"La muerte es un castigo para algunos, para otros un regalo, y para muchos un favor." ~SénecaEl murmullo de las almas era lo único que se escuchaba como siempre en el submundo. Los hermanos Kim parecían estar en un estado de shock; no hablaban, no se movían. Si estuvieran en el mundo mortal, ya habrían dejado de existir. Y los entiendo; llevo más de 500 años aquí y todavía los espejos de la muerte me causan escalofríos. No entiendo a quién se le ocurrió hacerlos de sangre y fuego; es algo asqueroso...
Un trueno ilumina el fondo del pozo.
—Los acusados, pasar al frente.
La voz del pecado mayor (soberbia) resuena por toda la sala. Los hermanos Kim brincaron del susto, con las piernas temblando y no de placer, precisamente. El primero en pasar fue Kim Min-Jun, el segundo fue Hyun-Woo y, por último, Dong-Wook.Yo los observaba desde el lado de los testigos mientras Junho no dejaba de rezar.
—Junho, cállate, nos van a regañar. Sabes que al pecado mayor no le gusta la Biblia y a mí tampoco.
—¿Quieres que me calle? Ya les había tomado cariño. ¡Es que míralos, son tan guapos!
—No sé qué haría contigo si fueras gay; a todos te los anduvieras antojando, y ya deja de rezar, cualquiera que te escuche pensará que eres un ángel secuestrado.
El pecado mayor nos observa desde lo alto del jurado.
—Ahora sí nos van a desterrar y todo es por tu culpa, Junho.
—Yo no tengo la culpa, Saja.
—¡Saja y Junho, cállense! —nos dice el pecado mayor mientras sus ojos se iluminan. Su voz es como un grano en el cul** y lo de hacer que los ojos le brillen se le volvió costumbre.
Tengo que dejar de visitar Latinoamérica, se me están pegando sus mañas. Mientras me distraigo en mis pensamientos, el pecado mayor comienza a hablar.
—Señores Kim, están aquí para arrepentirse de sus pecados, ¿cierto?
—Sí. —Respondieron en una sola voz. El pecado los mira con ironía; él sabe muy bien que todos los humanos dicen lo mismo y cuando los condenan piden clemencia.
Una voz femenina se escucha en la sala:
—Espejos, ustedes que todo lo ven y lo saben, que sean ustedes quienes juzguen a este trío de pecadores.
Cómo era de esperarse, Justicia haciendo acto de presencia. Un reflejo muy fuerte se deslumbra en los espejos, pero no se muestra ninguno de sus pecados. Los murmullos no se hicieron esperar...
—¡Silencio en la sala! —dice el pecado mayor y procede a preguntar a Justicia.
—¿Qué ves?
—No hay nada, su señoría.
No podía creer que de la boca de Justicia salieran esas palabras.
—¿¡Qué!? —preguntó el pecado mayor, algo molesto.
—Sí, no hay nada.
Ni el pecado mayor, ni la justicia, ni ninguno en esta sala se lo podía creer. Por primera vez había un fallo en el sistema. Un fallo...
—Ellos no deberían estar aquí; ni siquiera están en el libro de registro. —Dice la defensa, que hasta ahora me doy cuenta de su presencia.
El pecado mayor acaricia su largo cabello mientras pasea su vista por todo el lugar y la detiene en mí.
—¿En mí? —me pregunto.
—Saja, describe a los pecadores.
Yo me quedo pasmada por tal petición del pecado.
—¿Qué quiere saber exactamente, su señoría?
—Yo, el pecado mayor, quiero saber todo, señorita Saja, hasta cuánto pesan cada uno si es necesario.
Los hermanos Kim no podían salir de su trance; estaban tan absortos de la realidad que ni siquiera se habían dado cuenta de lo que ocurría en su entorno. Me levanté lentamente, tomé su cara entre mis manos y los miré directamente a los ojos, comencé a recitar lo que su reflejo me permitía.
—Kim Min-Jun, 23 años, hijo mayor. Mide 1.90, tiene ojos negros carbón y rasgados, cabello marrón oscuro. Es manipulador por naturaleza, va muy seguido al gym y siempre anda de traje. Estaba a punto de comprometerse...
Vi cómo Min-Jun, por primera vez, se tensaba. ¿Ahora sí estaba prestando atención?
—Siguiente. —Escucho que me dice el pecado mayor.
—Hyun-Woo, 21 años, el mediador. Tiene ojos color verde rasgados, cabello plateado y mide 1.83. Le gusta estar en casa escuchando música y leer, aunque no lo demuestre, es algo competitivo y egoísta.
—Y por último, tenemos a Dong-Wook, el menor, con tan solo 18 años. Es el más sobresaliente en la clase y en los deportes; mide 1.86, tiene ojos color negro carbón y rasgados, cabello marrón oscuro. Él guarda un secreto.
Todos en la sala hicieron un "oh" por debajo.
—Saja, prosigue.
Noté un poco de curiosidad en la voz del pecado mayor. Y cuando estaba por hablar, se me ocurrió la brillante idea de mirar a Wook. Sus ojos me decían lo contrario a sus gestos; él no quería que su secreto fuera revelado, así que, por primera vez, iba a hacerle un favor. Caminé al centro y con voz firme le dije al pecado mayor:
—Su señoría, el pecado no tiene nada resaltante, por eso no se reflejó. Doy por terminada mi descripción de los pecadores.
El silencio reinó... Nadie sabía qué iba a pasar con los Kim, ni el mismo pecado mayor lo sabía.
—Señorita Saja, esto lo dejo en sus manos. El juicio ha terminado.
—¿¡Qué!? ¿Que deja esto en mis manos? Su señoría, piénselo mejor.
Ni siquiera me escuchó, desapareció sin más.
—Tienes que hacer lo que el pecado mayor te diga, Saja, tú solo estás aquí para recibir órdenes.
Justicia se dio la espalda y también se fue, dejando sus palabras retumbando en mi mente: “tú solo estás aquí para recibir órdenes”. La odio y odio a todos los que están aquí.
Todavía consternada por lo que había pasado, me voltee y vi a los tres hermanos esperando mi respuesta, pero ¿qué iba a hacer yo?
—Amén. —No me había dado cuenta que Junho seguía haciendo sus oraciones. No sé quién le dijo a él que Dios lo va a sacar de aquí, pero gracias a sus “oraciones” me dio una gran idea.
—Gracias, Junho, te amo. —Lo besé en la frente y él me miró algo confundido.
—¿Y ahora qué hice?
Sin darle respuesta, me acerco a los Kim.
—¡Oigan, imbéciles! Quiten esa cara de estúpidos mal pagados, que llegó su salvadora.
Inmediatamente se levantaron y me miraron directamente a los ojos. Sin muchos rodeos, les pregunté:
—Los tres quieren volver al mundo mortal, ¿cierto?
Lo pensaron por mucho rato; lo admito, nunca en mi eternidad alguien me había puesto nerviosa, pero los hermanitos Kim miraban de tal forma que cualquier mortal o ser divino, sin importar el género, se vuelve su esclavo sin que ellos lo pidan siquiera.
—¿Qué quieres a cambio?
—¡Qué inteligente eres! Digno de tu apellido, Kim Min-Jun.
—Solo pido que maten a alguien.
—¿A quién? —preguntó Wook.
—A Sangyong.
—¿Quién es? —preguntó Hyun con confusión.
—Lo único que les diré es que ella no conoce los límites.
¡Ay! Esto se está poniendo bueno.
Espero que les esté gustando. ¿Qué esconderá Wook?
Nos vemos en el próximo capítulo.
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Los Hermanos Kim: Almas en deuda
Misterio / SuspensoEn un fatídico accidente de tránsito,las almas de los hermanos Kim, quedan atrapadas en el submundo donde no hay registros de su llegada. Ante la desesperación, la enigmática mensajera de las almas les ofrece una segunda oportunidad: volver a su vid...