¡Sí, dale! —contestó ella, animada.

Leandro la tomo de la mano y juntos se dirigieron al medio de la pista, realizando pasos torpes al ritmo de la cumbia que sonaba ruidosamente.