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Sana apretó la mandíbula mientras terminaba de guardar su ropa —anteriormente doblada— en su armario.

— Deja de mirarme le culo Chou— rompió el silencio anteriormente gobernante de la habitación, con un tono evidente de advertencia.

Tzuyu se encogió de hombros divertida.

— Deja de ponerlo en mi campo de visió, Minatozaki-Unnie.

Sana se giró sobre sus talones para mirar a la menor notablemente fastidiado.

— Mira hacia otro lado entonces —sugirió,
lanzando unos jeans sin una pizca de cuidado dentro del guarda ropa.

— No quiero.

La castaña bufo y la menor río.

— Chou.

— Minatozaki.

— No quiero —sonrió ladino, aprisionando su labio inferior entre sus dientes, dejándose caer hacia atrás en la cama reteniendo su peso con sus brazos por sobre detrás de su espalda.

— Tzuyu —suspiro cerrando sus ojos en
un intento por tranquilizarse —Por favor.

— Unnie —ánimo intentando no dejar salir una carcajada, molestar a su Unnie era muy divertido.

Minatozaki abrió lentamente los ojos, más
calmado, mirando fijamente a la chica
frente a ella.

— Deja de- ¡Mirame a los ojos cuando te hablo—reclamó una vez siguió la mirada de la menor el espejo a su espalda notando —para su vergonzosa
existencia— que Tzuyu miraba su trasero en el reflejo.

— Tu culo es más bonito.

— ¡Degenerada! ¡Pervertida de mierda! ¡Largo de mi casa!

Comenzó a gritar lanzando lo primero que estuviese a alcance contra Chou que a duras penas logró salir de la habitación con vida.

Uff, que caliente era su Unnie cuando se enojaba.

Nalgofilia ; SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora