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Lo que debía hacer era fácil.

Uno: Buscar a Tzuyu.

Dos: Hablar con Tzuyu.

Tres: Convencerla de que deje de jugar.

Cuatro: Si la convence todo llega a su fin y ella estará feliz y tranquila.

Fácil.

— ¡Santa mierda, Chou Tzuyu!

— Oh, sí hola Unnie, yo también te
extrañe hoy.

Minatozaki viro los ojos dejando su mochila en la entrada de su habitacion acercándose a la menor que descansaba -muy demasiado tranquila- sobre su cama.

— ¿Cómo has entrado?

Chou se encogió de hombros.

— Como todas las noches — sonrió.

— Ah, oke- espera ¿Qué? ¿Como es que-

— Shh — la interrumpió poniendo una mano sobre sus labios para evitar que hablará — Necesito hablar con usted de un tema serio Unnie, ¿podría escucharme por favor?

Minatozaki frunció el ceño y a modo de protesta siguió hablando en balbuceos inentendibles.

— Sin interrupciones ¿okey?

Con pesar la castaña asintió lentamente y por fin su boca fue liberada, se acomodó sobre su cama dándole a entender a la menor que tenía toda su atención.

— Bien — comenzó — Le tengo una propuesta.

— ¿De q-

— Unnie, sin interrupciones..

— Perdón — se disculpó.

Chou sonrió y se acercó más a la mayor quedando a centímetros de su rostro.

— Quiero.

— ¿Quieres..?

— Tocar su trasero — declaró.

Y Chou podría jurar que nunca en su vida una bofetada le había dolido más que la que recibió por parte de la castaña ese día.

Nalgofilia ; SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora