AVISO DESDE EL MAS ALLÁ

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No tuvieron un final feliz, pero sonrieron todas las horas que pasaron juntos; solo por eso, valió la pena.
~Mario Benedetti


¿Alguna vez han escuchado la palabra "epifanía"? Según los humanos, es una situación tan simple como la revelación de un demonio, y no están muy lejos de la verdad. Hace poco tiempo, fui una epifanía en la vida de tres hermanos muy reconocidos en Corea del Sur, hijos de un magnate de la tecnología, rodeados siempre de mujeres y supuestos amigos tratando de llamar su atención. ¿Y quién no iba a querer un minuto de su tiempo? Si los Kim eran y serán la perfección hecha persona.

Kim Min-Jun, desde pequeño, soñaba con ser un gran chef, pero su padre le decía que la cocina era solo para mujeres, que tenía que seguir sus pasos y convertirse en un gran empresario como él. Y así fue: se convirtió en uno de los empresarios más jóvenes de su país, ganando la aprobación de su padre. Su carácter frío y solitario era lo que lo había llevado hasta donde estaba, pero en realidad, lo único que le daba paz eran sus hermanos y su novia.

Kim Hyun-Woo, el hermano del medio, desde pequeño sufrió un gran trauma. Vive buscando la aprobación de su padre, pero para él nunca es suficiente. Es consistente y de carácter noble; siempre tiene un libro en sus manos. Él dice que es solo un hobby, pero la triste realidad es que solo leyendo puede experimentar un poco de libertad. Su ejemplo a seguir siempre va a ser su hermano mayor, aunque no lo demuestre.

Dong-Wook, el menor de los tres, a diferencia de sus hermanos, no busca la aprobación de su padre. Él vive por él y para él, se caracteriza por su sonrisa y buen humor; todo aquel que lo conoce queda fascinado. Tres hermanos, tres vidas diferentes, un trágico destino y un favor pendiente conmigo.

Antes de comenzar, me presento: soy Jeonseng-saja, el ángel de la muerte. Pero menos palabras y más práctica; hoy no vengo a hablar de mí, sino de esta dulce y venenosa historia.

Seúl, viernes 13/2023:

La luna llena le daba un toque de misterio a la mansión de la familia Kim. Sus enormes pasillos, con miles de secretos grabados en cada rincón que anhelaban ser descubiertos, daban ganas de salir corriendo y jamás regresar. La oscuridad que en ella habita grita peligro. Silencio... Un silencio tan abrumador que solo escuchar los latidos de tu propio corazón erizaba la piel a cualquier mortal.

Algo se escucha... Es el repicar de un teléfono antiguo. Un repique, dos repiques... Alguien lo detuvo. La casa vuelve a quedar en total silencio, pero... Una voz se escucha de momento. Era una voz profunda y algo cansada:

—Casa de los Kim, ¿en qué puedo ayudarle? —dijo una voz profunda y cansada . —Está bien, ya se los llevo.

La otra persona parece haber necesitado algo. Pero esa voz... ¿quién es esa persona que contestó? Los pasos resuenan por algún pasillo; la poca luz que hay en la sala logra alcanzar solo un milímetro de la espalda de un chico.

¿Quién será? Sube a paso apresurado las escaleras y se detiene frente a una puerta. Toma la manija y la abre sin avisar. Una de las personas que está dentro se sobresalta, pero lo disimula al instante.

—Toca la puerta antes de abrir —le dice en forma de advertencia el chico de la habitación.

—Hyun, nuestro padre llamó y necesita que llevemos unos documentos a Gangnam. —Dice el que no conoce la palabra privacidad.

Los Hermanos  Kim: Almas en deudaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora