❝𝑀𝑒 𝒹𝓊𝑒𝓁𝑒 𝓂𝓊𝒸𝒽𝑜, 𝒹𝓊𝑒𝓁𝑒 𝓅𝑜𝒸𝑜,
𝑒𝓈𝓉𝑜𝓎 𝓁𝑜𝒸𝑜 𝓅𝑜𝓇 𝓋𝑜𝓈❞
ʙʜᴀᴠɪ
✶⊶⊷⊶⊷❍⊶⊷⊶⊷✶
Ya no coincidían en ningún lado. Cualquier evento, fiesta o lo que sea a lo que Leandro asistía, esperaba encontrarse con Ludovica. O Lorenzo, en su defecto.
Necesitaba explicaciones, saber por qué ya no le hablaban. ¿Qué había hecho mal?
— Me dijeron que venían, después me preguntaron si vos ibas a estar y más tarde me dijeron que les surgió algo —le dijo Paulo.
Se encontraban sentados en una fiesta, organizada por Paulo. Estaban casi todos sus amigos ahí, pero faltaban Lorenzo y Ludovica, y se notaba.
— No entiendo qué hice —murmuró Leandro— ¿Qué le habrá dicho Ludo a Lorenzo? ¿Qué habrá entendido él?
— No sé, Lean, pero no te hagas la cabeza —Paulo intentó calmarlo— Es muy probable que después aparezcan pidiendo disculpas.
— ¿Y si no lo hacen?
— Y sino, bueno, la vida sigue...
— No quiero seguir sin Ludovica, me duele en serio —dijo Leandro.
La verdad es que desde que no hablaba con ella algo se sentía vacío y aburrido. No tenía a quién contarle sus cosas, extrañaba su voz y la forma en la que ella le hablaba sobre sus días, necesitaba dormir durante la noche pegado a su cuerpo, besarla, tocarla.
— La extraño mucho —siguió el jugador.
— Lo sé amigo, pero ya está, basta —le dijo Paulo, dándole una palmada en los hombros.
Días después, Paulo caía a su casa con una bomba.
— No sé cómo decirte esto —empezó su amigo, Leandro empezaba a impacientarse.
— Dale, lárgalo porque es peor para mí.
— Bueno, me enteré por ahí... ¿Estás preparado? —insistió Paulo.
— ¡Dale, pelotudo! —exclamó Leandro.
— Uno de los Fiore está esperando un hijo.
Leandro se quedó en silencio. No era Ludovica, no podía serlo. ¿Con quién sería? ¿En qué momento había pasado? ¿Por eso lo había dejado? No tenía sentido.
— Yo creo que es Lorenzo, pero deberías hablar con Ludo —siguió hablando Paulo, su amigo no reaccionaba— Es de Lorenzo, tonto, dale, pregúntale.
— ¿Cómo hago? —preguntó Leandro, sintiéndose inquieto— Ludo me bloqueó de todos lados, no puedo caerle a la casa y preguntarle "che, ¿estás esperando un hijo?".
Paulo sacudió la cabeza, negando.
— Vos no entendés nada, eso es exactamente lo que tenés que hacer —lo aconsejo— ¿Me haces el favor de ir a su casa?
Leandro se quedó pensando durante unos minutos, mientras que Paulo le insistía con que hablara con Ludovica. Era la excusa perfecta, aunque lo aterraba la respuesta.
Dejo que pasaran varios días antes de tomar una decisión, pero finalmente, cansado de imaginar cosas en su cabeza, decidió ir.
Golpeó a la puerta un poco tímido, escondiéndose de la mirilla, ya que pensaba que si Ludovica lo veía, no le abriría la puerta.
— ¿Quién es? —preguntó ella, se escuchaba un poco lejos.
Leandro no contestó, pero volvió a golpear.
Finalmente, ella abrió y el jugador se metió de una, sin darle tiempo a reaccionar.
— ¡¿Qué haces acá?! —exclamó Ludovica, cerrando la puerta— Si Lorenzo te ve acá, te mata, te asesina, no te deja un pelo vivo...
— ¿Vas a tener un hijo? —preguntó Leandro sin más.
Ludovica se quedó en silencio y luego le indicó a Leandro que se sentaran en el sillón. El jugador la siguió, nervioso por la respuesta, y los segundos en los que ella no hablaban, se volvían eternos.
— No, Lorenzo va a tener un hijo —contestó finalmente.
Leandro suspiró aliviado.
— Voy a ser tía —siguió Ludovica, con una sonrisa triste en la cara.
— ¿Qué pasa? ¿No querés? —le preguntó él, con ganas de acariciarle la cara.
Ludovica se paró y busco el mate que estaba sobre la mesada de la cocina. Dio vueltas con el termo en el brazo, un poco ansiosa.
— Le dije que te quiero —explicó ella, los ojos de Leandro se encendieron— Me dijo que si te volvía a ver, básicamente, no iba a ser tía.
— Qué —murmuró Leandro.
— Por eso me alejé, Lean, por eso me borré, no podemos vernos más.
Leandro asintió, intentando entender. ¿Qué tenía de malo que Ludovica sintiera cosas por él? ¿Había algo en su personalidad que a Lorenzo le parecía mal?
— Le dije que no paso nada entre nosotros, creo que hubiera sido peor —le dijo Ludovica.
— Está bien, entiendo.
El jugador comenzó a levantarse para irse, con un peso sobre sus hombros. Tal vez no volvería a verla, al menos por un tiempo.
Ludovica dejó el termo y el mate sobre la mesa ratona, y se acercó a Leandro. Lo agarró por la cintura y lo abrazó, oliendo su perfume, en un intento de guardarlo en su memoria.
Él le correspondió el abrazo, dejando un beso en su frente.
— Me duele todo esto —murmuró él, con sus labios apoyados en la piel de ella.
— A mí también, pero no puedo hacer otra cosa.
Ella se puso de puntitas de pie y le dio a Leandro un beso en los labios, cálido, tierno. Leandro la agarró por la nuca, profundizándolo. Todo se sentía como una despedida.
— ¿Vos estás bien? —preguntó el jugador, aún abrazado a ella.
— No, la verdad que no —contestó Ludovica— Pero voy a estar bien, creo.
— Sabes que cualquier cosa podés llamarme —le dijo Leandro.
— Y vos a mí.
Se besaron durante un rato, sus respiraciones agitándose a medida que el beso empezaba a calentarse.
Ludovica puso una de sus manos en el pecho de Leandro, empujándolo levemente.
— Perdón, tenemos que parar porque... Porque sino no voy a querer que te vayas y Lorenzo puede caer en cualquier momento.
— Yo no me quiero ir —dijo Leandro, sonriendo.
— Basta, no me confundas —contestó riendo Ludovica.
Él le dio un último beso, seguido de otro y después otro, y entonces se despidió, saliendo de la casa con las manos en los bolsillos.
Se subió al auto, sintiendo algo raro en el pecho. Sabía que se sentía mal, que lo angustiaba la situación, pero... ¿Qué podía hacer?
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𝕄𝕀ℝ𝔸𝔻𝔸 | ʟᴇᴀɴᴅʀᴏ ᴘᴀʀᴇᴅᴇꜱ | +18
أدب الهواة¿Qué pasa si empezas a sentir cosas por la hermana de un amigo?